INVESTIGADORES
KREIMER Pablo Rafael
capítulos de libros
Título:
Conocimiento científico y problemas sociales: ¿quién construye a quién? Una discusión general y un ejemplo particular: la enfermedad de Chagas en Argentina”.
Autor/es:
KREIMER, PABLO
Libro:
Ciencia, Politica e Sociedade. As ciencias sociais na América do Sul
Editorial:
UFRGS– SBPC, Colecao Cenários do Conhecimento
Referencias:
Lugar: Porto Alegre; Año: 2008; p. 85 - 107
Resumen:
El punto de partida es el enunciado, fuertemente anclado en el sentido común, según el cual “La producción de conocimiento científico resulta una estrategia de intervención legítima sobre los problemas sociales”. Esta afirmación, con toda su simplicidad, esconde dos supuestos. El primero, según el cual aquello que aparece como “problema social” es una entidad objetiva, que opera en la esfera pública como si fuera neutra e independiente de quienes son los sujetos implicados u “objetos” de los problemas sociales en cuestión. Así, una buena parte de la tradición en ciencias sociales considera a la existencia de los problemas sociales como algo “dado” o “naturalizado”. Así, es común encontrar en la literatura consideraciones acerca de la situación de pobreza, desnutrición, analfabetismo, como si ello fuera construido al mismo tiempo, y en una misma operación, como objeto epistémico y como situación “objetiva” de los actores. Por lo tanto, vamos a argumentar aquí, en primer lugar, que no es posible considerar ninguna situación social como intrínsecamente problemática si no es en relación con los actores que la construyen como tal. El segundo supuesto lo encontramos en la relación que vincula al conocimiento como un insumo para la resolución de problemas sociales. En este sentido, una parte muy importante de las políticas de ciencia y tecnología latinoamericanas establecen, al menos desde los aspectos discursivos, una relación más o menos lineal entre ambos procesos. Frecuentemente, esta afirmación está sustentada en la creencia, aún en la actualidad, en el modelo lineal de innovación. Desde los años sesenta se ha instituido en América Latina la producción y el uso de conocimientos científicos como objeto de políticas públicas, es decir, el Estado desarrolló instrumentos de intervención para el fomento y la orientación de la ciencia como asunto “nacional”. Esta formulación se produjo de la mano de una concepción que podríamos llamar “lineal-liberal”, en donde la oferta de conocimientos debía generar, a través de un conjunto de mecanismos de mediación social que nunca fueron suficientemente explicitados, beneficios para la sociedad en su conjunto. A ello le siguió, ya en los años ochenta, una concepción que denominamos “lineal-orientada”, anclada en el concepto de relevancia y que, fuertemente influida por los modelos europeos, pasó de una visión naïve de la utilidad de la ciencia a la construcción de problemas sociales susceptibles de ser abordados –e incluso resueltos- por medio del conocimiento científico. Si en el modelo “liberal” se dejaba que los propios actores tematizaran públicamente sus propios problemas –cuando estaban en condiciones de hacerlo-, en la perspectiva “orientada” es el propio Estado el que los define como tales. En efecto, casi todos los Planes de ciencia y tecnología en los países de América Latina ponen énfasis en la relevancia social de los conocimientos científicos, y su vinculación hacia las problemáticas sociales. Pero el modo en que lo hacen supone un vínculo “mágico” entre la producción de conocimientos (básicos o aplicados) y la atención de los problemas sociales, como si los “otros actores” debieran alinearse con esa organización social y económica.