INVESTIGADORES
RODRIGUES CAPITULO Alberto
capítulos de libros
Título:
14. La biota de los ríos: los invertebrados
Autor/es:
RODRIGUES CAPÍTULO A.; MUÑOZ, I.; BONADA, N.; GAUDES, A.; GONZÁLEZ, J. M.; TOMANOVA, S.
Libro:
Conceptos y técnicas para el estudio de la ecología de ríos
Editorial:
RUBES Editorial (Eds: Arturo Elosegi & Sergi Sabater)
Referencias:
Lugar: Bilbao; Año: 2009; p. 253 - 268
Resumen:
14. La biota de los ríos: los invertebrados Alberto Rodrígues-Capítulo, Isabel Muñoz, Núria Bonada, Ainhoa Gaudes, José Manuel González, Sylvie Tomanova Los invertebrados se encuentran entre los organismos que mejor se han adaptado a los ecosistemas fluviales, ya que viven en la mayoría de los arroyos y ríos de todo el mundo, con excepción de aquellos más efímeros o altamente contaminados. Además, la densidad y diversidad de invertebrados suele ser muy elevada, habiéndose encontrado hasta un millar de especies en arroyos particularmente bien estudiados. Entre los taxones más comunes de los sistemas fluviales se incluyen  insectos, crustáceos, anélidos, moluscos, nematodos, planarias, briozoos y cnidarios. Habitan en los sedimentos, tanto blandos como rocosos, así como en plantas sumergidas. Los ecólogos suelen distinguir entre macroinvertebrados y meiofauna. Los macroinvertebrados son los animales retenidos por una malla de 500 μm (Hauer y Resh, 2006), aunque  en las etapas tempranas de su desarrollo pueden pasar a través de dicha malla. Por su parte, la meiofauna está constituida por organismos menores, que habitualmente son capturados con mallas más finas (32 μ m según Higins & Thiel, 1988). Los invertebrados juegan un papel fundamental en la transferencia de energía desde los recursos basales (macrófitas, algas, detritus y microbios asociados) hacia los consumidores superiores de las redes tróficas (vertebrados acuáticos, aves), y constituyen el principal recurso alimenticio para muchas especies de peces.   La elevada diversidad de las comunidades de macroinvertebrados implica que en cualquier tramo de río que estudiemos habrá un elevado número de especies poco frecuentes o raras, que sólo encontraremos si realizamos el esfuerzo de muestreo suficiente. Además, estas comunidades son muy variables en el espacio y en el tiempo, lo que complica aún más el muestreo. Por si eso fuera poco, muchos invertebrados fluviales son muy exigentes con su hábitat, por lo que el estudio  de la composición, abundancia y diversidad de las comunidades debe basarse en programas de muestreo que recojan la variabilidad en los hábitats más representativos (Barbour et al., 1999; ISO 7828). La sensibilidad ante la degradación ambiental y la facilidad de estudio ha hecho que se desarrollen innumerables métodos para el biomonitoreo basados en los invertebrados. No mostraremos aquí ninguno de esos métodos, aunque los métodos de muestreo explicados pueden utilizarse también con este fin. Aparte de la información que proporcionan sobre la calidad del agua y otras características del medio fluvial, los invertebrados tienen gran importancia en los ecosistemas fluviales. Un punto que ha levantado gran interés es el de su papel funcional. A diferencia de los invertebrados terrestres, muchos de los cuales se alimentan de unas pocas especies de presa, los invertebrados fluviales han evolucionado en un medio impredecible, lo que les ha llevado a desarrollar dietas generalistas y estrategias oportunistas. Sin embargo, en base a su estrategia de alimentación podemos agruparlos en grupos tróficos funcionales (Merrit & Cummins, 1996), y numerosos trabajos han mostrado cómo cambia la estructura trófica de la comunidad de unos ríos a otros. De todas formas, la clasificación de Merrit y Cummins debe ser complementada localmente para ajustarla  a la fauna regional. Es por ello interesante analizar los contenidos estomacales, lo que  permite cuantificar la dieta alimentaria a través de la estimación de la densidad y la biomasa de las especies consumidas, en función de la disponibilidad de los recursos del hábitat (Tavares –Cromar & Williams, 1996). Además de la estructura trófica, las comunidades de invertebrados muestran gran plasticidad en lo que se refiere a sus rasgos vitales, de forma que los optimizan en función de las características ambientales. Así, la dureza, variabilidad e impredictibilidad del medio ambiente determinan en buena medida las estrategias reproductoras y otros rasgos vitales de las comunidades que habitan en cualquier tramo, hasta el punto que algunos autores utilizan la concordancia entre características ambientales y rasgos biológicos para predecir cambios en gradientes ambientales en lugar de hacerlo sólo por su composición taxonómica  (Townsend & Hildrew 1994; Bonada et  al., 2006).  De esta manera se puede obtener información de tipo funcional en distintas escalas espaciales independientes de la región biogeográfica de que se trate. Otro aspecto interesante en ecología es determinar la producción secundaria, o cantidad de biomasa generada por unidad de tiempo, como medida de la tasa de utilización de energía. La producción secundaria permite cuantificar de manera directa el éxito de poblaciones y comunidades a la hora de apropiarse de los recursos disponibles. Si bien la estima de la producción secundaria de invertebrados acuáticos continúa requiriendo mucho tiempo y esfuerzo, al combinarse con diseños experimentales robustos y adecuados, resulta ser una herramienta muy poderosa para resolver importantes preguntas sobre la ecología de los invertebrados acuáticos y,  por lo tanto, sobre la ecología de ríos (Rigler & Downing, 1984). Resulta muy útil para la identificación de la fauna acuática  de varios países de Sudamérica, la edición de Lopretto & Tell (1995) asi como los cuadernos de “Fauna de Agua dulce de Argentina” que resumen la mayoría de los grupos de invertebrados, además de contener un complemento interesante de las técnicas limnológicas en general.