INVESTIGADORES
RAMOS Rita Soledad
congresos y reuniones científicas
Título:
Paisajes y relaciones humanos-entorno vegetal en la región del piedemonte de Jujuy, una aproximación desde las prácticas
Autor/es:
ALAVAR ALVARO; ORTÍZ, MARIA GABRIELA; RAMOS, RITA SOLEDAD
Lugar:
Cordoba
Reunión:
Congreso; XX Congreso Nacional de Arqueología Argentina; 2019
Institución organizadora:
Universidad Nacional de Cordoba
Resumen:
En los últimos años, la arqueología de los bosques subandinos de Sudamérica y de las tierras bajas neotropicales, ha evidenciado una compleja y temprana interacción entre las poblaciones humanas y el entorno vegetal. Los hallazgos paleoetnobotánicos comprueban una manipulación de los bosques desde el Holoceno temprano, con fechas que oscilan los 8.000 Ap. (Clement et al. 2015; Fausto y Neves 2018; Espitia y Aceitiuno Bocanegra 2006), donde las practicas relacionadas con la limpieza de áreas, roza y quema y la selección de determinadas especies por su potencial económico, entre otras, contribuyeron a crear espacios altamente biodiversos que permitieron una colonización efectiva en esta clase de ambientes, inclusive, antes de la domesticación de cultígenos. Por otra parte, el aumento de estudios interdisciplinarios en arqueología, y en particular, de la utilización de evidencias multi-proxy, han permitido un mayor acercamiento sobre las condiciones paleoecológicas en el pasado.En este trabajo, presentamos los avances a partir de datos paleoetnobotánicos y zooarqueológícos, en el sitio Pozo de la Chola (PCh), desde la perspectiva de la ecología histórica (sensu Balee 2006). El sitio se encuentra ubicado en el fondo de valle del río San Francisco, con una cronología de ocupación desde el 2500 AP., hasta 1500 AP. aproximadamente. Uno de los desafíos planteados en los últimos años, está relacionado con entender la dinámica de interacción ?entorno-sociedad?, en un principio impulsado por la diversidad vegetal propia del bosque chaqueño y la selva pedemontana, pero además por la intensa y extensa ocupación del espacio. A pesar de la notable escasez de fechados radiocarbónicos obtenidos en sitios arqueológicos de la región, se estimó una ocupación muy temprana, que se habría iniciado alrededor del 2.500 AP., con una continuidad de casi mil años, hasta mediados del primer milenio de la Era (Dougherty 1975). Sin embargo, los datos recabados al presente sobre la base de nuevas dataciones en diferentes sitios del fondo de valle no coindicen con ese escenario temporal, y habilitan a revisar, tanto la secuencia cronológica postulada, como los modelos acerca de la explotación del entorno y de la ocupación del territorio. En este contexto, se reflexiona, además, sobre las condiciones del ambiente donde se asentaron estas poblaciones y su incidencia sobre los recursos, especialmente los bosques. El enfoque de la ecología histórica concibe al paisaje como ?lugar de procesos históricos y culturales en donde los humanos tienen capacidad de acción? (Ulloa 2011:29). Esta interacción dual y recíproca entre sociedad y naturaleza a lo largo del tiempo, permite el abordaje para una comprensión de la formación de paisajes pasados y contemporáneos. Desde esta perspectiva, la metodología contempla un programa de que incluye la recuperación de evidencia botánica y faunística, además del aporte de los estudios tafonómicos y de procesos de formación de sitio. La información generada por los estudios actualísticos contribuye a evaluar el origen de la evidencia arqueológica y su relación con la ecología actual, posibilitando disponer de un amplio abanico de información sobre la interacción con el entorno circundante al sitio, en una escala de larga duración. Estos estudios incluyen: el relevamiento de la vegetación y la fauna de los contextos arqueológicos, considerando la evaluación de los procesos de bioturbación en relación con la etología animal. Los ambientes con importante disturbio antrópico modifican las condiciones iniciales de adaptación animal y crean nuevos nichos que son aprovechados de manera diferencial por algunas especies. En el caso de los bosques tropicales, las especies llamadas euryotópicas son reconocidas por ser las que toleran un amplio rango de cambios ambientales y por lo tanto se adaptan exitosamente en situaciones desventajosas para otras especies. Tradicionalmente, en las reconstrucciones paleoambientales se ha priorizado el análisis de la fauna estenotópica (animales especialistas con requerimientos de nichos reducidos), en detrimento de la fauna euryotópica, por considerar que su flexibilidad para la adaptación a diferentes ambientes no los convierte en fuente de información sobre las condiciones ambientales pasadas. Sin embargo, es justamente esta clase de fauna la que puede proveer información acerca del impacto humano por deforestación, especialmente en los bosques tropicales. Su presencia dominante en los conjuntos arqueofaunísticos puede ser un indicador de áreas con importante disturbio ambiental asociado especialmente a la presencia del hombre y su impacto sobre los recursos naturales. Un modelo complementario que podría explicar el aprovechamiento de estas especies es el de ?hunting garden? (Linares 1976). En este escenario, los restos dominantes de fauna consistirán en taxones animales que se desplazan en pequeños grupos y rangos, tienden a ser pasivos, y son propicios para vivir en ambientes liminares o disturbados.La evidencia paleoetnobotánica de macrorrestos vegetales (carpológicos y antracológicos) y de microrrestos (almidones y restos biosilíceos) en el sitio arqueológico, nos induce a pensar en una amplia interacción con el paisaje. Por un lado, el análisis de carbones y semillas sugiere la utilización de una gran diversidad de especies forestales en eventos de combustión, vinculado a la preparación de alimentos, actividades funerarias y recolección de frutos (Alavar 2017; Ortiz et al. 2017). En tanto la evidencia biosilícea, nos indica un espacio disturbado, compuesto por comunidades vegetales de gramíneas en el área residencial y seguramente rodeado por especies forestales cuidadas y toleradas por su valor económico y simbólico. La manipulación del bosque implica una selección cultural de determinados taxones, sin que esto tenga como correlato final su domesticación (Lema 2009; Trillo 2016). En todo caso, podríamos estar hablando de diversas prácticas de ?cultivo?, entendiendo a este último concepto como una forma más de interacción de las personas con el entorno vegetal. Siguiendo esta línea de razonamiento, podemos pensar al ?huerto? en el pasado, no como el espacio limitado al cultivo de especies plenamente domesticadas, sino aquel que abarca un espacio más amplio en el paisaje circundante del sitio e integra diversas especies vegetales y aquellos animales que se incorporan al espectro de explotación y/o interacción con los humanos. Los estudios actualísticos llevados a cabo, dejan entrever en el presente, un bosque antropomorfizado que alcanza incluso, posiblemente, los límites estimados del sitio, con predominio de especies forestales altamente diversas, oportunistas y de alto valor económico incluso para la población actual. La entomofauna y la fauna menor, parecen priorizar estos espacios en donde la captación de recursos alimenticios forestales y herbáceos parece ser mayor. A nivel estratigráfico detectamos procesos dinámicos de bioturbación posiblemente por la acción de agentes vegetal y animal (roedores, entomofauna y raíces). Finalmente, la proximidad espacial y cronológica de los diversos sitios arqueológicos, permite discutir posibles escenarios acerca de las condiciones que influyeron en la transformación de paisajes humanizados y sus implicancias para la dinámica de las interacciones sociales a escala regional