El otro concreto

ANDRÉS MIGUEL OSSWALD

Capital Federal

Jornada; I JORNADAS DE ESTUDIANTES DE FILOSOFÍA DE LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES; 2011

Universidad de Buenos Aires-Facultad de Filosofía y Letras

La pregunta, frecuentada una y mil veces, ya parece innecesaria. Sin embargo, la reitero una vez más: ¿qué significa para nosotros el término otro? Las respuestas se extienden, como la bibliografía al respecto, casi al infinito. Por supuesto que no pretendo aquí recorrer ese camino sino, simplemente, llamar la atención sobre un punto que, parece, haberse pasado por alto en la complejidad de la discusión; a saber: ¿cuando hablamos del otro, estamos hablando de alguien? Es decir, ¿puede el otro ser reducido a un lugar vacío en el repertorio conceptual del yo? ¿Basta para el otro ser la plenificación material de una forma dispuesta desde siempre a su espera? Así pensado, ¿puede el otro llegar a ser verdaderamente alguien distinto de mi, si su participación se restringe a cumplir con las expectativas que regulan y prefiguran su donación? Para decirlo todo: ¿basta para no estar solo, tener en mí el espacio vacío del otro o, no es esto, justamente, la definición de la soledad? La tesis filosófica que sostiene que sólo puedo afirmar, de manera indubitable, que sólo yo existo o, expresado positivamente, que estoy solo, no puede combatirse apelando a una teoría que sostenga que la alteridad tiene un carácter formal. Creo que importantes señalamientos para nuestro punto han sido desarrollados por Husserl en su V Meditación Cartesiana.