INVESTIGADORES
SAUS Maria Alejandra
capítulos de libros
Título:
La grilla y el ferrocarril. Espacio público y cultura urbana en la emergencia de un Estado permeable a lo privado
Autor/es:
MARÍA ALEJANDRA SAUS
Libro:
Estado del Arte. Cultura, sociedad y política en Bahía Blanca
Editorial:
edi UNS
Referencias:
Lugar: Bahía Blanca; Año: 2019; p. 15 - 36
Resumen:
Para Adrián Gorelik, arquitecto historiador de las ideas y la cultura urbana, el espacio público hace referencia a la forma y a la política en un sentido de colisión, inestable, siendo aquél una dimensión mediadora entre la sociedad y el Estado. Allí se exteriorizan expresiones políticas de la ciudadanía en modalidades de asociación y conflicto frente a la acción estatal. Asimismo, Gorelik destaca para la Argentina posterior al ochenta el rol fundante del Estado en el proceso de modernización, restándole gravitación al espacio público concebido como dominio de la sociedad civil. Contrariamente, para el caso de Buenos Aires argumenta en favor de un espacio público construido ´desde arriba´ con el manifiesto objetivo de modelar una sociedad que, según el reformismo estatal, estaba compuesta por elementos heterogéneos que debían ser amalgamados. Pero mientras Golerik sostiene que la grilla y el parque fueron instrumentos de regulación pública de la forma urbana en la Buenos Aires metropolitana, la escala del objeto problematizado en el caso de Bahía Blanca y las peculiares tensiones entre forma, política y significado que fueron intrínsecas a este espacio público en particular nos interpelan de otra manera. Aquí, quizá, se invierta la carga que Gorelik le quita a la modernización técnica debiendo, en cambio, pensarse la grilla en asociación directa con el ferrocarril -antes que su filiación a ideales reformistas- entre otras razones porque la alta cultura bahiense estaba asociada a la intelectualidad impuesta por Gran Bretaña. Por otro lado, Bahía Blanca es una ciudad de provincia, de escala intermedia, alejada de la marca oficial que el Estado nacional debía sellar en su Capital Federal y también distanciada de las capacidades necesarias para administrar y formalizar una nueva capital provincial. Estos fundamentos podrían sustentar el imaginario que deposita en la ausencia de una sede oficial las razones de un progreso limitado, argumento parcialmente válido ya que impide explicar la pujanza de ejemplos de ciudades como Rosario. Por ello, ante la diversidad de casos que presenta nuestro país y a partir de la idea de dialogar con las consagradas premisas de Gorelik ¿cuáles serían para Bahía Blanca las figuras, materiales y simbólicas, en disputa a partir de la modernización técnica que Gorelik minimiza para Buenos Aires? ¿Cómo podría interpelarse el Estado, en relación a la indiscutible impronta que ha tenido la acción ferroviaria británica en Bahía Blanca, desde la proposición de valorar el espacio público como resultado de una colisión entre forma y política? ¿De qué modo ha incidido sobre lo público un Estado municipal limitado en sus capacidades endógenas frente a las lógicas nacionales centralizadoras afines a los imperativos estratégicos del capital británico? Ahondaremos en algunas cualidades de Bahía Blanca para ir desenredando la madeja que intentará responder esos interrogantes. Al describir las transformaciones experimentadas por la ciudad hacia el año 1883, el cronista Benigno Lugones -corresponsal del diario La Nación- no dudó en calificar el hecho como la ´segunda fundación de Bahía Blanca´, homologando así la voluntad de forma que diera el Estado bonaerense al originario fortín (1828) con la derivada de la acción de compañías ferroviarias británicas. Esta observación optimista es sintomática de una serie de mutaciones sociales, culturales y urbanas que el periodista definiera como ´britanización´. Había mucho de rigor fáctico en esa mirada de flâneur, pues el impacto de la infraestructura ferroviaria y su efecto sobre la renta del suelo que extendiera raudamente la planta urbana por especulación inmobiliaria, habían sido prácticas tan determinantes que otro cronista, Enrique Banchs, relató su percepción urbana como un ´tumulto de rieles, de vagones, de depósitos´. No obstante, en 1910, este otro viajero relativizó el progreso narrado por Lugones, quitando el acento puesto a la prodigalidad propia de los ´anclajes del capital´ británico (Harvey, 2000) para señalar con pesadumbre lo que notaba en falta: espacios públicos y paseos de calidad, cuestión que en nuestra aproximación urbanística -culturalista y también materialista- es traducida en una propuesta que subraya una virtual ´ausencia´ de las instituciones del Estado local. A partir de estas dos crónicas que enmarcan el inicio y el declive de un proceso ocurrido en Bahía Blanca, en este capítulo intentaremos problematizar la emergencia del Estado municipal (1895) y la formación de una cultura urbana en relación a la iniciativa privada británica. Partiendo de la noción de espacio público propuesta por Gorelik, es decir, como dimensión que media entre la sociedad y el Estado en los senderos de una encrucijada, nos valdremos de diversas fuentes para estudiar sus mutaciones. Hemos privilegiado la cartografía histórica para explicar aspectos físicos del proceso y también analizar sus patrones y actores velados: los sectores que encomendaron los planos, los cartógrafos encargados de dibujarlos, las compañías ferroviarias y los agentes de colonización, los terratenientes, las acciones estatales y el contexto de circulación de esas piezas técnicas. Para ello, el capítulo explora una serie de planos urbanos siguiendo un orden cronológico, esgrimiendo un argumento que cuestiona lo público -como opuesto a lo particular- y lo privado -como independiente de lo colectivo- (Bourdieu, 2016). Así trataremos de relativizar la puja de poderes en conflicto entre ambos y, en cambio, nos orientaremos a sostener como debilidad de Bahía Blanca la porosidad de estos dominios integrados por actores itinerantes gravitando, de manera promiscua, entre ambas categorías. Menguada aquella oposición y retomando la hipótesis de Gorelik -para subvertirla- debemos afirmar que a diferencia del proyecto modernizador nacional que tuvo epicentro en Buenos Aires y de la acelerada conformación de una nueva sede provincial en La Plata (con la evidente, aunque no menos conflictiva, voluntad de forma emanada de una voluntad de poder público), en Bahía Blanca las escasas capacidades estatales del gobierno local quedaron subordinadas a una proyección estratégica externa que no contempló la densificación de la sociedad civil en el espacio público urbano. Nutrida de una perspectiva teórica institucionalista, dicha aseveración conduce a afirmar que las posibilidades del Estado de actuar ´exitosamente´ están condicionadas por sus capacidades. La noción de capacidad estatal depende, entonces, de la fortaleza de sus instituciones y las redes de articulación desarrolladas con los actores económico-sociales (Fernández, et. al. 2016).Planteamos así la grilla y el ferrocarril como un juego de palabras que remite al texto de Gorelik puesto que intentaremos discutir, ante la fragilidad estatal bahiense, la voluntad de forma de un proyecto nacional que se ha valido de la grilla y el parque al procurar concebir planes para su Capital Federal. No obstante, Bahía Blanca había dinamizado varios proyectos fallidos en la esfera pública: disputando la sede a La Plata, proponiendo ser la capital de una nueva provincia, pretendiendo convertirse en nodo regional, pero todos ellos aspiraron a irradiar su presunto liderazgo patagónico, careciendo la elite política de un ideal endógeno cimentado en un modelo de civilidad que trascendiera los imperativos materiales. Exhibiendo las disonancias de una acuciante improvisación y al renunciar a una posible articulación entre sociedad civil y Estado que fuera modelada ex profeso, el gobierno municipal redujo la chance de un enraizamiento sinergizador con la sociedad local, al quedar atrapado en disputas político-partidarias enfrentadas en una incipiente burocracia estatal y en sus propias divisiones e inestabilidades internas. El capítulo cierra su unidad histórica con un escenario que intentó revertir aquella falta de representatividad en el espacio urbano. Se trata de la celebración del centenario de Bahía Blanca (1928), momento en el cual la ciudad asistió a una ´invasión estatuaria´ a partir de su monumentalización con alegorías de una identidad cosmopolita cuando procuraba sintetizar la primera y la segunda fundación en acaloradas disputas que ratificaron la hegemonía británica en sus acciones más relevantes. Por ello, este capítulo se remonta al siglo XIX con el fin de rastrear, desde documentos provistos por crónicas e imágenes cartográficas, los orígenes de una emergente cultura urbana que a duras penas ha logrado instituir a su propia urbe como obra de arte. Transversalmente, discutiremos la oposición público-privado, exhibiendo las trayectorias de los actores que transitaron ambas esferas como razones de las escasas capacidades estatales para imponer una forma.