IPEHCS   26259
INSTITUTO PATAGONICO DE ESTUDIOS DE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
Unidad Ejecutora - UE
capítulos de libros
Título:
Claves para comprender la historia de Neuquén. Estado y partido
Autor/es:
ORIETTA FAVARO
Libro:
Neuquén:60-20-10
Editorial:
FADECS
Referencias:
Lugar: Río Negro; Año: 2017; p. 115 - 142
Resumen:
Los partidos políticos son parte de la vida de la democracia. Desde los años ?80 hicieron esfuerzos importantes por democratizarse internamente, aceptar resultados un poco adversos y con el paso del tiempo, fueron mutando y mutando el sistema político. Mostraron su capacidad de movilización, discutiendo en sus locales y en las calles. Sin embargo en los últimos años, los partidos mostraron dificultades para asegurar su permanencia y motivar la cooperación de los derrotados no sólo en sus competencias internas, sino fundamentalmente, los que se encontraban enfrente, en el sistema partidario. Argentina cuenta con un sistema partidario poco representativo de las transformaciones de los clivajes estructurales socioeconómicas en demandas, que el sistema convierte en políticas (Grossi y Gritti, 1989). Los partidos y el sistema político, explicitan y cristalizan los conflictos derivados de esa disociación y llevan a los ciudadanos a aliarse, a pesar de ello, en la contradicción conflicto-integración. Un sistema político se origina y mantiene por la agregación de intereses, la estructuración de alternativas, producción de decisiones y el recambio del personal (Pasquino, 1980:72-73).En este sentido, el sistema político argentino estuvo caracterizado por el radicalismo y el peronismo; el primero pensó a su votante más como ciudadano y en términos políticos y el peronismo, como obrero y expresión corporativa. Ello tiene que ver no sólo con los orígenes de cada partido sino por los sectores sociales que cada uno incorporó a la vida política. *Doctora en Historia. Investigadora IPEHCS-CONICET/Cehepyc-CLACSO. UNCo. Correo electrónico: oriettafavaro@speedy.com.arLa experiencia de la exclusión del peronismo entre el 1955 y 1973 fue un momento a partir del cual se desarrolló un juego imposible (Smulovitz, 1986: 144) agudizando los problemas, en un contexto en el cual el ganador se llevaba todo y alcanzaba el poder por la exclusión legal del ganador potencial. En tanto las reglas no tenían vigencia, el juego enfrentaba a los partidos en un dilema irresoluble, que se pensó se resolvía en 1973. Los problemas en el interior del peronismo, la lucha faccional y los cambios cualitativos y cuantitativos de la sociedad argentina lo impidieron. El regreso de Perón reafirmó esa impotencia, pareció ser el alfa y omega del sistema político; no obstantes los hechos de Ezeiza entre otros, muestran la realidad del peronismo y de Perón y la puesta en marcha de políticas ? no siempre acertadas- de propios y extraños. Dictadura mediante (1976-82/83), fueron significativas las elecciones que dieron el triunfo a Alfonsín en 1983, ya que por primera vez, el peronismo fue derrotado en elecciones libres y sin proscripciones. La recuperación de la democracia marchó acompañada, de modo consecuente, con sustantivos cambios en el sistema de partidos, que se caracterizó entre otras cuestiones, no sólo por su reaparición en la escena política sino fundamentalmente, por la valoración democrática con una notable afiliación de ciudadanos. La Unión Cívica Radical, después de sus importantes triunfos de 1983 y 1985, cuando su fortaleza hacía pensar en un proyecto de cien años de democracia encabezando un tercer movimiento histórico, comenzó a perder presencia para ?disolverse? lentamente en una cantidad de agrupaciones en el marco de la crisis económica y social. Fue perdiendo consistencia electoral, conformándose en el orden nacional, en una variedad de agrupaciones alineadas ideológicas y desprendidas de su tronco. Mientras que el Justicialismo derrotado, por primera vez en su historia, comenzó a fijar bases para su transformación institucional, cambios programáticos y selección de dirigencia. El predominio de radicales y peronistas en el escenario político nacional en los años ?80 se sostuvo sobre la hegemonía que mantenían ambos partidos en los espacios provinciales. A pesar de cierta persistencia del bipartidismo, se comenzó a observar fragmentación del sistema partidario desde los años 1990 y no se trataba del mismo modo en todas las provincias; la fragmentación en las jurisdicciones más pobladas contrastaba con la estabilidad relativa de las provincias medianas y pequeñas. Durante las primeras tres décadas de democracia, las elecciones mostraban que el peronismo triunfaba en la mayoría de las oportunidades, el radicalismo (o La Alianza en 1995) en segundo lugar y disminuía el papel que habían ocupado los partidos provinciales en ese contexto bipartidista. Los oficialismos provinciales pudieron administrar los efectos poco positivos de la creciente competencia partidaria, con una especie de control de fronteras, es decir resguardando los actores políticos locales. Tengamos en cuenta que los partidos provinciales mantuvieron la llave durante estas décadas de la mayoría en el senado y desde 1987 fueron claves para conformar mayorías en diputados. Ello se debe, en parte, a que la mayoría de las provincias dependen del Estado nacional económicamente y éste necesita obtener apoyo político; son herramientas de negociación utilizadas en numerosas ocasiones ante el poder central para obtener beneficios. Pero la clave de la supervivencia de los partidos provinciales está en su carácter territorial, los fuertes liderazgos locales y la generación de redes clientelares con electorados cautivos.Entre los partidos provinciales, merece prestar atención a una fuerza política en Neuquén que durante años fue hegemónica en el sistema político, actúa como partido-estado y la utilización de estrategias de reproducción durante más de cincuenta años, le permite controlar el sistema político neuquino que no cuenta con alternancia. La oposición, peronistas, radicales u otros partidos, participan de la legislatura y de diferentes intendencias, incluso en algunos son gobierno; no obstante a la fecha, Neuquén no ofrece un partido que de la oposición pase a ser partido de gobierno, por lo menos en el nivel de poder ejecutivo local. El objetivo de la presentación es dar cuenta de las características del estado neuquino, su sistema partidario, del MPN como partido- estado y de las estrategias de reproducción en la fuerza política local entre 1983-2003. El desarrollo de la propuesta tiene un núcleo central en el que se analiza la constitución del estado neuquino y del partido, para dar cuenta de los tres momentos del mismo: neoperonista, peronista y provincial. Luego se analizan los factores que contribuyeron a la constitución de un partido-estado, su hegemonía en el sistema político neuquino y los elementos que confluyen en la inexistencia de alternancia. De lo que se trata es reflexionar sobre un tema de la historia política que no cesa en expandirse y en la que la provincia es una protagonista más de la escena nacional. Sin ingresar en la historia convencional o clásica que recorta los acontecimientos, se intenta construir y de- construir una trama política y dentro de las posibilidades del proceso histórico, dialogar con otras interpretaciones con el objetivo de reflexionar sobre el emepenismo como partido de gobierno y de poder.