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Pensar en las bibliotecas populares en Argentina supone volver la mirada hacia las bases de una tradición cultural que se mantiene vigente hasta nuestros días, tangible en los más de dos mil establecimientos subvencionados y dispersos por todo el territorio nacional. La historia de los orígenes de esa tradición es una deuda pendiente. Se sabe que Domingo Faustino Sarmiento fue unos de sus principales impulsores, pero se han callado largamente las vidas de aquellos lectores anónimos que le dieron sentido a esas instituciones con sus decisiones y voluntades, así como también la singular ?y casi artesanal? participación que tuvo el Estado nacional en la construcción de esta política de la lectura en el último tercio del siglo XIX. La investigación que presento cruza esos ejes a partir de los enfoques teóricos formados en las últimas décadas por la moderna historiografía sobre el libro y la lectura. El resultado conduce a un camino de veinte años de proyectos e ilusiones, concreciones y frustraciones, olvidos y resignificaciones. Los distintos pasajes del trabajo brindan un panorama integral de ese itinerario zigzagueante a través de un dispositivo analítico que relaciona distintos núcleos temáticos: las propuestas sarmientinas de modernización cultural, la construcción de los públicos lectores, las disposiciones estatales, la formación de sociabilidades de lectura, la circulación de los libros, las tensiones que provoca la diversidad de juicios sobre la buena lectura, la organización bibliotecológica de las rutinas y la constitución de espacios para la intervención de las lectoras, entre otros aspectos.