IDIHCS   22126
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
Autonomía y política del arte. Encuentros y disonancias entre Adorno y Dewey.
Autor/es:
RUEDA LEOPOLDO
Lugar:
CABA
Reunión:
Congreso; 51° Jornadas de Estudios Americanos. Imaginarios y Cultura. Asociación Argentina de Estudios Americanos; 2019
Institución organizadora:
Asociación de Estudios Americano
Resumen:
Una larga historia de desencuentros tiñe las relaciones teóricas entre la teoría crítica y el pragmatismo. Pero también, una tradición abierta por Hans Joas ha intentado aproximar estas dos corrientes en aspectos fundamentales, entendiendo que hay allí un posible y fructífero diálogo. Este trabajo parte de la sospecha de que, pese a puntos de partidas radicalmente distintos, las reflexiones sobre el arte de Adorno y Dewey comparten importantes momentos de confluencia, sobre todo en lo que respecta a la vinculación, siempre polémica, del arte con la praxis social y política. La discusión de esta problemática relación ha encontrado su núcleo de tratamiento en la categoría de autonomía, sobre la cual basaremos la indagación en nuestro texto.En Teoría Estética (1970), Theodor Adorno sostiene que la genuina obra de arte es tanto autónoma como un fait social. El arte, defenderá Adorno, es su litigio con lo otro y la antítesis social de la sociedad. Es desde esta doble carácter, como sostiene Prestifilippo (2017: 21), que la teoría social del arte de Adorno es una teoría acerca de la significación ético-política de este, cuyo horizonte no es otro que el de la sociabilidad democrática en sentido emancipatorio. La concepción de la obra de arte como forma, como refus, como negatividad, como signo y cosa, o sonido y sentido, pueden ser interpretadas desde esta perspectiva.Desde una versión naturalista del arte, y sin apelar al vocabulario de la autonomía, John Dewey interpreta también de un modo no ingenuo los modos en que se relacionan el arte y la sociedad de la cual éste participa. En El arte como experiencia (1934) Dewey sostiene su concepción de que las obras de arte deben ser entendidas como la experiencia llevada en términos emocionales de un cuerpo de significados extraídos de la experiencia de una comunidad, pero que al hacerlo llevan a esta experiencia más allá de sí misma, transfigurando dichos significados. Esta concepción le permitirá en el último capítulo abrir una perspectiva emancipadora del arte, donde al hacer lo que el arte hace, genera una comunidad de individuos que participan en significados comunes y que pueden, vía una actividad inteligente y creativa, es decir, artísticamente modelada, reforzar y ampliar la comunidad y llevar adelante una vida más plena y libre.No obstante ¿De qué modo puede o debe el arte abrir una perspectiva emancipadora? Puede interpretarse el debate en términos de la manera en que la obra participa de la sociedad acentuando su pertenencia a esta o poniendo la atención a la manera en que participa retirándose de ella, lo cual nos llevará a una posible reinterpretación de la discusión en términos de una objeción a lo social que se lleva a cabo o bien desde el silencio o bien desde la comunicación. Trataré de defender en este trabajo que Adorno y Dewey de alguna manera acentuaron uno y otro foco, pero sin descuidar el alternativo. Queda la pregunta latente de si puede esta cuestión dirimirse en términos de acentos o se requiere alguna posición mucho más fuerte