IADIZA   20886
INSTITUTO ARGENTINO DE INVESTIGACIONES DE LAS ZONAS ARIDAS
Unidad Ejecutora - UE
artículos
Título:
La cría del cabrito y su uso culinario en la argentina
Autor/es:
PAEZ SEBASTIAN; EGEA VANINA; GRILLI DIEGO; FUCILI MERCEDES; GUEVARA JUAN CARLOS; PAEZ JESUS; ALLEGRETTI LILIANA
Revista:
Agropalca
Editorial:
Palca
Referencias:
Lugar: Islas Canarias; Año: 2011 vol. 12 p. 24 - 24
ISSN:
1889-4259
Resumen:
La población de ganado
caprino en Latinoamérica se estima en unos 34,5 millones de cabezas,
representando el 4 % de las existencias mundiales. En el continente americano,
los países con mayor cantidad son Brasil, México y Argentina que se ubica en
tercer lugar con alrededor de 4,2 millones de caprinos. En la Argentina, la ganadería
caprina se distribuye principalmente en 3 grandes regiones ubicadas en el
noroeste (NOA, 37 %), centro-oeste (Cuyo, 21 %) y sur del país (Patagonia, 24
%). El relieve de estas regiones varía desde planicies hasta cordones
montañosos con volcanes, valles y quebradas en el oeste, pertenecientes a la
cordillera de Los Andes, que recorre todo el país de norte a sur. En el país
existen alrededor de 47.000 establecimientos de producción caprina, puestos,
que pertenecen en su mayoría a productores, puesteros, de escasos recursos
económicos y nivel sociocultural, con problemas en la tenencia de las tierras
que habitan y en las que asientan su producción. Los sistemas productivos se
caracterizan por su bajo valor agregado, baja inversión en infraestructura y
tecnología. Los campos no poseen alambradas perimetrales que delimiten las
zonas de pastoreo y los corrales son construidos con recursos de la zona:
rocas, maderas, arbustos, etc. La crianza de las cabras se realiza bajo
sistemas de pastoreo continuo y extensivo, los animales pastorean libremente en
los campos naturales con escaso o nulo control por parte de los productores. En
general no se proporcionan alimentos suplementarios, lo que lleva a que los
resultados productivos estén estrechamente ligados a las condiciones climáticas
y a que los animales no expresen su potencial productivo. Mientras que en la Patagonia predomina la
raza Angora productora de fibra mohair, en el resto del país las cabras
predominantes son Criollas, descendientes de razas españolas y productoras de
carne, representando más del 80% del
total de caprinos. En Argentina, la
capricultura se orienta principalmente a la producción de carne para consumo,
obteniendo como principal producto el cabrito lechal o mamón (también
denominado chivo), criado en lactancia natural y a veces con la ayuda de
cabras nodrizas. Los cabritos son
retirados del campo por acopiadores provenientes de las ciudades, quienes
solamente compran los cabritos que alcanzaron una condición corporal y estado
de engrasamiento comercialmente
aceptable. El mercado argentino consume exclusivamente cabritos de un peso vivo
entre 7 y 12 kg,
logrados entre los 60 y 90 días de edad, según la zona. La oferta de estos
cabritos se concentra principalmente en los meses de diciembre y enero. Desde
hace 4 años, se celebra la
Fiesta Nacional del Chivo, en la cual se cocinan
simultáneamente más de mil chivos a
las llamas. Estos cabritos son cocinados utilizando una cruz de hierro con
varias crucetas en las que se fijan los chivos por las patas, previa apertura
de la canal por el esternón sin cortar el espinazo. La cruz se inserta en el
suelo y se hace fuego de leña al costado, rotando las cruces sobre su eje
longitudinal para asar los chivos por ambos lados. Otro método de cocción muy
común, es el asado del cabrito sobre una parrilla de metal y brasas de leña de
algarrobo, un árbol común del monte argentino.
Los cabritos que no alcanzan un estado corporal óptimo
para su comercialización en la época de venta, son castrados y criados hasta
mayores pesos, denominándolos en algunas zonas como capones. Los capones no
son aprovechados por el mercado y son consumidos por el productor o no son
utilizados. Investigadores del IADIZA (Instituto Argentino de Investigaciones
de las Zonas
Áridas), UNC (Universidad Nacional de Cuyo) y el INTA
(Instituto Nacional de Tecnología
Agropecuaria) han realizado ensayos de crianza de capones en sistemas
intensivos y extensivos. Los primeros fueron alimentados a corral con alfalfa y
maíz; alcanzando ganancias de peso de 88 g por día, con pesos de faena y de canal de
38 y 19,4 kg,
respectivamente, a los 13 meses de edad.
Mientras que capones pastoreando pastizales naturales en
la región de Cuyo, sin suplementación alimentaria, lograron ganancias diarias
de peso entre 50 y 60 g,
con canales que oscilaron entre los 15 y 23 kg, en animales de 12 y 24 meses de edad,
respectivamente. Medias reses de estos capones fueron enviadas a la Escuela Internacional
de Turismo, Hotelería y Gastronomía de
Mendoza, Islas Malvinas, donde se realizaron distintos cortes de la
canal, con los que se elaboraron diferentes platos. Estos platos fueron
sometidos a un panel de degustación de 42 personas del público en general. Más
del 80% del panel de degustación destacó las muy buenas características en
cuanto a terneza y sabor de la carne. Los profesionales de gastronomía opinaron
que el mayor peso y tamaño de la canal de capones con respecto a los cabritos,
permite mayores alternativas en la preparación de platos, con un mayor
rendimiento al plato, debido a una mayor relación carne/hueso en los capones.
Teniendo en cuenta las características en cuanto a terneza y sabor de la carne
de estos animales, se considera que se podría lograr un alto grado de
aceptación en los consumidores de carne caprina, permitiendo además dar destino
comercial a los cabritos que no alcanzaron el estado corporal óptimo para su
comercialización, y satisfacer el mercado argentino en las épocas del año en
que la oferta de cabritos es muy baja.