CIECS   20730
CENTRO DE INVESTIGACIONES Y ESTUDIOS SOBRE CULTURA Y SOCIEDAD
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
Experiencias de subjetivación política juvenil en la Marcha de la Gorra. Estrategias de biorresistencia y disputas por el espacio público frente al policiamiento del Estado Cordobés
Autor/es:
ROLDAN MACARENA DEL VALLE
Lugar:
Córdoba
Reunión:
Congreso; VI Reunión Nacional de Investigadores/as en Juventudes Argentinas, ?Protagonismos juveniles a 100 años de la Reforma Universitaria: acciones y debates por los derechos que nos faltan.?; 2018
Institución organizadora:
Red Nacional de Investigadores/as sobre Juventudes Argentinas
Resumen:
Este trabajo presenta los avances de una tesis doctoral que tiene como objetivo el estudio de los procesos de subjetivación política juvenil en la Marcha de la Gorra. Esta acción colectiva consiste en una manifestación multitudinaria con una gran participación juvenil, que tiene lugar desde el año 2007 en el escenario local cordobés. El organizador más visible es el Colectivo de Jóvenes por Nuestros Derechos, acompañado por una multiplicidad de agrupaciones políticas y organizaciones sociales de diversa procedencia política y/o territorial. Esta manifestación se configura a la manera de una acción colectiva contenciosa (Tarrow, 1997) y tiene como objetivo instalar un reclamo contra las políticas públicas de seguridad del Estado Provincial. Se denuncia, de un modo particular, la regulación que el accionar policial ejerce sobre las posibilidades de circulación en la trama urbana y que tiene como blanco preferente a los jóvenes de sectores populares, quienes permanentemente son vistos como sospechosos y son detenidos (Bonvillani, 2015). La arbitrariedad de la aplicación de los códigos contravencionales (Código de Faltas, anteriormente, hoy reemplazado por el Código de Convivencia Ciudadana), que habilita procedimientos abusivos de parte de las fuerzas policiales, es insistentemente cuestionada desde la Marcha. Este repudio se materializa en la elección del objeto-símbolo gorra -que le da nombre a la acción colectiva-, en tanto mostración de un símbolo de la etiqueta social por la cual los jóvenes son identificados como peligrosos y son detenidos (Bonvillani y Chaboux, 2016). De este modo, esta concentración multitudinaria de jóvenes para marchar un día de noviembre por las calles del centro de la ciudad, irrumpe en la escena pública de Córdoba con una diversidad de expresiones estéticas y artísticas (Bonvillani y Roldán, 2017) que remiten de manera constante a símbolos e imágenes de la cultura popular cordobesa. De este modo, el objetivo de este trabajo es ubicar a la Marcha de la Gorra en tanto experiencia de subjetivación política de jóvenes cordobeses, considerando, especialmente, la construcción subjetiva del territorio que esta acción colectiva supone. Lo territorial aparece vinculado con el espacio público en disputa, el cual es negado de múltiples formas a los jóvenes de sectores populares. Es este mismo lugar, a través de su ocupación disruptiva, el que se constituye en escenario de la acción colectiva, la cual opera en orden a desestabilizar el tradicional ordenamiento de los cuerpos en el espacio común.El ordenamiento de los cuerpos se apoya en una lógica policial de distribución y regulación que se materializa en el espacio público. Así, las múltiples formas de experimentar el mismo, aparecen atravesadas por los procesos de fragmentación social, donde lo urbano se configura en relación a una distribución de cuerpos que contempla características de etnia y de clase, que torna a algunas presencias ?deseables? y a otras ?indeseables? (Espoz, 2009; Lindón, 2015). En este sentido, la problemática del territorio se torna central. Las zonas céntricas de la ciudad aparecen vedadas para aquellos sujetos que no se ajustan a los criterios de ?deseabilidad social? para la permanencia en estos espacios, quedando relegados a moverse en las periferias de la ciudad. Así, los barrios populares se ubican cada vez más distantes del centro urbano, obstaculizando aún más las posibilidades de tránsito de quienes viven allí (Boito y Michelazzo, 2014). De este modo, las disposiciones urbanas y los emplazamientos barriales, en articulación con las fuerzas policiales que regulan la circulación de los cuerpos en el espacio público, dificultan el libre acceso de los jóvenes de sectores populares al centro de la ciudad. No obstante, la cuestión del territorio opera desde otra vertiente de sentido, y lo hace en relación a la construcción de formas de participación política en el espacio público que se gestan en y desde el barrio, para luego ser puestas en acto, en este caso, en la Marcha de la Gorra. Así, frente a los procesos de segregación que se materializan en el espacio urbano, los modos de subjetivación política que tienen lugar en la Marcha, dan cuenta de estrategias de resistencia que se generan a partir de un ejercicio territorializado de la política.La Marcha de la Gorra correspondiente al año 2016 constituirá la Décima Edición de esta acción colectiva juvenil, lo cual la convierte en una experiencia de organización y lucha colectiva histórica, tanto a nivel provincial como nacional. Este fenómeno de protesta que conjuga el reconocimiento de la cultura popular de los jóvenes con la disputa por la posibilidad de circular/habitar el espacio público, se constituye en un terreno de lucha decisivo, en el que la resistencia se encara decididamente desde la reivindicación de la vida y del cuerpo de los jóvenes.La más extrema de las violencias que estos jóvenes sufren es la eliminación física, que aquí es conceptualizada como procesos de juvenicidio. En este sentido, la Marcha pone en visibilidad los numerosos casos de asesinatos de jóvenes en los que se ven involucrados miembros de las fuerzas policiales (en la jerga local, casos de gatillo fácil). No obstante, el término juvenicidio remite no sólo al potencial exterminio físico de los jóvenes, sino que también se traduce en una operación de persecución y hostigamiento sistemáticos que limita las condiciones para su desarrollo singular y colectivo, tal como ocurre con las restricciones para el acceso y la circulación en el espacio céntrico de la ciudad. En este escenario, que parece agravarse a partir del recrudecimiento de las políticas provinciales de seguridad, la Marcha de la Gorra se erige como un momento-espacio de protesta juvenil en el que se ponen en acto estrategias de biorresistencia, ancladas en los repertorios corporales y estéticos de los marchantes, quienes intervienen de manera directa en el espacio público, irrumpiendo en las calles del centro de la ciudad una tarde al año. La categoría biorresistencia es acuñada por Valenzuela Arce (2015), quien a partir de los desarrollos foucaultianos sobre la biopolítica, construye también el concepto de biocultura para referirse al entramado complejo en el que se articulan procesos de sujeción pero también de resistencia, y que tienen al cuerpo como territorio material en el que se tensionan ambos movimientos. Como bien señala el autor, el cuerpo ha adquirido una centralidad incuestionable en la disputa social en tanto recurso de mediación cultural. En la biocultura está implicada la dimensión biopolítica, entendiéndola como el conjunto de dispositivos que tienden al control y al moldeamiento de cuerpos disciplinados, que actúen de acuerdo con determinados modelos de sujeto, pero, no obstante, la biocultura no permanece reducida a ésta. En la concepción de lo biocultural se incluye además ?el conjunto de formas de vivir y significar el cuerpo por parte de personas o actores y grupos sociales en clara resistencia, disputa o desafío a las disposiciones biopolíticas? (p. 14), que se define como procesos de biorresistencia. Los sujetos y los grupos establecen relaciones dinámicas con las disposiciones homogenizadoras y disciplinantes, y generan procesos de biorresistencia a partir de los cuales pueden disputar el control y los significados sobre el cuerpo. Así, esta dimensión biocultural se refiere a la semantización del cuerpo y a la disputa por su control, pero también a la participación de éste como elemento de resistencia cultural o como expresión artística (Valenzuela Arce, 2015). Estas lecturas constituyen un aporte fundamental para pensar las estrategias de reposicionamiento y de autoproducción de los jóvenes para sí mismos y frente a los demás que les permiten confrontar significaciones y construir nuevos espacios de sentido. En el contexto de la Marcha de la Gorra, estas estrategias de biorresistencia se materializan en intervenciones artísticas, bailes, graffitis, vestimentas, maquillajes y una diversidad de elementos performáticos que procuran desestabilizar los sentidos hegemónicos que circulan en torno a las juventudes populares y visibilizar un escenario de violación sistemática de los derechos de los jóvenes. Esta investigación parte de un enfoque cualitativo y se inscribe dentro de la ?etnografía de evento? (Borges, 2004), empleando un mosaiquismo metodológico para su desarrollo que incluye entrevistas en profundidad; conversaciones en marcha; registros observacionales, fílmicos y audiovisuales; auto-registros y etnografía virtual.