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La manera en que interactuamos con los diferentes espacios, con otras personas, e incluso con nosotros mismos, es cada vez más un proceso mediado por dispositivos tecnológicos, lo cual señala una transformación en las concepciones de espacialidad y temporalidad, en particular aquellos que anclaban los procesos de ?producción? y ?consumo? entendidos como dinámicas sociales estructurales desde la revolución industrial a esta parte. Las formas del producir y del consumir aparecen entonces como dos lugares claves para interpretar como somos, nos sentimos, percibimos en un contexto determinado. Lo digital emerge como ?la nueva arquitectura del espacio público? (Caletti, 2000), del territorio, y la creciente presencia de aplicaciones que promueven la generación de datos geolocalizados a través de la participación de los ?usuarios?, se traduce en la conformación de un mapa, factible y realizable sólo a partir de instancias de consumo. Esto aparece, a priori, como una opción al sujeto de ser productor de un contenido. Por otro lado, la reflexión aquí planteada debe ser atravesada por la comprensión de la manera en que el sujeto se constituye en un doble juego en el que participa, produce, visibiliza y se escenifica, en un proceso de construcción de su subjetividad atravesada por el consumo como dinámica de producción.El presente trabajo reflexiona desde la ?crítica ideológica? (?i?ek, 2003) sobre los alcances y limitaciones -en términos ideológicos- de la categoría ?prosumidor? como antecedente histórico a la vez que encuadre socio-ideológico, de múltiples prácticas en los escenarios digitales contemporáneos que implican, cada vez más, la ?erradicación de la multiplicidad?. La ambivalente situación de producción y consumo en un mismo espacio-tiempo, indica un tipo de experiencia cuyos efectos en la configuración de subjetividades (individuales, colectivas), aun necesitamos interrogar.