CIECS   20730
CENTRO DE INVESTIGACIONES Y ESTUDIOS SOBRE CULTURA Y SOCIEDAD
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
El Trastorno por Dédicit de Atención con Hiperactividad como término dentro de un mundo de significados
Autor/es:
REVILLO, D.A.; ARIAS, C.; MORA, M.
Lugar:
La Falda, Córdoba
Reunión:
Congreso; XXVIII Jornadas de Epistemología e Historia de la Ciencia; 2017
Resumen:
Existen argumentos para pensar que TDAH es un conjunto de comportamientos agrupados en función de criterios sociales característicos de esta época, dando cuenta de una construcción social del diagnóstico. Al mismo tiempo, las explicaciones etiológicas de este trastorno, que asumen que tiene una base cerebral, se sostienen sobre evidencias inconsistentes, y no han podido concluir la empresa de definir en términos médicos un problema que ha sido planteado en términos de ?síntomas comportamentales?. Es decir, no se han encontrado ni marcadores genéticos, neuroquímicos o neuroanatómicos que puedan ser utilizados con fines diagnósticos ni que guíen el tratamiento. Tanto desde dentro como desde fuera de la psiquiatría aparecen, cada vez con mayor frecuencia, reflexiones acerca de la imposibilidad de estudiar los diagnósticos psiquiátricos, como el TDAH, a partir de la descripción del funcionamiento del cerebro. Sin embargo, es común encontrar entre las personas diagnosticadas, sus familiares y docentes, una resistencia a abandonar el diagnóstico. A la vez, el TDAH es aceptado como una categoría válida también entre investigadores y profesionales de la salud. Esta resistencia puede reflejar, entre otras cosas, las funciones organizadora, normativa y explicativa que cumple el diagnóstico. Estas funciones son alimentadas porque las críticas a su existencia como patología vinculada al cerebro se mantienen alejadas de los usuarios de los servicios de salud mental, y quedan restringidas a círculos académicos especializados. Además existen refugios retóricos difícilmente refutables con evidencia empírica, como los argumentos del ?sobrediagnóstico? y de la ?promesa tecnológica?, que se combinan y complementan, permitiendo asumir que un porcentaje elevado de los niños diagnosticados no tienen la enfermedad, sin la necesidad de poner en duda que ésta existe como patología cerebral. Se dice que aunque actualmente no se puedan especificar los marcadores biológicos, la investigación y la tecnología nos permitirán disponer de un sistema conceptual y práctico para desarrollar una medicina de precisión, que guíe tanto el diagnóstico como el tratamiento de los problemas de salud mental. De esta manera, un problema que puede pensarse filosófica, política, cultural o socialmente queda reducido a un problema biotecnológico.Estos argumentos polarizan las discusiones entre quienes defienden su existencia biológica frente a los que consideran el TDAH como una construcción social. Desde esta última posición se aboga por la abolición no sólo del TDAH, sino también del resto de categorías diagnósticas. Sin embargo, las alternativas investigativas e interventivas que se proponen para relacionarnos de manera distinta con los problemas que en la actualidad se abarcan explicativa y reductivamente mediante las categorías diagnósticas, no están estructuradas de manera simple y no están suficientemente discutidas y difundidas. Alternativamente podemos pensar al diagnóstico TDAH más allá de este debate no como un problema situado dentro del niño o en su patrón de comportamiento, sino como una categoría que refleja todo lo que hacemos los actores e instituciones que contribuimos a su existencia. Desde esta perspectiva sistémica, podemos asumir que el TDAH existe, lo cual evita el hueco explicativo que dejaría la abolición inmediata de la categoría diagnóstica. Así es posible entender y discutir que la categoría TDAH cumple múltiples funciones explicativas, normativas, organizadoras e institucionales, a la vez que tiene numerosas consecuencias, que se pueden analizar en cada uno de los contextos y a partir de los distintos actores que mantenemos su existencia (investigadores, docentes, usuarios de los servicios de salud, profesionales de la salud, políticos, etc.), sin necesidad, al menos por el momento, de renunciar a las categorías diagnósticas. Creemos que de esta manera se puede trabajar sobre un cambio en su significado, que entendemos que depende de los usos de la categoría y no de sus definiciones.