La ´cara´ como materialización de clase y construcción social. Notas para su interpretación

EMILIO J. SEVESO ZANIN

Villa Maria

Encuentro; IV Encuentro Internacional sobre Vida Cotidiana, Conflicto y Estructura Social, Centro de Investigaciones y Estudios Sociológicos; 2014

Universidad Nacional de Villa Maria

Mediado por un trabajo expropiatorio y a la vez ideológico que marca no solo su forma y figura, sino también sus significaciones y sensibilidades, el cuerpo es objeto de un ejercicio de regulación constante. La totalidad estructurante apela continuamente a su forma de presentación, disponiendo de todo un régimen de sensibilidades para evaluarlo y escrutarlo. Dentro del orden de la interacción, la exterioridad corporal ?sella? la identidad de un individuo, como indicio de los atributos más profundos que parecen caracterizarlo; de modo tal que, conforme a ella, es reconocido y asignado a lugares específicos dentro de la estructura social. Así, una imagen agradable, melódica y acorde con la sinfonía del capital, adquiere una potencialidad amplia para ingresar y participar en escenarios de acción e interacción; mientras que la presencia de un sujeto que disiente por su rostrificación de clase, que porta el semblante de la expulsión, acentúa las distancias sociales y refuerza los muros y fronteras que impone la sociedad clasista. Partiendo de estas consideraciones, el presente ensayo propone indagar el lugar de ?la cara? en el proceso de construcción de una imagen social aceptable. En línea con lo expuesto, interesa rastrear el ejercicio ideológico constante que, como imperativo y seducción, conlleva la aceptación de los parámetros del mercado como forma legítima de auto-percepción y hetero-reconocimiento del mundo. Siguiendo a Erving Goffman, la noción abarca mucho más que el aspecto del rostro en un sentido fisonómico o el manejo de las expresiones dentro de una situación de interacción. La cara es parte de la construcción de identidad e imagen, que si bien está anclada a formas conductuales que deben adecuarse a la situación de co-presencia -como miradas, gestos faciales, posturas y afirmaciones verbales-, conlleva a su vez la construcción de un sentido más profundo, coherente con los escenarios de acción/interacción instituidos. Así, de acuerdo con Goffman, la cara es la imagen que un sujeto delinea para otros en términos de un conjunto de atributos sociales aprobados, comprendiendo a su vez al ?valor social positivo? que reclama de acuerdo con la línea de comportamiento que expresa. Más allá de la perspectiva dramatúrgia, es importante enfatizar la dimensión conflictual que esta situación implica. Las condiciones de acción y los modos interaccionales deben ser interpretadas como expresión de las luchas cotidianas por la construcción y afirmación, clasificación y definición del mundo. El modo en que los sujetos actúan/deben actuar socialmente está vinculado a percepciones y significados, prácticas y expectativas, que se desarrollan y despliegan a partir de procesos de subordinación y dominación, definiendo aquello que es legítimo en la construcción expresiva y sus afirmaciones cotidianas. Desde cierto punto de vista, superar los muros y fronteras que la sociedad impone a un sujeto, implica un ejercicio de presentación. El trabajo de "alineación" de la cara implica muchas veces la búsqueda de concordancia entre lo que el sujeto expresa de sí y la expectativa existente (lo cual no implica necesariamente un proceso racional ni consciente); pero también una práctica de ?saber venderse? (según expresa el sentido coloquial) con el fin de eludir las barreras que separan de un otro por diferencia y distinción de clase. Es posible observar aquí, doblemente, un ejercicio de violencia sistémica y epistémica que regula/dicta las normas adecuadas al cuerpo llevando a un proceso de mercantilización corporal para lograr la aceptación. En el análisis de estas relaciones es que se dirige la presentación de este trabajo.