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En marzo de 2015, mantuvimos con algunos de los integrantes del Colectivo de Jóvenes por nuestros derechos (en adelante, el Colectivo), una conversación respecto de lo que les parecía el ?proto-libro?: así denominamos el proyecto de lo que ahora soporta estas letras, antes de que lo compartiéramos con los jóvenes. En esa oportunidad, algunos de los comentarios que recibimos se orientaron a solicitar que, en tanto investigadores y también militantes de la causa de la Marcha de la Gorra (en adelante, la Marcha), fuéramos más explícitos respecto de nuestra perspectiva acerca de los aspectos políticos de la experiencia de movilización. Concretamente: ?vemos un montón de multiplicidades de miradas y de trayectos y experiencias que a nosotros nos dan ganas de que nos digan: ?che, nosotros vemos esto??, porque gran parte del equipo está vinculado? y hay hasta como una militancia en la Marcha (?). A nosotros nos interesa eso de ustedes, que puedan aportar más allá de esto y vinculado a lo que es la práctica nuestra, que es la práctica política? (Santiago, integrante del Colectivo, conversación grupal 27/3/2015). La demanda que nos formulaban, tenía que ver con la ausencia de ?puntos de discusión o de disputa? en el manuscrito original, que de algún modo eludían ?de acuerdo a esta perspectiva-, el tratamiento de ?puntos más críticos, más neurálgicos, vinculados a cómo se despliega ese movimiento, ¿qué pasa, no? Cómo se mueven políticamente los grupos? hay conflictos que bueno?? (Santiago, integrante del Colectivo, conversación grupal 27/3/2015). La búsqueda de ?críticas o de sentidos que no están (...) polaridades y disputas?, a la que también alude Julieta en la charla mencionada, fue la que inspiró de algún modo este capítulo, haciendo sobrevivir la pregunta: ?¿cuál es el horizonte político de la Marcha?? Interrogar el futuro de una experiencia de politización de estas características, supone un ejercicio complejo, por el entrecruzamiento dimensional que hace que la Marcha de la Gorra sea, haya sido. Podría decirse que un modo de respuesta posible consiste en explorar los efectos que la misma, en tanto acción de protesta, ha tenido en el escenario político de disputa que le ha dado origen. Poner en tensión lo logrado, podría darnos pistas respecto de horizontes posibles.