ISES   20394
INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS SOCIALES
Unidad Ejecutora - UE
artículos
Título:
Introducción al Dossier Naturaleza y Cultura en América Latina
Autor/es:
GIL MONTERO, RAQUEL Y BOLSI, ALFREDO
Revista:
Poblacion & Sociedad
Editorial:
Poblacion & Sociedad
Referencias:
Lugar: San Miguel de Tucumán; Año: 2010 vol. 17 p. 3 - 7
ISSN:
0328-3445
Resumen:
Las reflexiones en torno a la relación entre el hombre y la naturaleza han estado presentes a lo largo de la historia de la humanidad. Entre el siglo V a. C. y fines del XVIII, según Glacken, todos y cada uno de los grandes pensadores que vivieron a lo largo de estos 2300 años han reflexionado en torno a tres grandes ideas sobre la tierra habitable, esto es, la del designio (la tierra creada para el hombre), aquella de la influencia del medio y la del hombre como agente geográfico. Estas ideas se articularon en algún momento con la noción helenística de desarrollo cultural, de los estadios. El designio, la influencia del medio y la agencia del hombre –especialmente las dos últimas- no son relaciones automáticas ni universales; la cultura, y sus estadios, las redimensionan. Durante los siglos XIX y XX, lejos de replegarse, este campo conceptual se enriqueció y diversificó ampliamente: cualquier manual sobre historia del pensamiento geográfico da cuenta de ello. Pero, al mismo tiempo, se fue consolidando –según apunta Harvey- “una de las escisiones más asombrosas de nuestra herencia intelectual con respecto a las concepciones de tiempo y espacio” reconocibles en las grandes teorías sociales: la preeminencia del primero de ellos sobre el segundo. En este encasillamiento –Foucault también se sorprende- el espacio, una categoría contingente, es aniquilado por el tiempo histórico. Aún el fuerte desarrollo del campo conceptual vinculado con el paisaje o con el territorio, noción ésta geográfica, histórica y jurídica –por destacar algunos ejemplos- no han logrado desterrar el mito fuertemente consolidado en el que se asegura la existencia de una estructura espacial previa (el escenario) sobre la que operan, dice Harvey, los procesos temporales. En consonancia con este análisis encontramos que el tiempo también desapareció en algunas instancias particulares. En su prólogo a la edición francesa de El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, Fernand Braudel articula expresamente las nociones de tiempo y espacio cuando habla de una "historia casi inmóvil, la historia del hombre en sus relaciones con el medio que lo rodea". El autor lo define como "el tiempo geográfico", una historia casi situada fuera del tiempo, entrando en discusión con la historiografía "historicista", cuyos representantes se indignaron por la "expulsión del Tiempo de la disciplina histórica". En estas concepciones que hemos sintetizado brevemente, la naturaleza aparece como un escenario casi inmóvil, invariable y previo a la sociedad, tanto cronológica como ontológicamente. Pero la naturaleza no está necesariamente "fuera" del ser humano. Encontramos ya desde la antigüedad ejemplos contrapuestos de la valoración que se hacía tanto de la naturaleza humana (o del hombre natural) como de la cultura o de la educación. Para el caso específico de América Latina una parte de este debate se puede encontrar en la "Controversia de Valladolid" entre Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda. Para el primero los indígenas eran gentes sencillas, sin iniquidad, ni doblez, obedientes y fieles a sus señores naturales y a los cristianos a quienes sirven, pacientes, pacíficas, quietas, no rencillosas, ni alborotadoras, no querellosas, ni rencorosas, sin odio, ni deseos de venganza. Lo "natural", entonces, puede ser lo verdadero, lo auténtico, lo sano, el paraíso perdido, aunque también puede ser todo lo contrario. Sepúlveda defendía el sometimiento de las "culturas inferiores" ya que a través de dicho sometimiento se podía enseñar –por ejemplo a los indios las ventajas de una "cultura superior y cristiana". Para él, como para muchos otros pensadores la cultura es la naturaleza trabajada, lo deseable mientras que lo natural representa el comportamiento irreflexivo, instintivo, en ausencia de la deliberación y de la voluntad. Esta concepción que justifica la conquista de América está presente en muchos escritos coloniales, entre ellos en un catecismo redactado tras el Concilio de Lima de 1583, por poner un ejemplo regional. Con independencia del contenido que tenga, lo cierto es que el par naturaleza/cultura estuvo presente en forma dicotómica de diferentes maneras en las ciencias sociales sobre todo en el siglo XX, funcionando no solamente como dogma, sino proporcionando también instrumentos analíticos y marcadores de identidad de las disciplinas. En la actualidad, sin embargo, esta perspectiva ha comenzado a cambiar y la naturaleza y la cultura no parecen relacionarse necesariamente desde dos "mundos" distintos. Con el fin de reflexionar sobre estos conceptos y discusiones desde la perspectiva de las ciencias sociales, Población y Sociedad convocó a investigadores de diferentes ámbitos académicos, disciplinas y orígenes geográficos. En este número presentamos seis trabajos que muestran parte de la ruptura mencionada. Analíticamente los hemos agrupado en esta introducción por disciplinas: los tres primeros fueron escritos por geógrafos, el cuarto trabajo fue escrito por un historiador y los dos finales por antropólogos.