IMHICIHU   13380
INSTITUTO MULTIDISCIPLINARIO DE HISTORIA Y CIENCIAS HUMANAS
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
El amargor de la letra. Notas sobre la exégesis bíblica de Ildefonso de Toledo
Autor/es:
CASTRO DOLORES
Reunión:
Jornada; XVI Jornadas Interescuelas/ Departamentos de Historia; 2017
Resumen:
Nacido en Toledo hacia el año 607 Ildefonso ocupó la silla episcopal de la sede toledana entre 657 y 667, luego de un periodo dedicado a la vida contemplativa en el monasterio de Agali, establecimiento ubicado en las cercanías de la urbs regia. En calidad de obispo, Ildefonso se dedicó de lleno a las responsabilidades pastorales y contribuyó con sus escritos a acrecentar la producción literaria procedente de la capital del reino, su prestigio y autoridad. En la segunda mitad del siglo VII, por lo tanto, el prelado toledano se afirma como uno de los principales portavoces autorizados de la tradición en la medida en que sus obras son concebidas como un esfuerzo por continuar y actualizar las enseñanzas bíblicas y patrísticas con el fin de apuntalar la edificación de una Iglesia que se veía a sí misma como la única depositaria de las verdades divinas y la principal defensora de la ortodoxia.En este estudio proponemos abordar distintos aspectos vinculados con la interpretación del Antiguo Testamento en época visigoda, haciendo especial énfasis en el uso del Libro del Éxodo y de la tipología bautismal en el De cognitione baptismi de Ildefonso de Toledo, un breve tratado elaborado entre los años 657 y 667.En la tarea de descifrar y comunicar la Palabra revelada, el obispo construye su autoridad no sólo vinculándose de forma directa e inmediata con el mensaje bíblico y patrístico, sino también al elaborar las herramientas y los canales a partir de los cuales aquel mensaje debía ser decodificado. Asimismo, la actividad del obispo -la producción de obras doctrinales y teológicas, la enseñanza y el control de los canales apropiados para develar los misterios divinos ocultos en la revelación- contribuye a la exaltación y encumbramiento de Toledo, la capital del reino visigodo convertida en principal centro urbano y emblema de la cristiandad. En este vertiginoso ascenso la intervención del obispo deviene un aspecto fundamental, en particular, en el proceso de hacer de Toledo el centro cultural y religioso más importante del territorio peninsular.