CONICET | Buscador de Institutos y Recursos Humanos

En el marco de las estrategias desplegadas por la Iglesia imperial para profundizar la cristianización en Europa central, la implantación episcopal va de la mano del cuidado y el engrandecimiento de la Iglesia y sus bienes como tarea imprescindible del obispo. Sin embargo, de acuerdo con el cronista y obispo de Merseburg Thietmar, su predecesor Giselher desconoció sus obligaciones por ambición: deseaba ascender y ocupar la silla arzobispal vacante de Magdeburg, concebida como archidiócesis misionera. El objetivo particular de este trabajo es evaluar la correlación textual entre la resultante destrucción de la diócesis merseburgense y los ataques de ?perros codiciosos? eslavos a la estructura eclesiástica imperial, así como la comparación entre las costumbres eslavas y las acciones de personajes ambiciosos como el mencionado.El Prólogo al Libro III de la Crónica de Thietmar establece el panorama reinante bajo el gobierno de Otón II, que el obispo-cronista se permite valorar negativamente, puesto que el emperador había consentido en la desarticulación de la diócesis: Merseburg sufre, la paz abandona las tierras del Imperio germánico, consiguientemente dominado por los enemigos. Pese a que no se establece un vínculo explícito entre ambos sucesos, la organización del texto, las referencias a la ambición y a las costumbres eslavas sostienen nuestra hipótesis de que el elemento eslavo refuerza la visión de un estado caótico, también generado por la presencia sarracena, pero que resulta menos significativa en el relato (que será confrontado con otras fuentes contemporáneas); la ubicación geográfica de la diócesis de Merseburg, sufragante de una provincia eclesiástica misionera de cara a los eslavos contextualiza la vivencia y la sensación ante los peligros externos.