Urbanizacione costeras: consumo paisajístico y privatización del litoral atlántico

SONIA VIDAL

Ciudad, comercio y consumo. Nuevas perspectivas para su estudio geográfico

Café de las Ciudades

Lugar: Buenos Aires; Año: 2020; p. 365 - 383

Entre la última década del siglo anterior y las dos primeras del presente, asistimos a un fenómeno de crecimiento de urbanizaciones privadas, que después de haberse consolidado rápidamente en la región metropolitana de Buenos Aires (RMBA), se replicó en otros puntos geográficos del país. Tal es el caso del corredor costero bonaerense. En esta franja marítima, extendida desde la localidad de Punta Rasa hasta la de Carmen de Patagones, se observa un despliegue de mega-proyectos, que asocian los negocios inmobiliarios con el turismo de élite.Sin duda, puede afirmarse que el formato de urbanización privada cobra impulso en la costa atlántica con el auge del neoliberalismo. No obstante, a partir de la crisis económica de 2001 se advierte un punto de inflexión. En efecto, los desarrolladores privados buscaron nuevas oportunidades, y la explotación de zonas paisajísticas, resulta adecuada para abrir un nicho en el mercado inmobiliario.Las mejoras en la infraestructura vial del corredor marítimo, la distancia a la ciudad de Buenos Aires y la promoción de un imaginario de seguridad y de contacto con la naturaleza, han sido factores ventajosos para el afianzamiento del urbanismo de mercado en la costa del Mar Argentino.Para introducirnos en la temática de la apropiación, consumo y privatización de los recursos de alto valor paisajístico del corredor costero; debemos señalar que se observa una diferencia entre los núcleos urbanos tradicionales con vocación turística, y las urbanizaciones privadas costeras diseñadas como mega-emprendimientos de carácter exclusivo. Al respecto, J. Dadón (2011, p. 9) también remarca otra característica diferencial propia de las ciudades balnearias de crecimiento espontáneo: la diversificación de sus actividades económicas. Por el contrario, las localidades proyectadas como destinos turísticos presentan solo usos del suelo destinados a satisfacer la demanda de los flujos de visitantes. Dentro de este grupo se encuentran urbanizaciones balnearias abiertas (Cariló, Pinamar, Mar de las Pampas, etc.) y cerradas (Costa Esmeralda, Mar de las Chacras, Villarobles, etc.). Sobre estos últimos emprendimientos y su impacto ambiental y socio-territorial hay escasas investigaciones. Sin embargo, la problemática que pueden presentar en relación con el ordenamiento territorial es evidente.