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Los procesos de degradación de tierras y desertificación tienen un alto impacto en distintos aspectos de las poblaciones afectadas por éstos, en donde la situación sanitaria no es una excepción. Asimismo, se presume que la ocurrencia de ciertas enfermedades están vinculadas o incrementadas, además de otros posibles factores, con los procesos de degradación de tierras, como por ejemplo los desmontes y/o la fragmentación del hábitat, las dificultades en el acceso al agua segura (agua corriente, desagües cloacales), la modificación en los hábitos alimenticios, el incremento en la presencia de insectos, la presencia de polvo atmosférico, entre otros.El marco de trabajo para la medición de los indicadores de salud, asociados a los mencionados procesos ambientales, es el Observatorio Nacional de la Degradación de Tierras y Desertificación (www.desertificacion.gob.ar). Éste tiene como objetivo principal proveer información relativa al estado, las tendencias y los riesgos de la degradación de tierras y la desertificación con el fin de elaborar recomendaciones referidas a la prevención, control y mitigación, para mejorar la toma de decisiones en torno a la gestión ambiental a nivel público y privado1. El mismo fue creado en 2011 para fortalecer la toma de decisiones en el manejo de la tierra a partir de la consolidación de la evaluación y el monitoreo de los factores biofísicos y socioeconómicos que hacen a la degradación de tierras y desertificación, como así también la implementación de prácticas para la mitigación, adaptación, prevención y/o restauración.