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Una forma particular de participación política es realizada en grupos polítiocos que, definidos negativamente, no constituyen estrictamente ni de manera estable organizaciones partidarias electorales. Sin embargo, el objetivo de obtener el poder político resulta central en ellos. Dicho objetivo se materializa, a su vez, con relativa independencia de los procedimientos electorales, y en algunos casos en oposición a los mismos. Mínimamente, podemos definir dichos espacios como « organizaciones de cuadros » de acuerdo a dos aspectos centrales: a) el carácter organizativo, pudiendo ser diverso, es central, y remite a una forma política disciplinaria y con cierta tendencia a la férrea organización de la membrecía; b) la idea de cuadro reviste una doble significación, sea en la acepción de dirigente o líder, sea en la acepción de individuo positivamente calificado desde el punto de vista de la organización y altamente formado por ella para desempeñar determinadas funciones en un contexto social dado. Como forma política específica, las organizaciones de cuadros tienen ciertos rasgos sobresalientes. Citando sólo algunos, por sus mecanismos organizacionales y los vínculos que unen a los individuos con el grupo han sido definidas como agrupamientos político- religiosos por ejemplo, en la sociología política de Maurice Duverger, o en la sociología de las religiones de Jean Séguy. Asimismo, y tomando como referencia algunas investigaciones comparadas que estamos realizando en Argentina, Francia y España, las organizaciones de cuadros asumen un conjunto de rasgos que complejizan llegando a cuestionar la validez heurística de la oposición izquierda/ derecha. En términos concretos, nos gustaría hacer hincapié en una experiencia peronista que puede ser analizada en estos términos y que nos permite abordar algunos rasgos de estas realidades. Este caso nos servirá puntualmente para adentrarnos en un aspecto frecuente de dichas formaciones políticas: de acuerdo a los rasgos empíricos e históricos de sus trayectos organizacionales, de los vínculos con los contextos sociales respectivos y con la relación desplegada con sus propios militantes, ¿cómo analizar los efectos producidos por las organizaciones de cuadros en relación a la formación de élites? Si la construcción de poder y la formación de individuos en condiciones de ocupar espacios de poder son objetivos de las mismas, ¿qué resultados construyen como espacios intensivos y cualitativos de lo político? El caso que retomaremos nos brindará conocimientos sobre los ciclos de vida de este tipo de organizaciones y sobre la composición de los grupos dirigentes en la política partidaria en las últimas décadas.