INVESTIGADORES
LANDINI fernando pablo
congresos y reuniones científicas
Título:
La ingenuidad de Freire: reflexiones sobre las limitaciones del aporte freireano para pensar la extensión rural
Autor/es:
LANDINI, F.
Lugar:
Posadas
Reunión:
Congreso; 1er Congreso Latinoamericano de Psicología Rural; 2013
Institución organizadora:
Universidad de la Cuenca del Plata
Resumen:
Como notarán los lectores familiarizados con la crítica Freireana (Freire, 1973) al modelo de extensión tradicional, este trabajo se caracteriza por su vocación polémica. El objetivo de encuadrar así el resumen es abrir la discusión respecto de la propuesta de extensión rural dialógica sostenida en los trabajos de Freire (Marino, 1993; Schaller, 2006) la cual, pese a su profundidad y belleza tanto discursiva como ideológica, presenta importantes limitaciones para pensar las prácticas de extensión y desarrollo rural. La extensión rural tradicional (también denominada transferencista), nace y se consolida como práctica nacional en Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XX (Cimadevilla, 2004) centrada en la transferencia de conocimientos técnicos modernos a los productores del campo con el fin de tecnificar las explotaciones y aumentar la productividad (Alemany y Sevilla Guzmán, 2007; Carballo, 2002). Freire, en diversos trabajos (1970, 1973), critica el vínculo jerárquico y unidireccional establecido entre extensionistas y productores dentro de este modelo, el cual desconoce los saberes y la cultura de las comunidades, frente al cual propone uno horizontal y dialógico, basado en el reconocimiento del saber de la gente de campo, lo que no significa desconocer las diferencias pero sí evitar convertirlas en desigualdades. El primer problema que presenta el modelo dialógico es estar estructurado a partir de lo que se considera que este vínculo debería ser, no de lo que es. Lo interesante del caso, es que la realidad, aún en los casos mejor bienintencionados, no responde al modelo ideal que propone la teoría, la cual describe un vínculo con los productores caracterizado por la concordia, la a-problematicidad, las coincidencias valorativas y el aprendizaje conjunto, cuando en realidad la existencia de diferentes racionalidades genera estructuralmente conflictos y pujas sutiles de poder. Un punto crucial para visualizar esto refiere al reconocimiento del saber del productor pero, ¿qué sucede cuando esos saberes transmitidos generacionalmente se han perdido? Más todavía, ¿qué hacer cuando nuestros productores afirman sinsentidos técnicos como que el agua salada es buena para regar hortalizas porque las deja más crocantes, que el glifosato es ideal para introducir humedad en el suelo porque hace pequeños agujeros por donde penetra el agua o que el colocar tóxicos sin protección no es peligroso porque nunca ha pasado nada? Si bien hay extensionistas que pueden haber adoptado el discurso dialógico otros, con mucha razón, encontrarán ingenuo sostener una igualdad de saberes entre ambos actores. Entonces, ¿qué queremos decir cuando hablamos del 'saber del productor'? La ingenuidad de plantear la dialogicidad de manera naif no hace sino incentivar el rechazo de parte de muchos profesionales vinculados con la práctica. Por otro lado, la propuesta dialógica también suele presentarse en muchas oportunidades como algo relacionado con la voluntad de implementación de los extensionistas, cuando en realidad los productores muchas veces reclaman que el profesional afirme su saber cuando es requerido por los beneficiarios. Además, la adopción de un posicionamiento horizontal dialógico requiere por parte del profesional reestructurar su identidad, sus actitudes y sus propias creencias (Landini, Murtagh y Lacanna, 2009), lo que no es ni de lejos una tarea sencilla (Landini, Bianqui y Russo, en prensa). En definitiva, el modelo dialógico tradicional pide al extensionista creer en algo que es contrario a su experiencia (si no es reconceptualizado a partir de la incorporación de una concepción diferente de 'saber', lo que no está explícitamente presente en los trabajos de Freire) y adoptar un posicionamiento interpersonal horizontal a partir del ejercicio directo de su voluntad, lo que en la mayoría de las veces resulta imposible en la práctica, llevando al extensionista a poner en crisis su identidad y desvalorizar su práctica sin darle posibilidades reales para un cambio. Así, terminamos encontrando casos de extensionistas transferencistas que se perciben como dialógicos ante la necesidad de mantener una identidad y autoestima positivas. Sin lugar a dudas, el modelo dialógico de Paulo Freire es una contribución fundamental a la ciencia del siglo XX. No obstante, asumir acríticamente sus ideas es evidentemente poco 'freireano'. En el año 1993 Freire, en Pedagogía de la Esperanza, critica sus propios posicionamientos sexistas y autoritarios presentes en Pedagogía del Oprimido (1970). Seamos verdaderamente freireanos: animémonos a mirar críticamente a Freire. No para quedarnos más acá, sino para ir más allá.