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En la vasta regióndel Río de la Plata, durante el período colonial la posición de Santa Fe fueabsolutamente central: por allí pasaba el tráfico fluvial de casi toda lacuenca del río Paraná, el principal curso de agua de todo el espacio. Elloincluía no sólo los puertos situados sobre sus riberas, sino también la importanteprovincia del Paraguay y aun las antiguas misiones jesuíticas. Al mismo tiempo,desde allí se abastecía de muchas mercancías vitales a las diversas rutas queiban por el interior hacia Chile y el Alto Perú; entre ellas, la yerba mate, unainfusión de vastísimo consumo. Esa importancia del tráfico interregional severifica en la dimensión de las alcabalas que se pagaban en Santa Fe. Lacampaña circundante producía asimismo elementos de valor para ese intercambio,en tanto en ella se criaban mulares de gran demanda en los mineralesaltoperuanos; ello a su vez construía ventajas comparativas, al generar unadinámica logística y comercial de envergadura mayor. No es entonces extraño quepara el final del período colonial la ciudad y su puerto interconectaran conbastante eficiencia el espacio interior virreinal, algo que es sugerido por losvolúmenes transados y el estudio de los precios de la yerba mate. Sin embargo, lalimitada capacidad de la ciudad para expandir el área bajo su control, cercadacomo estaba por territorios dominados por indígenas independientes con los quesostuvo distintas etapas de paz y de conflicto, determinó un escaso aumentopoblacional; el puerto y el casco urbano de Santa Fe sólo poseían unos 4.000habitantes hacia 1800, con lo que su importancia estratégica no lograbacorrelacionarse con su dimensión económica y demográfica. Esa fragilidadestructural se haría evidente cuando, al desatarse la guerra independentista,la vinculación con los ricos mercados altoperuanos se interrumpiera, y elcapital en ganado se esfumara, generando un marasmo que duraría décadas.

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