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El interés que ha demostrado la historiografía reciente sobre las monarquías ibéricas por el fenómeno de la comunicación política ha tenido como objetivo aportar una nueva perspectiva que contribuya a conformar una lectura más compleja y dialógica de las relaciones entre las ciudades y la Corona. Se trata de un claro intento de superar visiones esquemáticas informadas por la tensión centro-periferia y por otros planteamientos que explican la dominación política en términos excesivamente rígidos, ya que ?entre otras cosas- busca poner de manifiesto una dimensión de la gestión de los territorios americanos que solía funcionar como un espacio de disputa que permitía la resistencia, la revisión o la construcción normativa con la concurrencia de varios agentes. Asimismo, el estudio de la comunicación política ha concedido especial atención al problema clave de la disponibilidad de información en cuerpos políticos transatlánticos, desvinculado el fenómeno tanto del funcionalismo racionalista como también de la matriz interpretativa que vincula el incremento y la centralización del conocimiento en la corte con la afirmación del estado moderno. Así se constata que la relación entre comunicación, información y dominio político no solo estaba lejos de reducirse a una serie de ideas de sentido común, sino que además en este contexto cultural el conocimiento no resultaba ser patrimonio de la Corona sino que se encontraba repartido por el cuerpo político. En este contexto historiográfico esta ponencia busca presentar una aproximación a la comunicación política mantenida por la ciudad de Buenos Aires durante la primera mitad del siglo XVII. En concreto, se intenta desnaturalizar el hecho de que un cabildo con una clamorosa escases de propios e integrado por un colectivo preponderantemente lego mantuvo una comunicación política relativamente fluida con la corte, sostenida en el envío de procuradores a Madrid.

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