INVESTIGADORES
AMADORI Arrigo
congresos y reuniones científicas
Título:
Gestión e independencia del Perú a través de las memorias cortesanas de los ministros del segundo liberalismo
Autor/es:
AMADORI, ARRIGO
Lugar:
Madrid
Reunión:
Seminario; VIII Seminario Organización del poder y redes sociales en la Historia de América: La arquitectura del poder: las instituciones en la Historia de América.; 2013
Resumen:
La restauración de la Constitución de 1812 supuso para el poder central de la monarquía el establecimiento del entramado institucional que, una década atrás, había sido ensayado por el primer liberalismo. En consecuencia, no solo se produjo el regreso a la plantilla ministerial que funcionaba en mayo de 1814, incluyendo en ella al Ministerio de Ultramar, sino que además se reunieron las Cortes que se transformaron en el articulador político de la construcción de la nación española. Asimismo, durante los primeros tiempos del Trienio Liberal, al menos para el mundo colonial se recuperó buena parte de la legislación de Cádiz, estableciéndose una línea de continuidad manifiesta entre ambos períodos constitucionales. A partir de esta nueva situación política el gobierno central se dispuso a abordar la cuestión americana que, a raíz de la extensión de la insurgencia, presentaba un carácter sumamente complejo y unas perspectivas desalentadoras, aunque el optimismo de los primeros momentos provocó que se contemplase el futuro con esperanza y se asumieran algunas certezas. En esta línea, en el seno de las Cortes españolas se recuperó el pulso de los debates sobre América, aunque ocupando un lugar relegado respecto de otras problemáticas peninsulares (Costeloe, 1989, p. 117). Al menos en los meses siguientes a la instauración del segundo liberalismo, buena parte de los legisladores y de los ministros suponían, con bastante optimismo y cierta dosis de simplificación, que la nueva situación política de España constituía la circunstancia decisiva para la superación de la crisis abierta hacía ya más de una década (Anna, 1986, p. 266). Como sabemos, esta primera percepción rápidamente fue dando lugar a lecturas ?y también a soluciones? que guardaban una relación más acorde con los sucesos y las dinámicas de poder ultramarinas, en las que la posibilidad de la independencia llegó a asumirse como el resultado inevitable de los movimientos revolucionarios. Situándose en esta coyuntura, este trabajo analiza el modo en el que los secretarios del despacho del Trienio Liberal abordaron la gestión del Perú y busca definir los lineamientos propuestos, tanto para el gobierno ?específicamente para la superación de la crisis abierta por la revolución y la guerra de independencia? como para el desarrollo de este territorio. Cierto que las menciones específicas a cuestiones peruanas, a excepción de la guerra contra los revolucionarios, no son muy abundantes ?al igual que lo que ocurre con otros territorios?, ya que los relatos tienden a situarse en un plano general. Sin embargo, aun así es posible derivar de ellos una visión bastante compleja de la forma de pensar y gestionar los últimos años del dominio hispánico en el Perú. Como se sabe, este conjunto de ministros, sobre todo aquellos de los gobiernos designados a partir del año 1821, fueron quienes llevaron la voz y la posición del gobierno ante las Cortes, que en su caso era la del Rey, de ahí que las posibilidades analíticas que ofrecen sus memorias legislativas, infravaloradas por lo general por la historiografía, sean muy significativas. De hecho, más allá de la coyuntura, de la información que ofrecen y de la posición política de sus autores ?circunstancias que imprimen su sesgo tanto en lo que se dice como en lo que se calla?, el análisis de las referencias americanistas que contienen estos textos permite ilustrar las formas de pensar el futuro de la nación española por parte de un sector de los individuos implicados en el proceso de toma de decisiones de la monarquía. Se trata, por lo general, de narrativas justificatorias de una acción política que se desarrollaron en el núcleo de la élite política de la corte de Madrid y que por lo tanto reproducen, pero también definen o generan, un conjunto de ideas que integran la dimensión intelectual de las relaciones transatlánticas. Por este camino, en suma, se recuperan posiciones, creencias y expectativas que en su momento fueron consideradas válidas y que el conocimiento que tenemos actualmente del resultado de las revoluciones independentistas nos induce a restarles relevancia histórica, al tiempo que se aprecian los límites y las posibilidades de los distintos mecanismos de formación e información americanista de una élite administrativa. Junto con revelar aspectos comunes de este colectivo, estos textos ministeriales nos posicionan ante las discrepancias existentes dentro de un grupo que no solo resultaba heterogéneo sino que acusaba los cambios en las dinámicas de poder experimentadas por el Trienio y en las alternativas de la guerra independentista. De hecho, a partir de las memorias presentadas a las Cortes entre 1820 y 1823 por los sucesivos secretarios de Estado, Gracia y Justicia, Guerra, Marina, Hacienda, Gobernación del Reino y Ultramar, se busca mostrar la interacción y los distintos puntos de vista respecto de la cuestión americana, lo que daba lugar a la conformación de un espacio común en el que los ministros operaban algunas veces de forma coordinada y coincidiendo en sus posiciones, y otras sosteniendo posturas no necesariamente concurrentes. Asimismo, este trabajo procura reconstruir la visión de uno de los numerosos integrantes de la «[?] compleja aglomeración de instituciones e individuos de gran alcance» en cuyo seno el gobierno español procuró formular una política para los territorios de ultramar (Costeloe, 1989, p. 32). El núcleo del repertorio documental está compuesto por casi una treintena de escritos, algunos de ellos de gran entidad tanto en términos teóricos como también por la rica visión que en ocasiones presentan de la situación de la monarquía en ambos mundos. La elaboración de estos textos no fue espontánea, sino que respondió a un dictado que compelía a todos los secretarios del despacho. En concreto, estos no solo participaban de las sesiones de las Cortes sino que también tenían la obligación de presentar un balance que estaba recogida en el artículo 77 del Reglamento Interior de Cortes, donde se disponía la lectura de un informe sobre el estado específico de cada ramo en el tercer día de la legislatura ordinaria. Pese a que la disposición resultaba clara, lo cierto es que no dejó de presentar dificultades; ya en el año 1821 se puso de manifiesto una limitación muy concreta en este mecanismo de información a las Cortes. Puesto que la mayor parte de los secretarios del año anterior habían sido exonerados por Fernando VII a raíz de la famosa adenda que realizó al discurso preparado por sus ministros en su alocución a la legislatura del primero de marzo de 1821 (Gil Novales, 1980, p. 27), se constató que por el corto tiempo que los reemplazantes llevaban encargados de los negocios públicos «[?] no podían en manera alguna dar ninguna noticia con la premura y exactitud que han menester las Cortes» (Diario, 1871[1821], sesión extraordinaria del 4 de marzo, p. 77). Además de las memorias legislativas de los ministros se incluyen otros textos que, si bien no pueden ser comprendidos dentro de ese grupo claramente delimitado, poseen una relación muy estrecha con dicho conjunto. Probablemente el caso más significativo sea el de la memoria de Miguel Cabrera de Nevares, que no detentó ninguna cartera durante el Trienio pero elaboró un texto sobre la situación americana a pedido de Ramón López Negrín, secretario del despacho de Ultramar, que fue sometido a consideración de las Cortes (1821). Cabría señalarse también los Apuntes sobre los principales sucesos que han influido en el estado actual de la América del Sur, de José Manuel de Vadillo (2006[1829]), y la recopilación de documentos del ministro Diego Clemencín realizada por Julio Puyol y Alonso (1929, pp. 137-305). Finalmente, también se han consultado las intervenciones de los ministros en los debates de las Cortes en las que se plasma de forma muy clara la posición del gobierno respecto de la cuestión americana en general y peruana en particular. En su conjunto, estas memorias pueden ser contempladas desde varias perspectivas o registros que son recogidos en la estructura de este trabajo. En primer lugar, poseen una dimensión que podríamos catalogar como ideológica, en la que la superación de la crisis americana se vincula a los cambios políticos ocurridos en la Península; en segundo lugar, un marcado interés por la gestión y el gobierno de los territorios ultramarinos; y, en tercer lugar, una preocupación por la guerra de Independencia que, al menos para el caso del Perú, tiene una importancia secundaria aún durante el año 1822. Cabe identificar al menos dos tiempos desde los que se aborda la cuestión americana en estas memorias, que estaban relacionados entre sí y que por lo tanto eran asumidos de forma simultánea. Así, en primer lugar está presente un tiempo corto, político, marcado por la crisis iniciada en América con los procesos revolucionarios, cuya superación hasta cierto punto se daba por supuesta, al menos en los primeros tiempos para la Nueva España, las Antillas y el Perú. Esta circunstancia constituía una plataforma, una condición necesaria para el abordaje del segundo aspecto propio de un tiempo largo: un amplio repertorio de propuestas y medidas referidas a aspectos concretos del gobierno y el fomento de Ultramar, la instrucción, la industria, las comunicaciones, el comercio, la salud pública o el incremento de la población.