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La primera etapa del reinado de Felipe IV se caracterizó por ser un período en el que el gobierno central de la Monarquía Hispánica, por medio del conde-duque de Olivares, se hizo eco de la pulsión reformista que se había desarrollado en los últimos años de su antecesor, Felipe III. En consecuencia, se dispuso a poner en práctica un extenso programa social, político y económico que suponía la introducción de profundas alteraciones en dicho cuerpo político. El proyecto olivarista de crear una comunidad política asentada sobre nuevas pautas, de desarrollar la economía y la modificación del sistema fiscal estaba centrado fundamentalmente en los territorios peninsulares de la Monarquía, aunque las posesiones ultramarinas de los Austrias madrileños también fueron objeto de los planes del valido. Para conseguir llevar a la práctica el programa de reforma, el régimen del conde-duque tuvo que adoptar un carácter fuertemente intervencionista y abandonar el tono reactivo y escasamente dinámico que había caracterizado al reinado anterior. Pero cumplir con semejante transformación dependía, entre otras cosas, de que el gobierno central pudiera contar con la buena disposición de los grupos de poder locales, con un conjunto de ministros capaces y comprometidos y con una burocracia leal y eficiente. De manera que semejante movilización de la Monarquía requería una acción que debía desplegarse en diferentes niveles y ejecutarse por diversos medios, algunos de los cuales debían apuntar al control de las altas instancias de la administración. Aquí, la acción del valido tenía como objetivo conseguir el consenso y el respaldo a su política en los consejos y en las juntas que asesoraban a la persona real. Los mecanismos utilizados por Olivares para dicho fin fueron varios, entre los que se encontró el establecimiento de redes sociales en los consejos y en las juntas, mediante la promoción de parientes, criados, allegados y aliados políticos. Asimismo, el valido redujo la incidencia política de los consejos mediante la creación de juntas especiales -cuyos miembros eran elegidos por él- que trataban cuestiones puntuales, agilizaban la administración y las volvían más vulnerable a su control. Si bien este fenómeno tuvo lugar en prácticamente la totalidad de los consejos de la Monarquía, el objetivo de nuestra ponencia será el análisis de este fenómeno en la alta administración indiana.

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