INVESTIGADORES
PLANTE Isabel
libros
Título:
Argentinos de París. Arte y viajes culturales durante los años sesenta
Autor/es:
ISABEL PLANTE
Editorial:
Edhasa
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2013 p. 402
ISSN:
978-987-628-213-0
Resumen:
  Hacia mediados de los años sesenta, cuando el reemplazo de París como centro del arte moderno parecía evidente,  algunos de los artistas argentinos más jóvenes que residían en Francia prefirieron probar suerte en Nueva York. Sin embargo, la presencia de artistas argentinos y latinoamericanos en París no parece haber mermado. Por un lado, con la galería Denise René como principal promotora, el cinetismo constituía hacia mediados de los años ?60 una de las corrientes artísticas hegemónicas en Europa. Buena parte de los artistas cinéticos de París eran argentinos. Julio Le Parc, Horacio García-Rossi, Hugo Demarco, Marta Boto, Gregorio Vardánega, Francisco Sobrino y Luis Tomasello trabajaban en esta ciudad desde fines de los ?50. Se destacaban también otros artistas ligados a tendencias diversas: pintores cercanos a una nueva figuración crítica como Antonio Seguí y Antonio Berni; Nicolás García Uriburu con una obra ligada primero al pop y luego performática y ecologista; Lea Lublin, más cercana a prácticas conceptuales; Alicia Penalba con esculturas de una abstracción lírica; y Copi adquiría popularidad con su tira cómica del semanario Le Nouvel Observateur, La mujer sentada. A diferencia de generaciones anteriores de artistas argentinos, durante los años sesenta París no sólo representó posibilidades de perfeccionamiento, sino también de consagración. Los premios obtenidos en la Bienal de Venecia por Antonio Berni en 1962 y por Julio Le Parc en 1966 marcaron, en este sentido, momentos culminantes de consagración en Europa. El certamen artístico internacional más tradicional y prestigioso abrió las puertas (de regreso) a París para ambos artistas. El objetivo central de esta tesis fue reconstruir y analizar los recorridos geográficos, estéticos y políticos realizados por obras, artistas y críticos entre París y Buenos Aires a lo largo de un período signado tanto por la modernización acelerada a ambos lados del océano (con sus respectivos crecimientos del mercado y del público de arte), como por la crisis de Mayo de 1968 y el auge del tercermundismo y del anti-americanismo. En este sentido, se estudiaron episodios relevantes en términos de consagración artística y de crítica institucional para revisar el desempeño de los artistas argentinos en París. Este análisis nos llevó a su vez relativizar la idea de que Nueva York se robó de una vez y para siempre la idea de arte moderno, y a analizar la redefinición del rol de la capital tradicional del arte moderno en el panorama de los años sesenta. La investigación contempló también los recorridos geográficos e intelectuales de críticos de arte como Damián Bayón (argentino radicado en París), Pierre Restany (quien vio en la Buenos Aires de 1964 una ?Nueva York Austral?), Jean Clay, Christiane Duparc y Gérald Gassiot-Talabot. Se analizan sus discursos y actividades en tanto divulgadores y gestores clave para comprender los vínculos entre América Latina y Francia en este período. También se reconstruyen una serie de exhibiciones de artistas argentinos y latinoamericanos realizadas en París y otras tantas exposiciones de arte francés en Buenos Aires. Se incluyen tanto aquélla realizada en 1964 en el Museo Nacional de Bellas Artes por el GRAV (compuesto por tres argentinos y tres franceses), como el Premio Braque organizado entre 1963 y 1969 por la embajada de Francia en Argentina. Se analizan estos desplazamientos en el marco de los proyectos de internacionalización del arte argentino y las estrategias de resistencia cultural implementados por artistas y críticos; y por el otro, el imaginario que América Latina desplegaba en el marco de la crisis del proceso de modernización francesa. Uno de los problemas centrales del primer capítulo, titulado ?Imágenes y distancia. París desde Latinoamérica? es precisamente la cuestión del intelectual latinoamericano fuera del continente durante los años en que el mundo cultural y político de América Latina adquiría una visibilidad internacional inédita. Si el desplazamiento de una cultura a otra deja al migrante en un lugar doble o desajustado, ¿de qué modo lidiaron, artistas y críticos argentinos, con esta tensión? ¿Es posible rastrear los impactos de la extranjería en sus obras y actividades aun cuando en las artes visuales no media, necesariamente, el problema de la lengua? La posibilidad de inscribir sus propios nombres en el panorama internacional de las artes fue en paralelo  con el discurso sobre el auge de las ?voces colectivas? del Tercer Mundo, que Fredric Jameson considera uno de los puntos cruciales que vertebran los años ?60, y que se traducía en reflexiones acerca de la ?muerte del autor?. Durante estos años, América Latina condensó nuevos sentidos ligados a un tercermundismo que festejaba esas ?voces colectivas? que por primera vez se hacían escuchar sin la mediación de los intelectuales. Pero en el ámbito cultural, esa ?otredad? que emergía en la escena internacional no siempre respondió a la expectativa de anonimato. Ante lo que vieron como las exigencias de la pertenencia regional, durante estos años los ?argentinos de París? operaron a la vez como ?artistas latinoamericanos? y como artistas a secas. El caso de Le Parc constituye un caso clave en este sentido. En el capítulo 3 analizamos el rol de Le Parc en el momento de efervescencia de la manufactura de múltiples en París. Luego de la oleada de anti-americanismo que había despertado una en la crítica francesa el Gran Premio otorgado a Rauschenberg en la Bienal de Venecia de 1964,  el premio a este ?argentino de París? en la edición de 1966 tensó al máximo, por un lado, las interpretaciones del cinetismo en términos de arte nacional y arte universal. Por otro lado, este reconocimiento individual también puso en tensión su consagración artística con su pertenencia colectiva tanto al conglomerado de artistas cinéticos, como a aquél de los artistas sudamericanos de París. En este recorrido, muchas veces imaginario, entre Buenos Aires y París, Latinoamérica se constituyó como un núcleo temático para los artistas. Le Parc formó parte del colectivo anónimo responsable de Amérique Latine non-officielle (1970), una exposición en el teatro de la ciudad universitaria de París orientada hacia la ?desmitificación? de Latinoamérica como lugar exótico. Hacia 1969, Seguí realizó una serie de pinturas que representaban paisajes de la provincia de Córdoba, su tierra natal. Algunas de estas telas de gran formato recreaban postales turísticas. Otros eran paisajes indefinidos que sólo podían identificarse a partir de su título. La iconografía de García Uriburu incorporó en su obra el mapa de Latinoamérica como motivo recurrente desde mediados de los años ?60. En este sentido, Latinoamérica operó como una figura clave en la oposición civilización-naturaleza en el que este artista inscribía su obra. Por su parte, en algunas de sus historietas Copi ironizó con el imaginario desplegado alrededor de la Amazonia como lugar utópico. El último capítulo analiza, entonces, el rediseño de los mapas de Latinoamérica que los ?argentinos de París? realizaron con diversos grados de disonancia y consonancia con el discurso tercermundista. En este sentido, el estudio de estos artistas y críticos implica revisar la historiografía del arte argentino del período para redefinir su especificidad no tanto en términos de identidad, sino de itinerarios.