INVESTIGADORES
ALFARO GOMEZ Emma Laura
congresos y reuniones científicas
Título:
Tras las huellas de los casabindo. Desde la arqueología a la genética
Autor/es:
ALFARO EL; ALBECK ME; PEÑA AGUILERA DC; JURADO MEDINA LS; MIGUEZ LJ; CUELLO M; MOTTI JMB
Lugar:
Cordoba
Reunión:
Congreso; XX Congreso Nacional de Arqueología Argentina; 2019
Institución organizadora:
Facultad de Filosofia y Humanidades. Universidad Nacional de Córdoba
Resumen:
Los datos arqueológicos y algunas referencias coloniales (Krapovickas 1978; Carrizo 1989; Albeck 2002; 2007) plantean que el sector central de la Puna de Jujuy estaba ocupado por casabindos y cochinocas. En la actualidad, se los considera como grupos con una identidad distintiva que los diferencia de pueblos aledaños como los chichas y apatamas, atacameños, omaguacas y diaguitas (Krapovickas, 1978) aunque, hasta el momento, las evidencias arqueológicas no permiten discriminar a los casabindos de los cochinocas. Ambos grupos se encuentran incluidos dentro de una gran unidad arqueológica conocida como ?casabindo?, en parte coincidente con el área ocupada en la época colonial por los ?pueblos de indios? homónimos pero que incluye también otros sectores de la puna. Se trataría de grupos con gran afinidad cultural (Albeck y Ruiz, 1998 (Albeck y Ruiz, 1998:213), que ocuparon un mismo espacio geográfico, compartieron una entidad arqueológica particular (Krapovickas, 1968) con una probable lengua o dialecto propio (Albeck, 1998:577) y que durante la colonia y la etapa republicana sufrieron diferentes procesos que afectaron la conformación del tronco original. En las últimas dos décadas hemos desarrollado distintas líneas de investigación además de la arqueológica. A partir de una serie secuencial de registros de población, se realizó el seguimiento de este grupo y sus descendientes a lo largo de un período de más de 400 años (1654-2001) para analizar las transformaciones sufridas por la población (endogamia, emigración, inmigración), procesos analizados a partir de datos demográficos y de su sistema nominativo (Albeck et al. 2001; Alfaro et al. 2005; Albeck et al. 2007; Alfaro y Albeck, 2009; Alfaro 2010; Peña Aguilera, 2016). Las fuentes consultadas pertenecen a una serie de archivos coloniales de interés fiscal correspondientes a la encomienda de Casabindo y Cochinoca, como también a censos poblacionales y padrones electorales de las mismas localidades. Dichos documentos, fueron fotografiados o fotocopiados, transcriptos y digitalizados formando bases de datos.Los apellidos presentes en los documentos detallados, fueron unificados considerando a las variaciones de escritura encontradas, tomando como eje la designación con mayor frecuencia, ya que puede tratarse de un mismo nombre o apellido con diferentes grafemas o variaciones de lexemas. Los estudios realizados permitieron identificar una serie de 24 antropónimos, usados en Casabindo desde épocas prehispánicas, que sufrieron un proceso selectivo donde algunos de los nombres nativos masculinos se transformaron en apellidos (Alfaro et al., 2005; Albeck et al., 2007)y lograron perdurar hasta el presente. Este conjunto está integrado por los siguientes apellidos: Abracaite, Alancay Alavar, Barconte, Cachi, Cachisumba, Caiconde, Chocobar, Lacsi, Lamas, Liquin, Patagua, Puca, Quipildor, Sarapura, Socomba, Sumbaine, Tabarcachi, Tabarcondi, Tinte, Toconas, Tolai, Vilte y Yonar.En los siglos XVII y XVIII se observa una población medianamente estable que mantiene fuerte su tronco originario. En 1786 la población de Casabindo evidenciaba una marcada estabilidad con un mínimo aporte de migrantes procedentes de otras partes, y una gran cantidad de población representada por unos pocos apellidos. Esto se revierte y, a fines del siglo XIX, el tronco originario se encuentra intensamente disminuido frente a la incorporación de población con apellidos españoles o con otros apellidos andinos. En este contexto se advierte que, para los registros analizados, la etapa que se percibe como crítica y de mayor desestructuración corresponde al lapso comprendido entre fines del siglo XVIII y fines del XIX (Alfaro et al. 2005; Albeck et al. 2007; Alfaro y Albeck 2009; Alfaro 2010). En la segunda mitad del siglo XX Estos apellidos constituyen casi la tercera parte de la población en lo que fue el espacio ocupado por los casabindo durante la época colonial (Albeck et al. 2001; Alfaro et al. 2005; Albeck et al. 2007; Alfaro y Albeck, 2009; Alfaro 2010).Se ha logrado también determinar su dispersión hacia zonas aledañas a la puna, al resto del Noroeste, otras regiones argentinas y países limítrofes en el siglo XXI (Albeck et al., 2017). Se observa una distribución diferencial en la frecuencia de estos 24 apellidos. Los valores más altos se presentan en el área original y en los departamentos colindantes de valles y quebradas. Llama la atención la baja frecuencia en Rinconada y Santa Catalina. En la provincia de Salta se registran actualmente los 24 apellidos de este grupo, en Jujuy aparecen 23 y su representatividad en las demás provincias es muy poco significativa, lo que estaría evidenciando una dispersión gradual selectiva del tronco original (Albeck et al., 2017).Los resultados sobre la identificación de formas originales de denominación de los casabindos y su persistencia en la zona probable de origen, permitieron disponer de un indicador antroponímico dado que la mayor frecuencia de determinado apellido dentro de un grupo social puede ser tomado como un indicador de identidad (Albeck et al 2001) que puede relacionarse con marcadores moleculares.Siguiendo esta línea, a partir de varones que hoy en día tienen alguno de estos 24 apellidos, se busca identificar patrones genéticos característicos compartidos, presentes en el cromosoma Y y en el ADN mitocondrial, y que permitan relacionarlos con los pobladores prehispánicos y coloniales de la Puna de Jujuy. Para ello se analizaron los haplotipos de 18 individuos portadores de un ?apellido casabindo? de los cuales 11 (61%) mostraron linajes paternos americanos (Q-M3) y los restantes fueron alóctonos, principalmente europeos (17% R1b1a1a y 11% F*) y euroasiáticos (11% K). Los haplotipos construidos a través de STR demostraron que los linajes nativos pertenecen a un grupo monofilético que tiene una distribución restringida al NOA. En cuanto a los linajes maternos, de las 18 muestras analizadas, sólo una presentó un haplogrupo europeo (U5a) y las restantes correspondieron a haplogrupos americanos distribuidos de la siguiente manera 70% B2; 18% A2; 6% C1c y 6% D1j. En la mayoría de los casos fue posible identificar polimorfismos previamente identificados en haplotipos de la región. Las dos excepciones consisten en una muestra con haplotipo nodal para el haplogrupo B2 y la muestra D1j subhaplogrupo propio del centro de Argentina y con bajas frecuencias en Jujuy. Cuando se integra la información de los 2 linajes uniparentales moleculares, 10 individuos (55%) tuvieron tanto el ADN mitocondrial como el cromosoma Y autóctonos. El 39% de la muestra presentó ADN mitocondrial americano y cromosoma Y alóctono y solo 1 caso tuvo ADN mitocondrial alóctono y cromosoma Y autóctono (6%). Estos resultados revelan una contribución sexual diferencial al proceso de mestizaje caracterizado predominantemente por la unión de hombres europeos con mujeres autóctonas. Este sesgo sexual en la mezcla europea-nativa ha sido comprobado con los polimorfismo del Y en población jujeña (Dipierri et al., 1998) y múltiples poblaciones mestizas latinoamericanas (Wang et al., 2008).Si bien el número de individuos analizados es pequeño, estos resultados refuerzan la hipótesis de origen geográfico y étnico de dichos antropónimos y plantea la necesidad de ampliar el análisis para caracterizar el tronco original de la población prehispánica del sector central de la puna de Jujuy y evaluar eventuales movimientos migratorios en el pasado arqueológico.Las evidencias arqueológicas, demográficas y genéticas indican que a lo largo de más de 400 años, una misma población, los casabindo, afectada por diferentes procesos históricos, políticos y económicos logra perdurar, en su área original y paralelamente dispersarse hacia áreas vecina.