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Los sistemas de bioenergía aparecen como opciones factibles de ser desarrolladas en el Valle de Lerma (provincia de Salta). Sin embargo, era necesario definir una aproximación común para evaluar algunos de esos sistemas y conocer si podrían resultar sustentables o no para la zona. El término sustentabillidad, es ampliamente conocido y mundialmente invocado en políticas y proyectos. Sin embargo, su cuantificación permanece dificultosa, lo cual es indispensable para la operacionalización del concepto. Así por tanto, se definió como objetivo de trabajo conocer de manera integral y contextualizada la sustentabilidad (en sus dimensiones ambiental, social y económica) de diferentes sistemas bioenergéticos posibles de implementarse en el Valle de Lerma. Para esto, por un lado se hizo uso de la información generada en la zona en proyectos anteriores sobre biomasa disponible y su potencial energético, considerando tres tipos de recursos: biomasa residual agrícola, biomasa leñosa, residuos sólidos urbanos (RSU). Por otro lado, fue necesario trascender los límites del Valle, e incorporar la mirada y apreciación de expertos internacionales sobre temas de bioenergía y sustentabilidad. Esta etapa, que se concretó mediante encuestas enviadas vía e-mail a 120 expertos del mundo, permitió relevar tres aspectos centrales: a) aplicaciones para los recursos de biomasa identificados en el Valle, b) procesos y tecnologías de conversión, y c) principales criterios para evaluar la sustentabilidad de los sistemas bioenergéticos propuestos. Los criterios recabados fueron el insumo para la realización de una Evaluación Multi-criterio (EMC). Como resultados, se relevaron hasta 3 tipos de aplicaciones por recurso y 2 procesos de conversión principales. Análisis posteriores y el propio criterio en función del conocimiento del contexto territorial, llevaron a la definición de las 3 alternativas a ser evaluadas: a) biomasa residual agrícola para calor de proceso mediante combustión; b) biomasa leñosa para cocción y calefacción por combustión en cocinas eficientes y c) RSU para electricidad mediante digestión anaeróbica en rellenos sanitarios. A estas se sumaron dos escenarios más: el actual y la posibilidad de realizar biocombustibles líquidos (residuos leñosos). La importancia relativa de las dimensiones de la sustentabilidad votada por los expertos fue: 37% ambiental, 36% social y 27% económico. En total, para todas las dimensiones, se relevaron mundialmente 160 criterios para evaluar la sustentabilidad de los sistemas bioenergéticos, que fueron reprocesados y agrupados en 30 criterios finales que fueron jerarquizados para la realización de la EMC. En una escala de sustentabilidad muy baja (0-25%), baja (25-50%), media (50-75%) y alta (75-100%), el uso de combustibles fósiles aparece como la opción menos sustentable para la zona (menos de 20%), seguida de cerca por la opción de realizar biocombustibles líquidos a partir de residuos leñosos (24%). Las opciones que aparecen como más sustentables para la zona son: RSU para electricidad (72%), seguida de biomasa leñosa para cocción y calefacción (69%) y por último, biomasa residual agrícola para calor de proceso (50%). Idéntico esquema puede aplicarse variando la configuración de los sistemas en la zona, o en otras zonas ajustando los criterios en función de sus características y recursos.

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