INVESTIGADORES
LAWLER Diego
capítulos de libros
Título:
Acción, técnica y praxis
Autor/es:
LAWLER, DIEGO
Libro:
Razón y Acción. Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía
Editorial:
Editorial Trotta. Consejo Superior de Investigaciones Científicas
Referencias:
Lugar: Madrid (España); Año: 2008;
Resumen:
La literatura en filosofía de la técnica se ha orientado en cuatro grandes direcciones, asociadas a grandes trazos con cuatro enfoques filosóficos particulares. Por una parte, hacia el estudio de la técnica en sus relaciones con la ciencia, analizando especialmente sus semejanzas y diferencias con las herramientas conceptuales forjadas en el campo disciplinar de la filosofía de la ciencia dentro de la tradición analítica (Agassi, 1966, 1980 y 1985; Broncano, 2000; Bunge, 1966, 1972 y 1985; Laudan, 1984; Niiniluoto, 1993; Olivé, 2000; Quintanilla, 1988; Rapp, 1981; Skolimowski, 1966; Vega, 2001). Por otra parte, hacia la investigación de las consecuencias que tiene la técnica para la sociedad, donde el papel preponderante lo desempeñan la reflexión política, ética y la crítica cultural. Esta segunda orientación tiene sus fuentes en el pensamiento marxista y la filosofía política de la escuela de Frankfurt (Feenberg, 1991 y 2000; Habermas, 1984; Horkheimer y Adorno, 1994; Marcuse, 1968; Winner, 1979 y 1987). En tercer lugar, hacia la reflexión metafísica y antropológica, enfocando especialmente la relación del hombre con la técnica dentro del marco de lo que hoy denominaríamos filosofía continental (Heidegger, 1994; Ortega y Gasset, 1996). Finalmente, hacia el estudio histórico-sociológico de la técnica de acuerdo con un enfoque humanista ecléctico (Ellul, 1962 y 1977; Mumford, 1977). El enfoque analítico es el que más ha avanzado en la comprensión de la técnica a través del abordaje sistemático de sus dimensiones ontológica, epistemológica y axiológica. Sin embargo, dicho avance no ha alcanzado la misma profundidad en cada una de ellas, puesto que la mayoría de los estudios han dedicado sus esfuerzos al análisis de la dimensión epistemológica, concentrándose casi por completo en el examen de la naturaleza propia y distintiva del conocimiento técnico y sus diferencias con el conocimiento científico. No obstante, esta circunstancia está comenzando a cambiar. La recuperación y elaboración para la filosofía de la técnica del marco conceptual de la praxiología (Kotarbinski, 1965) está dando lugar a la elucidación de las dimensiones restantes, puesto que permite aprehender las cuestiones ontológica y axiológica de la técnica desde el nivel básico de la acción humana. El ámbito propio de la praxiología es la totalidad de la experiencia práctica de la humanidad.  Desde este punto de vista, la praxiología recoge para sí, por una parte, el sentido ordinario que daban los griegos al término praxis y, por otra, la elaboración posterior de su significado por parte del pensamiento marxista. Los griegos empleaban usualmente el término praxis para referirse de manera general a la acción de hacer o llevar a cabo algo. Luego, con Aristóteles, este hacer o actividad práctica perdió su carácter nominal monolítico. Aristóteles reservó el término praxis para las actividades que no se extinguen en un producto externo independiente del agente, esto es, para las actividades cuyos fines residen en sí mismas, como las actividades predominantes en la vida ética y política del hombre. Y designó con el término poiesis a las actividades ligadas a la producción de un artefacto, esto es, a las actividades cuyos fines están orientados a la fabricación de algo. Sin embargo, su empleo de estos dos términos no siempre está suficientemente claro. De hecho, a veces Aristóteles parece incluir la poiesis en la praxis y otras veces dejarla de lado como algo irrelevante (Lobkowicz, 1967). Muchos siglos más tarde, la filosofía marxista relanza el término praxis, y emplea como núcleo de su significado lo que Aristóteles básicamente entendía por poiesis. La praxis pasa a significar la actividad productiva del hombre a través de la cual transforma el mundo y se moldea a sí mismo (Kosík, 1965). En este sentido, la praxis no sólo abarca la actividad práctica del hombre, sino que también contiene los diferentes aspectos de una teoría del hombre y de su mundo que aspira a resolverse en acción política (Bernstein, 1979; Sánchez Vázquez, 1967). Este boceto, resultado de las sucesivas elaboraciones del significado de la noción de praxis, configura el trasfondo histórico de la praxiología.     La praxiología estudia sistemáticamente las condiciones de la acción humana y las normas que rigen su desarrollo racional, con el fin de elaborar orientaciones para evaluar esas acciones, tanto interna como externamente, y sugerencias para aumentar su eficiencia (Kotarbinski, 1965; Skolimowski, 1966 y 1967). Sin embargo, el análisis praxiológico de las condiciones y normas de la acción humana no se limita a los factores que favorecen la acción; por el contrario, también incluye los factores que la limitan. Esto es particularmente importante porque entre estos últimos se encuentran los estándares éticos. Ellos pueden limitar la planificación o realización de ciertas acciones humanas por contravenir los valores morales básicos de una comunidad. Por consiguiente, la praxiología enfoca en toda su complejidad y riqueza el ámbito de las actividades prácticas del hombre. La pertinencia de la praxiología para la filosofía de la técnica es casi obvia. La filosofía de la técnica de orientación analítica está articulada alrededor de un supuesto normativo básico: la acción técnica constituye la forma más valiosa de intervención, modificación y control de la realidad con el fin de adecuarla a las necesidades y deseos humanos (Quintanilla, 1988; Broncano, 2000). Por consiguiente, no se puede analizar adecuadamente la técnica sin haber construido una teoría bien fundada de la acción humana. Y no es posible lograr esto último sin contar con la praxiología para analizar y evaluar, desde los mismos valores praxiológicos (eficiencia, eficacia, productividad, etc.), los objetivos de la acción, sus resultados y las acciones mismas. Es más, se obtiene la clave teórica y práctica necesaria para investigar la técnica y sus productos cuando se la enfoca desde la praxiología. Por tanto, la perspectiva de la praxiología otorga un acceso privilegiado a la reflexión sobre la acción en el contexto de la técnica. Desde este punto de vista, la técnica consiste en un tipo especial de acción humana: la acción técnica. En tanto que acción humana productiva, la acción técnica está guiada por una descripción precisa del objeto, evento o estado deseado como resultado y por un determinado conocimiento aprendido, ejecutándose dicha acción para la satisfacción de unos objetivos previamente asumidos. Así, el agente intenta producir un objeto, evento o estado de una cierta clase, ayudado por un corpus aprendido de conocimientos, con un propósito decidido de antemano. Este retrato de la acción técnica puede analizarse de muchas maneras. Aquí interesa aquello que es específico de la acción técnica en su condición de acción humana productiva intencional: por un lado, que es una acción realizada por un agente que se representa tanto la acción misma como sus resultados, y por otro, que estas representaciones pueden o no adecuarse a la acción efectiva y sus resultados concretos. Este ámbito de cuestiones plantea los problemas praxiológicos más relevantes sobre la acción técnica, en su naturaleza de acción intencional humana, y sobre sus productos, los artefactos (Bunge, 1985 y 1989; Kotarbinski, 1965; Quintanilla, 1988). En las siguientes secciones se emplean las herramientas analíticas de la praxiología para aproximar al lector a la complejidad de la estructura básica de la acción técnica, a la gramática de su composición y a las características de los productos derivados de ella.