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Las miradas androcéntricas acerca de las prácticas de las mujeres y de su lugar social se reproducen en las premisas detrás de un concepto como el de cultura política. En la mayoría de los estudios de cultura política, el género es tomado como sexo y como dato cuantitativo, no considerándolo significativo para explicar las culturas políticas de los/as sujetos. La ausencia de las discusiones sobre género, manifiestan el androcentrismo propio de la mirada científica dominante. Si ampliamos la noción de lo que es política más allá de lo estatal y del funcionamiento institucional de la democracia representativa, y damos relevancia a las diversas subjetividades, las mujeres -como otros géneros- tienen igual potencial político que los varones, e incluso, a causa de sus posiciones subalternas, la posibilidad de constituir demandas radicales para el cambio social. Proponemos un análisis histórico-crítico sobre el concepto desde un enfoque interdisciplinario, hasta llegar a la discusión sobre las culturas políticas de las mujeres. El artículo se desarrolla en torno a tres ejes o preguntas que organizan la presentación de los diferentes enfoques: ¿Dónde se estudia la cultura política?;¿Con quiénes y para quienes se estudia; y ¿Para qué se estudian las culturas políticas?

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