“La fugacidad en la permanencia (sobre el cuento como género)”

SOLEDAD QUEREILHAC

Notas al pie. Apuntes de literatura para profesores.

Santillana

Lugar: Buenos Aires; Año: 2007 p. 2 - 3

Tomar al cuento como objeto de reflexión nos enfrenta, en un principio, con una particular paradoja. Si por un lado, nadie ignora qué es, a grandes rasgos, un cuento, por otro lado, definirlo teóricamente según sus especificidades, exponer las constantes que le son propias y que lo diferencian de otros grandes géneros, como la novela o la poesía, no es tarea sencilla. El carácter escurridizo del objeto y el amplio corpus de cuentos existentes parecen oponer resistencias al crítico que quiera intentar una definición global.Las narraciones breves han circulado por diferentes culturas a lo largo de los siglos, inicialmente bajo la forma de la transmisión oral y de la creación colectiva. Pero lo que actualmente concebimos como “cuento” se corresponde con aquella forma moderna del relato cuyo surgimiento podríamos fechar en el Romanticismo. A diferencia de las narraciones orales, subsidiarias de las tradiciones folklóricas y populares, el cuento moderno sólo cobra cabal forma por escrito, y su autoría le corresponde a un artista individual, más allá de que sus tópicos o formas puedan entablar diálogos con el imaginario colectivo. La cuestión de la forma, por tanto, del “cómo” se cuenta una historia, qué voces intervienen y qué tipo de organización propiamente textual se da a lo narrado, representa la transformación radical en la manera en que los escritores modernos abordaron el milenario arte de contar historias. Por ello, intentaremos acercarnos a una descripción del cuento en su forma moderna, atentos a lo que han logrado crear y transmitir los mejores exponentes del género.