INVESTIGADORES
FINQUELIEVICH Susana
congresos y reuniones científicas
Título:
@MORES VIRTU@LES
Autor/es:
SUSANA FINQUELIEVICH
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Encuentro; V Reunion Uruguayo-Argentina de la Comision Interdiciplinaria de Expertos en Salud Mental en Ciudades de Complejidad Creciente; 1997
Institución organizadora:
Programa de Antropología y Salud, Dpto de Antropología Social,Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad de la Republica de Uruguay, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Psicologia
Resumen:
La virtualidad real “Jamás tanto de cerca arremetió lo lejos”. Este verso de César Vallejo parece escrito a la medida de la forma de amor más (aparentemente) novedosa: el amor virtual, el amor entre personas que jamás se han encontrado cara a cara o que, aún conociéndose personalmente y limitados por la distancia u otras circunstancias a encuentros esporádicos,  mantienen viva su relación por medio de la comunicación mediatizada por computadora, o CMC. Los amores virtuales están de moda, y no sólo entre los adolescentes que navegan el cyberespacio con tanta o mayor facilidad con que los adultos entramos a un café. Quien no los practica tiene amigos o parientes que mantienen relaciones computerizadas o ha leído sobre parejas que se conocieron en Internet. Los foros de encuentro abundan, pero no son los únicos lugares para conocer almas afines. Cualquier BBS (Bulletin Board System, o grupo de interés sobre un tema determinado), cualquier lista de interés científico, de hobbies, de inquietudes filosóficas o literarias, puede ser la puerta que facilite el encuentro con alguien cuya manera de pensar y de expresarse nos interese, sin importar, al menos al principio, su edad, estado civil o sexo.. El auge de este tipo de relaciones es tal, que ha originado nuevos mercados: en Internet. Los amantes virtuales con problemas pueden acudir a un consultorio sentimental especializado donde una Tita Merello posmoderna aconseja cómo asegurar la continuidad de un romance electrónico o romper otro sin más consecuencias que cambiar su dirección de E-mail. Para los que no son duchos en la seducción escrita, se ofrecen “Cartas de amor en las que usted sólo tiene que llenar los espacios en blanco”. Otros servicios, tanto pagos como gratuitos, proponen amores virtuales entre personas del mismo sexo,  imágenes eróticas o pornográficas, agendas de encuentros electrónicos, envío de postales animadas y cantadas al objeto de los desvelos, envío de ramilletes de flores virtuales, y hasta videntes online para predecir el porvenir de las relaciones en el cyberespacio. Pero, ¿puede uno enamorarse y sostener una relación de meses o años con alguien que nunca ha encontrado en persona? ¡Imposible!, afirman algunos. ¿Cómo amar a alguien que uno no reconocería en caso de cruzarlo por la calle? ¿Cómo puede construirse y mantenerse una relación a través de un sólo medio: la comunicación por CMC? Muchas de las personas que se han encontrado y sostenido relaciones por medio de Internet u otros canales de CMC otorgan gran valor precisamente a las i-limitaciones de este espacio imaginario. “Nos parece hermoso lo que nos es bastante indiferente como para permitirnos ver lo que queríamos ver en su lugar”, escribía Boris Vian. Los amantes virtuales pueden encontrarse en teleconferencias, páginas especiales (hay infinidad de “sitios” que prometen desde la posibilidad de encontrar la pareja romántica soñada hasta “Cybersexo caliente AHORA!”, pasando por todas las variaciones imaginables), grupos de interés o espacios de “chat”  Por lo demás, las relaciones electrónicas no comienzan siempre en el espacio virtual. Muchas personas que las viven han encontrado a sus parejas en la llamada “vida real”, en viajes, vacaciones, encuentros profesionales, reuniones de negocios, congresos, etc., y sostienen la relación por medio de la CMC en los casos de lejanía geográfica, en que uno de ellos, o los dos, tengan parejas previas, o cualquier otro tipo de obstáculo que se oponga a las pasiones “cara a cara”. Pero, ¿qué queremos decir cuando decimos que estas relaciones son “virtuales”? Según el Diccionario de la Real Academia Española, real significa: “que tiene existencia verdadera y efectiva”. Por el contrario, virtual se define como: “que tiene existencia aparente y no real”. Sin embargo, los amores electrónicos se despiertan y mantienen entre personas reales (aún cuando, en muchos casos, éstas transvistan su apariencia física, su edad y/o su género... no pueden disfrazar sus personalidades durante mucho tiempo). Estas personas, sumamente físicas, que comen, duermen, sufren, se ilusionan y aman, proyectan sobre el amado, a través de la CMC, las fantasías que lo hacen coincidir con el ideal que buscan. ¿Pero acaso el hecho de proyectar sus fantasías o su narcisismo en el objeto de amor no es una característica de todo enamoramiento? No nos enamoramos de la persona que conocemos, sino de la que imaginamos, aún si está físicamente presente. Usamos su cuerpo para vestirlo con las imágenes que nos lo hacen deseable. En cierta forma, nos autoseducimos. ¿No podría decirse que todo amor comienza  en las complejidades de la realidad virtual? Quizás convenga recordar que la realidad, tal como se la experimenta, siempre ha sido virtual, porque se la percibe a través de símbolos que enmarcan las prácticas con significados que escapan a las definiciones estrictamente semánticas. Es precisamente esta capacidad que poseen todas las formas de lenguaje, de codificar la ambigüedad y de abrirse a una multiplicidad de interpretaciones, lo que hace que las expresiones culturales difieran del razonamiento de la lógica matemática formal. El sociólogo español Manuel Castells afirma: “Es a través de el carácter polisémico de nuestros discursos que se manifiesta la cualidad compleja y a veces contradictoria de los mensajes del cerebro humano. Este rango de variación cultural de los significados de los mensajes es lo que nos posibilita interactuar con los demás en una multiplicidad de dimensiones, algunas explícitas, otras implícitas. Por esto, cuando los críticos de los medios electrónicos argumentan que el nuevo espacio simbólico no representa la “realidad”, están refiriéndose implícitamente a una noción absurdamente primitiva de experiencias reales no codificadas que nunca existieron. Todas las realidades se comunican a través de símbolos. Y en la comunicación humana, interactiva, independientemente del medio, todos los símbolos están en cierto modo desplazados en relación a su significado semántico. En cierto sentido, toda realidad es percibida virtualmente”. ¿Cuándo puede decirse que un sistema de comunicación genera la virtualidad real? Cuando ese sistema captura la realidad ( es decir, la existencia material/simbólica de las personas) y la sumerge en un encuadre virtual, en el cual las apariencias no son sólo imágenes o símbolos en la pantalla, a través de los cuales se comunica la experiencia, sino que devienen la experiencia misma.