INVESTIGADORES
RODRIGUEZ Laura Graciela
congresos y reuniones científicas
Título:
El periódico del CONSUDEC y la política educativa de la última dictadura
Autor/es:
RODRÍGUEZ, LAURA GRACIELA
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Simposio; Simposio Internacional sobre Religiosidad, cultura y poder.; 2010
Institución organizadora:
Grupo de Estudios sobre Religiosidad y Evangelización (GERE)
Resumen:
En esta ponencia planteo un tema vinculado a la relación entre la Iglesia y la educación durante el Proceso. A través de la  lectura del periódico del Consejo Superior de Educación Católica o CONSUDEC, analizo cuáles fueron las posturas de los representantes en relación a las políticas educativas de esos años. Tanto el presidente del Consejo como el director de la publicación estaban enrolados en las filas de los católicos conservadores, aunque mantuvieron relaciones fluidas con los tradicionalistas. Históricamente, la Iglesia consideró a la educación como un área estratégica, aunque pensaba que la legislación le era desfavorable. En la Argentina estaba vigente la Ley de Educación Nº 1.420 del año 1884 que establecía el carácter laico de la enseñanza pública y la obligatoriedad y gratuidad de la educación básica de siete años. Los religiosos tenían la mayor cantidad de establecimientos concentrados en el nivel medio, poseían solo alrededor del diez por ciento de las escuelas primarias y retenían un porcentaje muy bajo de la matrícula universitaria total. El periódico era el portavoz de los intereses que tenía la Iglesia en los niveles primario y secundario principalmente. Durante la última dictadura hubo cinco ministros de educación: Ricardo Pedro Bruera (1976-77), Juan José Catalán (1977-78), Juan R. Llerena Amadeo (1978-1981), Carlos Burundarena (1981) y Cayetano Licciardo (1982-1983). Todos ellos provenían del catolicismo conservador, aunque exhibían distintos grados de compromiso con la jerarquía de la Iglesia. Sin dudas, Llerena Amadeo fue el que estaba mejor vinculado con la cúpula y por esa razón, resultó el que más tiempo duró en el cargo. En este artículo analizo las opiniones de los responsables del periódico Consudec sobre los tres primeros ministros que actuaron bajo la presidencia del teniente general Jorge Rafael Videla (1976-1981). Este trabajo está dividido en cinco apartados, adonde veo, en los dos primeros, la manera en que los sacerdotes del Consejo apoyaron la llegada del golpe de 1976, se vieron beneficiados al recibir información educativa oficial, le dieron auspicio a distintas medidas del gobierno que generaron controversias con los organismos de derechos humanos, y consiguieron aumentar la cantidad y la frecuencia de sus propios eventos. Al mismo tiempo, se dedicaron a criticar a los defensores de la educación “laica”, identificados como sus principales “enemigos”. En el tercer apartado observo cómo, en virtud de sostener su relación con los militares, evitaron denunciar las intervenciones que se estaban realizando a sus propios colegios, aunque esto le valiera un enfrentamiento público con los nacionalistas católicos. Mientras transcurrían las gestiones de Bruera y Catalán, los del Consejo expusieron sus afinidades con las ideas elitistas sobre educación. En la cuarta y quinta sección señalo que la llegada de Llerena Amadeo al Ministerio fue recibida por los católicos con entusiasmo en tanto provenía del riñón mismo del sistema privado de enseñanza y de sus corporaciones. Los discursos del mandatario daban cuenta de sus compromisos con el programa católico, sus vínculos con representantes del Opus Dei y los intentos de él y sus colaboradores de derogar finalmente la ley de educación 1.420. En base a lo expuesto, en esta ponencia pretendemos mostrar que si bien la Iglesia sostuvo una alianza estratégica con el gobierno de la última dictadura, tempranamente quedó en evidencia que no hubo acuerdo dentro de la Junta Militar de otorgarles a los católicos el control total de la educación.  En consecuencia, hacia el final de la dictadura observamos que la nueva Ley de Educación nunca fue aprobada, no se incrementó sustancialmente el número de establecimientos privados y tampoco volvió a imponerse la enseñanza religiosa en el sistema público (como entre 1943 y 1954). En suma, los católicos debieron contentarse con el cumplimiento de una ínfima parte de sus aspiraciones.