INVESTIGADORES
VILLAR Diego
capítulos de libros
Título:
La guerra del Chaco entre los chané e isoseños del Chaco occidental
Autor/es:
FEDERICO BOSSERT; ISABELLE COMBÈS; DIEGO VILLAR
Libro:
Mala guerra. Los indígenas en la guerra del Chaco (1932-1935)
Editorial:
CoLibris - Museo del Barro - Servilibro
Referencias:
Lugar: París-Asunción; Año: 2008; p. 203 - 233
Resumen:
Resumen. Hito trágico pero decisivo en la historia vernácula, la guerra de 1932-1935 entre Bolivia y Paraguay fue interpretada como el momento final del progresivo proceso de desarticulación y fragmentación de los marcos sociopolíticos “tradicionales” de los pueblos chaqueños, como la cristalización sistemática de la irrupción de los Estados nacionales en una región antaño apartada, o incluso como un quiebre cualitativo en la concepción indígena de la temporalidad. Pese a su situación marginal en el piedemonte andino, los chané, isoseños, simba, tapiete y ava-chiriguano –es decir, los grupos guaraní-hablantes del Chaco occidental– se vieron tan afectados por la guerra como los demás grupos étnicos de la región. Al trauma de las muertes, las migraciones forzosas y la dispersión, en las zonas directamente afectadas por los combates debe añadirse la devastación total de los sembradíos, la destrucción de las aldeas y cambios culturales drásticos. Esta perspectiva, sin embargo, resulta parcial. Muestra a los pueblos indígenas como víctimas pasivas de la guerra, y sólo como víctimas pasivas. La historia indígena durante y después del conflicto se presenta como una serie de respuestas mecánicas a acontecimientos fuera de su control, como una reacción casi impuesta frente a circunstancias externas en la cual se diluyen no sólo los espacios de maniobra, los márgenes de decisión y las estrategias locales frente al conflicto, sino también las ideas y las representaciones nativas sobre el mismo. Si bien es indiscutible que existieron cambios forzados e impuestos, también es cierto que los mismos ocurrieron paralelamente a otra consciencia del devenir para la cual la guerra, los ejércitos y las fronteras nacionales fueron sólo elementos adicionales –y no siempre los más importantes– del acontecer histórico propio. Por devastadoras que hayan resultado, las consecuencias de la guerra fueron a menudo apropiadas, reinterpretadas y digeridas a su modo por los chané e isoseños, inscriptas y reincorporadas al hilo sinuoso pero persistente de la historia comunitaria. El drama de la guerra no siempre fue la principal preocupación de la historia oral y la memoria colectiva: el conflicto bélico entre las naciones coexistió con otras disputas internas entre facciones de la misma etnia –como en las intrigas de poder en la capitanía isoseña–, así como también con conflictos interétnicos –como entre los chiriguano y chané. Las disputas políticas y los enfrentamientos con otros grupos, en esta perspectiva, muchas veces ocupan un sitio mucho más privilegiado por la memoria colectiva. La guerra muchas veces fue el disparador que hizo estallar tensiones subyacentes; no sólo canalizó problemas internos y externos de las sociedades indígenas, sino que constituyó a menudo una contingencia reinventada y aprovechada por éstas. Del mismo modo, resultaría equívoco interpretar la dinámica de las migraciones y las relocalizaciones exclusivamente en función de la guerra. No es casualidad que la mayor parte de los chané, tapiete, isoseños y chiriguano que se dispersaron cuando comenzaron los combates se haya dirigido hacia el noroeste argentino. Estas migraciones no constituyen una novedad de la década de 1930; de hecho, se iniciaron en la segunda década del siglo XIX, en busca de oportunidades económicas y una vida mejor  condensada en el imaginario del mbaaporenda, “el lugar del trabajo”. Los indígenas no migraban a cualquier lado, sino hacia donde podían encontrar parientes o al menos gente que compartiera con ellos un horizonte de inteligibilidad implícito en el hecho de hablar una misma lengua y adherir a pautas culturales como el convite de bebidas, la agricultura cerealera, los circuitos de reciprocidad y alianza matrimonial. En esta perspectiva, la guerra del Chaco puede ser vista como la intensificación dramática de un movimiento migratorio ya establecido, con rutas y destinos familiares; un impulso nuevo –y sin dudas más intenso– pero que seguía un itinerario ya pautado. Las líneas que aquí siguen tratarán, precisamente, las diversas perspectivas, interpretaciones y lecturas indígenas del conflicto entre los chané e isoseños, así como también aquellos fenómenos migratorios que implicaron tanto un proceso de dispersión demográfica (en el caso boliviano) como de concentración (en el caso argentino).