INVESTIGADORES
GIL MONTERO Raquel
congresos y reuniones científicas
Título:
Minería y trabajo minero en el corregimiento de Carangas durante el siglo XVII
Autor/es:
GIL MONTERO, RAQUEL
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Congreso; XIII Reunión de Historiadores de la Minería Latinoamericana; 2017
Resumen:
A lo largo de los dos primeros siglos de la colonia, la minería marcó la vida de una gran parte de los indígenas de los Andes. Una de las razones por las cuales esta actividad tuvo un papel central para esta población fue la organización del trabajo que se hizo en torno a Potosí, que llevó el nombre de mita minera. La mita potosina fue organizada por el virrey Francisco de Toledo en la década de 1570 con consecuencias seguramente no previstas inicialmente: promovió no solamente migraciones masivas, sino también la muerte de una parte de aquellos que se vieron afectados por ella en forma directa. Los carangas participaron de la mita potosina y fueron mano de obra también en otros asientos mineros cercanos. Fue una de las provincias mitayas que más población perdió entre 1570 y 1683 (Sánchez Albornoz, 1983; Riviere, 1982; González Casasnovas, 2000). Sin embargo, en este contexto de sangría de población, el descubrimiento de diferentes minas locales demandó mano de obra y por ello promovió que una parte importante de su población se quedara e incluso que llegaran de otras provincias trabajadores especializados. El objetivo de este trabajo es analizar en detalle estos dos procesos que ocurren en forma paralela: la salida de mano de obra carangas para trabajar en diferentes emprendimientos coloniales y la redistribución de parte de su población en los asientos mineros locales.Las fuentes principales con las que trabajamos fueron la visita de 1645 realizada por orden del virrey Pedro Álvarez de Toledo y Leiva, marqués de Mancera (1639-1648) (en adelante la visita), y la numeración general de 1683 ordenada por el virrey del Perú Melchor Navarra y Rocafull, duque de La Palata (1681-1689) (en adelante la numeración general). Ambas fuentes fueron realizadas en el marco de un decrecimiento constante de los indígenas que debían enterar la mita potosina, aunque el contenido de ambas es muy diferente. La visita de Mancera ofrece muchas dificultades para la comparación, pero es un punto de partida insoslayable para analizar el siglo XVII. No solamente porque fue realizada cuando comenzaba la explotación del asiento de Carangas, sino porque nos permite tener otro punto de observación en la evolución de la población entre los gobiernos de Toledo y La Palata. Es una visita escueta, a la que le falta mucha información y no se encuentra en buen estado de conservación en el archivo. La hemos usado teniendo en cuenta estas dificultades. En cambio, la numeración general no solamente tiene padrones mucho más completos, sino que además incluyó las provincias mitayas y las provincias vecinas donde se pensaba que se refugiaban los que huían de la mita.La numeración general fue la fuente principal de numerosos estudios sobre la evolución de la población indígena en los Andes ya que es una de las pocas que muestra lo que estaba ocurriendo en una amplia geografía. A partir de su estudio hoy podemos afirmar que desde las importantes reformas llevadas adelante por el Virrey Toledo se habían dado por lo menos tres grandes cambios: el Cuzco ya no era el centro demográfico, sino que éste se había trasladado hacia el sur, hacia Charcas; las tierras altas -y sobre todo las provincias mitayas- se habían despoblado en mayor proporción que las demás; y los valles orientales habían recibido mucha migración (Sanchez Albornoz, 1978; Evans, 1990; Gil Montero, 2015a). La organización y evolución de la mita fue la principal causa de estos cambios: parte de los migrantes se quedaron a vivir en Potosí o en sus alrededores, y otra parte presumiblemente porque huían de la mita- fue a poblar los valles orientales, cuya producción agropecuaria permitió sostener a una población urbana creciente.Estas son las pinceladas generales que describen la evolución de la población de los Andes en el siglo XVII. Dentro de este panorama, hubo algunas excepciones, regiones que se comportaron de manera diferente y a veces inversa. Uno de los casos fue Lípez, provincia no mitaya de las tierras altas, donde la dinámica demográfica estuvo directamente asociada a la suerte de un enorme centro minero descubierto en la década de 1640 (Gil Montero, 2015b). La minería movilizaba ocasionalmente grandes contingentes de trabajadores, que podían llegar o retirarse masivamente de un asiento, en un tiempo relativamente escaso. Son movimientos difíciles de identificar a partir de fuentes como las visitas, salvo que ocurrieran justo en el momento en el que se realizaba una de ellas. Sin embargo, la influencia de la actividad minera en la población es lo suficientemente importante como para que sea percibida aún después del apogeo de las minas, como hemos podido verificar en Lípez.