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Esta fue la conferencia inaugural del congreso. Hace ya unos años que me dedico a investigar para el CONICET a este grupo de intelectuales argentinos exiliados en México durante la última dictadura militar, que han dado en llamarse Los Reflexivos y que se han convocado en torno a la revista Controversia, editada en México entre los años 1979-1981. Ellos eran: Jorge Tula, Carlos Abalo, Jorge Aricó, Sergio Bufano, Rubén Sergio Caletti, Nicolás Casullo, Ricardo Nudelman, Juan Carlos Portantiero, Héctor Schmucler y Oscar Terán. ¿Por qué me interesa especialmente este grupo de exiliados? Principalmente, porque han encarado la experiencia del exilio como un espacio de reflexión sobre varias cuestiones, pero en especial sobre tres: la derrota, la memoria del trauma y la violencia. No es que otros exiliados no hayan transitado estas cuestiones, pero Los Reflexivos han adoptado una postura que me resulta particularmente interesante: la de oponerse a la totalización de sentido. No analizo ni en mi investigación ni en este breve ejercicio que hoy les presento, las obras de todos los miembros del grupo, sino solamente las de dos de ellos: Nicolás Casullo y Sergio Bufano, porque en ellas encuentro un fructífero diálogo entre su narrativa ficcional y sus ensayos. Entiendo que este cruce y diálogo de géneros se vuelve especialmente productivo a la hora de abordar las múltiples proyecciones hacia la problemática identitaria en el exilio que suponen y denuncian. En este breve ejercicio, me detendré en algunos textos de estos dos intelectuales. No podré hacer un relevamiento de todas sus obras, por una cuestión de tiempo, por lo que elegí centrarme en sus últimas novelas: Orificio (2011, publicada póstumamente) de Nicolás Casullo y Una bala para el comisario Valtierra (2012) de Sergio Bufano.

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