Argentina: mutación democrática y cuentas pendientes

CHERESKY ISIDORO

México

Otro; Seminario Internacional “Agenda inconclusa: La situación de México en la postransición. Una perspectiva comparada”; 2008

El Colegio de México

Hace veinticinco años se producía un viraje en la historia política argentina: los militares abandonaban el poder y un gobierno surgido de elecciones libres se instalaba con la promesa de inaugurar una democracia duradera. Ese anuncio, aventurado en su momento, se ha cumplido y por primera vez el ciclo de golpes de estado, gobiernos de legitimidad precaria, restricciones a las libertades  públicas y proscripción de los opositores parece superado. Por sobre todo, se ha instalado el principio por el cual las elecciones son la única vía legítima y en verdad posible de acceso al poder político, y las elecciones organizan en buena medida la agenda pública. Los cambios acaecidos en los años transcurridos desde 1983 discontinúan una tradición de inestabilidad política sustentada en raíces democráticas endebles, pero paradójicamente marcaron la evolución hacia un tipo de democracia alejado de la que se soñó en los tiempos de la primavera refundacional, puesto que el régimen político se ha caracterizado a lo largo de estos años por crisis recurrentes en las que los lazos de representación han sido reiteradamente cuestionados y en un periodo más reciente la estabilización buscada por todos los actores no logra alcanzar un perfil definido. Se destacan dos rasgos  emergentes: la centralidad de los liderazgos de popularidad en la constitución y reconstitución de identidades políticas, y la expansión de una ciudadanía  autónoma que es electoralmente fluctuante en sus preferencias y de presencia continua –a veces simplemente como opinión medida por las encuestas, otras por la protesta o el estallido sin mediaciones institucionales– en la vida pública, requiriendo que las principales decisiones sean legitimadas ante la opinión sin que por ello se cuestione la legalidad de los representantes electos. En  definitiva un régimen político aún indefinido y muy alejado de los ideales muy institucionalistas de los actores democráticos de los ochenta.