La inadmisible desaparición de personas

CHERESKY ISIDORO

D. Cantón y R. Jorrat (compiladores): La investigación social hoy: a cuarenta años de la recreación del Instituto de Sociología (UBA)

Editorial Instituto de Investigaciones Gino Germani [y] Oficina de Publicaciones del CBC

Año: 1997; p. 210 - 234

Los militares que habían tomado el poder como corporación en marzo de 1976 mediante un golpe de Estado, instalaron un régimen con grandes pretensiones de “reformar” la sociedad y en consonancia con ello, el régimen se autodenominó “Proceso de Reorganización Nacional”. Su vocación declarada, por sobre las tensiones y controversias en los altos mandos de las tres fuerzas, era la de crear las bases para una sociedad en la que el conflicto social omnipresente en el pasado fuese suprimido, y ese propósito se traducía en la apelación a una lucha de exterminio contra la subversión que formularon cuando se apoderaron del gobierno. Se concebía una verdadera operación quirúrgica que extirpara lo que los hombres de armas consideraban el fermento sedicioso. En consecuencia, el signo característico de ese régimen fue negativo por completo y relativamente novedoso: la desaparición de personas.18 Llegados al poder cuando la guerrilla estaba exhausta, los militares, sin embargo, invocaron la continuidad de la guerra, de una guerra que terminaron calificando de sucia, para actuar por fuera de un marco institucional y legal. La experiencia de esos años fue inédita, la supresión de las libertades públicas fue la cara visible de un accionar ejecutado por un Estado militarizado que en las sombras procedía planificadamente a sustraer a la mundanidad a los individuos “subversivos” –esta categoría era variable según los criterios disímiles de los mandos nacionales, regionales y locales.