INVESTIGADORES
DE ORTUZAR Maria Graciela
congresos y reuniones científicas
Título:
Coordinadora Mesa Redonda AFRA
Autor/es:
MARINA SORGI ROSENTHAL; EVANGELINA LOPEZ; DE ORTÚZAR MARÍA GRACIELA
Lugar:
Mar del Plata
Reunión:
Congreso; XIX CONGRESO NACIONAL DE FILOSOFÍA; 2019
Institución organizadora:
AFRA
Resumen:
XIX Congreso Nacional de Filosofía, AFRAMesa RedondaTítulo: EL DERECHO A LA SALUD COMO DERECHO HUMANO EN LA ARGENTINA ACTUALÁrea temática: Derechos humanosNombres de los Participantes: Cintia Rodriguez (Universidad Nacional de Quilmes), Marina Sorgi Rosenthal (Universidad Nacional de La Plata ?UNLP); Evangelina López (UNLP); María Graciela de Ortúzar (UNLP-CONICET-UNPA) Coordinadora: María Graciela de Ortúzar (UNLP-CONICET UNPA)1.Proyecto Grupal interdisciplinario de doble radicación (FCJS-FAHCE) titulado ?Bioética y derecho a la salud: Análisis de la definición salud y enfermedad y sus implicancias en las prioridades de salud e nuestra sociedad compleja (interculturalidad, género, diversidad funcional, epigenética, determinantes sociales)? Código 11/H866, 2018-2021. 2.Proyecto PIP ?El derecho humano a la salud de migrantes regionales en Argentina?, 2019-2020, CONICET, como Investigadora Independiente.3.Red de Derechos Humanos RIOS Derechos humanos, migración y asilo, CONICETResumen de cada participante (400 p)1.Cintia Rodriguez (Maestranda Universidad de Quilmes): El derecho a la salud como derecho cultural. La atención de la salud de mujeres de comunidades originarias en Argentina.En Argentina, en el caso específico de las mujeres indígenas, según el Equipo Latinoamericano de Justicia y género (ELA) y el Consejo de Organizaciones aborígenes de Jujuy (COAJ), los principales obstáculos para al acceso a la salud son materiales. Es decir, se inscriben en las barreras geográficas, en tiempo y distancia, empeoradas por falta de caminos accesibles y falta de transportes disponibles, como también en la falta de recursos económicos. Asimismo, se ha evidenciado históricamente, una situación desfavorable en relación con las dificultades en el control sobre la reproducción y su incidencia en las tasas de fecundidad y mortalidad materno-infantil (Hopenhayn et. al., 2006). De ahí que, cuando se analizan las políticas públicas que deben garantizarles acceso a la misma, surgen al menos dos posibilidades. Por un lado, tal como plantea Feltri et al. (2006), puede darse una concepción unilateral de planificación, según la cual la gestión y la planificación queda del lado de los efectores (es decir, del propio Estado); o bien, puede sobrevenir otra, basada en la incorporación de la propia comunidad como parte estratégica en la planificación y gestión de la atención en salud. De modo que, en la primera opción, puede surgir que el Estado les imponga a las comunidades aborígenes distintas políticas públicas que pueden atentar contra su bienestar, su cultura y su concepción de mundo, a partir de tomar medidas tendientes a garantizar las promoción de los derechos de otros sectores sociales (terratenientes, por ejemplo). En el caso de las mujeres estas medidas podrían vincularse no solo con limitar la concepción, sino puntualmente, con la falta de gestión adecuada de las herramientas necesarias para abordar la interculturalidad en salud y violentar de esta manera contra el derecho al acceso a la salud. Por el contrario, la segunda opción, se centra en la incorporación protagónica de los destinatarios de las políticas. De ahí que, el derecho a la salud es entendido en la complejidad y pluralidad que incluye, puesto que exige una idea de igualdad que socialmente no inferiorice, ni homogeneice culturalmente, e incorpore la dimensión de justicia epistémica (de Ortúzar, 2019). El abordaje de salud intercultural promueve la decisión libre de las mujeres en lo relativo a la concepción, a la vez que, hace partícipe a toda la comunidad, para que, a la luz del reconocimiento de su historia, de su situación política, social y de sus propias contradicciones internas, resuelvan y se auto-concedan las estrategias más deseables para definir su salud sexual y reproductiva (Feltri, A. et al., 2006).El objetivo general del presente trabajo es analizar críticamente el abordaje intercultural en la atención de la salud materno-infantil, adaptación de partos, infraestructura hospitalaria y formación intercultural de los profesionales de salud en nuestro país.2. Evangelina Lopez (Becaria UNLP) Análisis crítico de las ?Políticas de Salud Familiar Comunitaria Intercultural? de Bolivia.El fin de la ponencia es analizar la Política de Salud Familiar Comunitaria Intercultural establecida en la Ley N° 31 Marco de Autonomías y Descentralización y en el Decreto Supremo N° 29601 de Bolivia. Dicha política se inspira en los siguientes principios: participación comunitaria, intersectorialidad, interculturalidad e integralidad. La Participación Comunitaria es la capacidad autogestionaria de las comunidades urbanas y rurales en la identificación, priorización, ejecución y seguimiento de planes, programas y proyectos de desarrollo integral comunitario en salud, en los diferentes niveles de gestión para consolidar una visión nacional, de acuerdo con intereses colectivos y no sectoriales o corporativos. La Intersectorialidad es la intervención coordinada entre la población y los diferentes sectores (salud, educación, saneamiento básico, producción, vivienda, alimentación), con el fin de actuar sobre las determinantes socioeconómicas de la salud en base a las alianzas estratégicas y programáticas, dinamizando iniciativas conjuntas en el tratamiento de las problemáticas y necesidades identificadas. La Interculturalidad implica el desarrollo de procesos de articulación complementaria entre diferentes medicinas (académica, indígena originaria campesina), a partir del diálogo, aceptación, reconocimiento y valoración mutua de sentires, conocimientos y prácticas, con el fin de actuar de manera equilibrada en la solución de los problemas de salud. Y la Integralidad es la capacidad del servicio de salud para concebir el proceso salud enfermedad como una totalidad, que contempla la persona y su relación con la familia, la comunidad, la naturaleza y el mundo espiritual; con el fin de implementar procesos de prevención de la enfermedad, curación, rehabilitación y recuperación de manera eficiente y eficaz. En este sentido, se podría sostener que Bolivia constituye un ejemplo paradigmático de atención de la salud intercultural, incorporando infraestructura adaptada culturalmente para los partos, programas de formación de profesionales de salud, participación de la comunidad, entre otros. No obstante, el respeto de la cosmovisión cultural amplia de salud/enfermedad nos obliga a reconocer que las ventajas de estas políticas entran en contradicción con los daños ambientales producto de la actividad minera extractiva del país que atenta contra el buen vivir. Por lo tanto, para pensar la interculturalidad en salud no podemos dejar a un lado la protección de la naturaleza. Nuestro aporte aquí se centrará en analizar esta concepción amplia de salud que no sólo abarca las cosmovisiones culturales sino también las consideraciones económicas y sociales del modelo productivo, que hace a la protección (o no protección) de la tierra y la naturaleza en general.3.Marina Sorgi Rosenthal (Becaria UNLP) Desterrando estereotipos en personas con ?discapacidad? para su inclusión social y culturalEn el análisis de la concepción de salud aplicada a personas con discapacidad nos encontramos con la coexistencia paradójica del "modelo médico-rehabilitador"; el ?modelo social?, u el ?modelo de la diversidad funcional?. Palacios (2008) señala que el Modelo Rehabilitador considera que la discapacidad se clasifica en términos de enfermedad y para que dichas personas puedan tener algo que aportar a la sociedad es necesario que sean rehabilitadas o normalizadas. Se espera, entonces, que dichas personas logren asimilarse a los demás ?válidos y capaces? en la mayor medida de lo posible. De esta forma, la Medicina se erige entonces como el saber máximo y absoluto que evalúa los patrones de normalidad reservando para esta última el concepto de salud. El discurso médico se extiende hacia la discapacidad ubicándola del lado de la enfermedad, la desviación y la anormalidad. Se busca la adaptación del individuo con discapacidad a las demandas y exigencias de la Sociedad. Ahora bien si tomamos los datos referenciados del Anuario Estadístico Nacional sobre Discapacidad correspondiente al año 2016, elaborado por el Servicio Nacional de Rehabilitación, observamos que de las personas que fueron a tramitar el Certificado Único de Discapacidad (CUD), se registró que la juntas interdisciplinarias recomendaron prestaciones de rehabilitación en un 49,67% de los casos. Observándose de esta forma, que aún tiene fuerte predominancia el modelo médico. Ante este panorama, nos parece pertinente destacar que Tilly (2000) sostiene que las grandes y significativas desigualdades en las ventajas que gozan los seres humanos corresponde principalmente a diferencias categoriales como negro/blanco, varón/ mujer, más que a diferencias individuales en sus atributos, inclinaciones o desempeños. Dicho concepto - diferencia categorial persona con discapacidad/ persona sin discapacidad; ?anormal/normal? - nos sirve para analizar y entender la falta de inclusión plena de las personas con discapacidad en la sociedad. Y como señala Todorov (2000), se encuentran expresamente presentes los tres ejes que utiliza para analizar la problemática de la alteridad. Primero se puede observar desde el plano axiológico que existe un juicio de valor respecto a ese ?otro?: se suele considerar a la persona con discapacidad como inferior e improductiva. Por otro lado, desde plano praxeológico: sobre todo con la preponderancia del concepto médico de discapacidad se busca asimilar a la persona con discapacidad a mí, ya que es un eje fundamental de este paradigma rehabilitar a la persona para asemejarla a las ?personas normales?. Finalmente, el tercer eje (plano epistémico) es conocer o ignorar la identidad del otro, donde se da una gradación infinita entre los estados de conocimiento menos o más elevado. Si logramos desterrar los estereotipos que recaen sobre las personas con discapacidad y nos permitimos conocerlas se podrá garantizar su plena inclusión.