Hospitales en la mira estatal

KARINA INÉS RAMACCIOTTI

UCA. Rio de Janeiro

Congreso; LASA; 2009

Lasa

El peronismo tuvo dentro de su agenda de prioridades la construcción y habilitación de centros hospitalarios. La duplicación en el número de camas en el sistema hospitalario argentino encerraba un significado múltiple. Por un lado, era vista como una de las vías para lograr la anhelada justicia social en la medida que se brindaban servicios gratuitos a numerosos grupos poblacionales. Por otro lado, como toda obra pública, implicó un mecanismo para conformar alianzas políticas con diferentes grupos sociales. Así pues, en este artículo nos preguntamos cuáles fueron las razones que permitieron dicha expansión. Esta inquietud nos llevará a revisar tres aspectos. En primer lugar, las modificaciones llevadas a cabo dentro de la trama institucional del Estado. La Secretaría de Salud Pública bajo la gestión del neurocirujano Ramón Carrillo contó con un mayor margen de maniobra a la hora de implementar la centralización y la construcción hospitalaria en gran parte del territorio nacional. En segundo lugar, el notorio aumento de las partidas presupuestarias destinadas a la salud entre 1946 y 1950. En tercer lugar, la instrumentación en el área sanitaria de pautas organizativas importadas de la administración industrial. La combinación de estos procesos dio lugar a un conjunto de concreciones materiales que mostraron a un organismo estatal eficiente, dinámico y técnico, que acercaba  la salud a las masas. Esta impresión posicionó a Carrillo en un lugar de marcada visibilidad política durante los primeros años de gestión. Pero este protagonismo convirtió a las acciones que emanaban de la Secretaría de Salud Pública en un área codiciada por otros actores sociales. Así pues, la atención sanitaria se convirtió en un tema central de la política y un terreno de disputa entre la agencia estatal, la Fundación Eva Perón y los sindicatos. Estos tres frentes no eran homogéneos en cuanto a los recursos políticos y materiales y esa desigualdad de fuerzas signó el derrotero de la política sanitaria.