Elaboración de las entradas correspondientes a la Salud infantil

KARINA INÉS RAMACCIOTTI

Infancias Argentinas. Una historia visual.

Edhasa

Año: 2014; p. 200 - 210

El Estado argentino articuló una serie de acciones para proteger la salud de la infancia desde fines del siglo XIX. A tono con la importancia otorgada a la educación para impulsar la civilización; la mejora del estado sanitario fue vista por los médicos higienistas como un mecanismo de integración social. Así, educación y salud se convirtieron en los ejes vertebradores de la Nación moderna. La educación sobre los conocimientos anatómico-fisiológico sobre el cuerpo condujo a interpretaciones sobre las conductas deseadas tanto individuales como sociales. Aquellos niños expuestos a la condición de pobreza, desnutrición, ausencia de protección y escolarización representaban un peligro en tanto inducían a enfermedades; hábitos contrarios a las buenas costumbres y podrían ocasionar taras hereditarias que hacían peligrar el futuro de la Nación. Las posturas que señalaban la imperiosa necesidad de reformas sociales que apuntaran a la educación y a la inclusión social tenían como telón de fondo una visión alarmista que veían en las criaturas indicios físicos y conductuales que aventuraban una futura decadencia nacional. Las marcas genéricas no estuvieron ausentes; la salud de los varones tuvo un lugar protagónico ya que de ellos se creía que dependía la economía y la defensa nacional. Complementariamente, debía cuidarse la capacidad reproductiva de las niñas y reprimir cualquier conducta que pudiera despertar su sexualidad e incitar a los que se consideraban deseos masculinos. Las madres y las maestras tenían un papel central para prodigar estos cuidados ya que se suponía que la naturaleza las preparaba mejor para este tipo de tareas y, en contraposición, todas las actividades vinculadas al ocio, el placer, el trabajo y el estudio se entendían como antinaturales por no estar asociadas a la maternidad.