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Junto con sus colecciones artísticas, los museos de arte albergan frecuentemente otros conjuntos patrimoniales con menor grado de formalización y visibilidad. Es el caso de un conjunto de artefactos escritos de naturaleza dispar conservados por el Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez, en referencia a los cuales la categoría de patrimonio escriturario resulta pertinente como hipótesis de nominación y operativa como dispositivo conceptual. En este universo de objetos que nos interesa abordar de manera unitaria se pueden reconocer sin embargo tres segmentos diferenciados.La biblioteca del museo está conformada por la colección bibliográfica y por colecciones de manuscritos, mecanoscritos y ephemera con marcas autógrafas. Estos documentos fueron producidos por el primer director de la institución, Horacio Caillet Bois, y por un pintor ampliamente representado en la colección, Miguel Carlos Victorica. Sin embargo, la figura protagónica en la historia de su acopio y de su transmisión es el principal donante del museo, Luis León de los Santos. En el mismo estado se encuentra un conjunto de libros donados por De los Santos a la biblioteca ?Horacio Caillet Bois?. En este caso, el subconjunto pudo ser identificado por medio de las dedicatorias quesingularizan los ejemplares.En un orden materialmente diverso se encuentran las inscripciones murarias en el ingreso al museo creado durante de la ampliación edilicia de los años 40. Se trata de una leyenda grabada sobre el dintel y de una lápida conmemorativa con un listado onomástico. El ritual de consagración y la política de memoria ínsita a estas inscripciones, escrituras expuestas en los términos de la ciencia epigráfica, revela su espesor simbólico a través de testimonios diseminados en el epistolario de Caillet Bois.El tercer conjunto sobre el que nos interesa detenernos está constituido por las pinturas de la colección de los Santos. Por iniciativa del coleccionista, algunas pinturas presentan dedicatorias autógrafas de sus autores realizadas sobre el espacio pictórico. A la luz de estas pinturas escritas ?en las que papeles y telas se constituyen en materia escriptoria?, una colección de pinceles de artistas reunidos por De los Santos y legados posteriormente al museo resignifican su función inicial y aparecen en un nuevo marco de sentido como instrumentos de escritura.El estudio interrelacionado de estos objetos pone de realce el vínculo de las prácticas de inscripción, conservación y transmisión de lo escrito con un círculo de sociabilidad al que también está estrechamente ligada la historia formativa de las colecciones artísticas que aloja el museo. Asimismo, revela el sentido que esos artefactos asumen como dispositivos de memoria en distintos momentos de la historia institucional. En particular, el análisis permite ubicarlos en relación de tensa continuidad con un imaginario que asocia la inscripción escrituraria con los efectos de una perpetuación en la memoria social.