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En las dos últimas décadas, se han producido importantes transformaciones en el escenario internacional. Los nuevos paradigmas tecno-organizacionales, la posibilidad de combinar economías de escala y alcance, la globalización de los mercados y la volatilidad de la demanda están aumentando la presión competitiva que enfrentan las empresas. Simultáneamente a este proceso, en el ámbito académico está entrando en crisis el concepto tradicional de competitividad, concebido como un fenómeno de naturaleza exclusivamente macroeconómica y sectorial, determinado por ventajas comparadas estáticas o por la dotación factorial. En este tránsito de las ventajas comparadas estáticas a las ventajas competitivas dinámicas, el desarrollo de procesos de aprendizaje y el incremento de la capacidad innovadora a escala local juegan un rol clave para garantizar el acceso y la permanencia de los productos en los diferentes mercados. Según Ernst y Lundvall (1997), se entiende por capacidad innovadora la potencialidad con la que cuentan los agentes para transformar conocimientos genéricos en específicos a partir de su stock de competencias, generadas estas últimas a lo largo del sendero evolutivo de la firma. En este sentido, las competencias se conciben como el conjunto de conocimientos, rutinas, habilidades tecnológicas y organizativas- formales e informales-que las empresas generan para desarrollar posteriormente actividades innovadoras (Yoguel y López, 2000). Habida cuenta estas consideraciones, el presente trabajo apunta a describir las capacidades de innovación que presentan las micro, pequeñas y medianas empresas industriales del partido de Bahía Blanca, con el propósito de entender en que medida dichas aptitudes inciden sobre su competitividad en los mercados.

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