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El VAN presenta una complejidad que va mucho más allá de su mero cálculo. Por el contrario, sus variables principales, el tiempo (u horizonte de planeamiento), la tasa de descuento adecuada y los flujos de fondos proyectados, requieren de un tratamiento especial, así como de una disección específica de sus comportamientos. Hemos observado que la facilidad que imponen las planillas electrónicas de cálculo, convierten la tarea de evaluación en una mera tarea de cálculo, donde los valores de las variables se descuelgan imprudentemente de la estantería, sin muchas precisiones respecto a su validez. Así, la tasa de descuento debe ser analizada en torno a su estructura, a los modelos de equilibrio del mercado de capitales, a la existencia de mercados desarrollados y mercados emergentes y a la diversificación internacional y nacional, facilitadas por el proceso de globalización. En cuanto al horizonte temporal se presentan los efectos de contextos turbulentos, cambiantes e inflacionarios, que atentan contra plazos de una dimensión a veces necesaria para la recuperación de inversiones de envergadura o altamente riesgosas. Allí se hacen presentes la incertidumbre y el valor de continuidad. Los flujos de fondos, independientes de la ganancia contable y de los arbitrios de la contabilidad, requieren un tratamiento especial y una vinculación adecuada con los distintos costos de capital. La variabilidad de estos en el tiempo presenta riesgos que requieren un adecuado tratamiento, y que, en última instancia deben compensar al inversor por lo que asume. Finalmente, aparece el concepto de opciones reales que permite manejar los proyectos con una flexibilidad adecuada, facilitando la adopción de decisiones estratégicas.

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