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El capítulo analiza las cambiantes posiciones de actores del campo católico al calor de los hechos que dieron pie a la Reforma Universitaria de 1918. En un primer momento la prensa confesional, como los estudiantes católicos se mostraron comprensivos con la huelga estudiantil, de la que muchos de ellos participaron, pero pronto el fortalecimiento del tono anticlerical del discurso de los estudiantes reunidos en la Federación Universitaria, generó los primeros conflictos serios. Poco después, la fallida elección de Antonio Nores como rector, apoyado por la Iglesia, y el reclamo a favor de la participación estudiantil en el gobierno de la universidad, condujeron a la ruptura. Para los católicos, el pedido por el cogobierno amenazaba jerarquías "naturales" y abría la puerta a la descomposición social. Más aún, tras el aumento de la conflictividad obrera entre finales de 1918 y comienzos de 1919, los sucesosde Córdoba se convirtieron, para la prensa confesional y para muchos de los miembros de los Centros Católicos de Estudiantes, en una muestra del peligroso avance comunista y de la necesidad de poner freno al "reformismo desviado" y al accionar de los agitadores profesionales.