Un tiempo escolar fuera de lo común: los jóvenes y sus sentidos sobre la escuela secundaria

PEDRO NUÑEZ

Pensar la educación en tiempos de pandemia

UNIPE

Lugar: Buenos Aires; Año: 2020; p. 175 - 187

La cuarentena, o dicho másformalmente, el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) trastocólas temporalidades de cada uno y cada una de nosotros. Los tiempos sesuperponen, se desdibujan las diferencias entre días hábiles y fines de semanao feriados, se trastocan los horarios. Trabajo, cuidado, limpieza, pedidos on line, abastecimiento de alimentos ycuestiones esenciales son tareas que se reproducen de manera circular. En este nuevo escenario, seintentó sostener, de diferentes maneras, cierta continuidad educativa. Se hizode forma intermitente para algunos, sin lograr contactar a otros ?el intento nosólo da cuenta del fracaso sino también de la prepotencia por intentarlo-, perola llegada de cada actividad, la cita para una reunión a través de cualquierplataforma virtual a las que nos hemos habituado, la preparación de una clase ode recursos didácticos funciona también como organizador de la temporalidad. Deun tiempo que desde ya es otro, diferente al que se construye en lasinstituciones; los contenidos se adecúan, pero que no deja por ello de tenerimpacto como organizador delas dinámicas familiares. Lo percibimos con mayor claridad ahora cuando necesitamoshacernos un tiempo para trabajar, preparar una clase, leer, ayudar a alguiencon una actividad o estudiar.En estos meses los dossistemas que históricamente tuvieron mayor pregnancia en la sociedad argentina,me refiero al de salud y al educativo, tuvieron tiempos diferentes. Mientras latemprana cuarentena implicó la posibilidad para que un sistema de salud demúltiples capas, responsabilidades y subsistemas se equipara, mejorará lacapacidad instalada, se prepararan y formaran equipos, se adquirieran insumos ose informará a la población de los hábitos necesarios para esta etapa (encuanto a higiene, uso de barbijos, entre otras cuestiones), el sistemaeducativo, tal como recordó Claudia Romero[1], se dejó llevarpor la continuidad sin tiempo para pensar las estrategias. Cabe acápreguntarse, retrospectivamente aunque ya vale poco, si no hubiera sido mejorretrasar unas semanas el inicio de clases hasta tener mejor preparadas lasnevas herramientas. El sistema tuvo queadaptarse de un día para el otro. De un día para otro la continuidad educativaimplicó traspasar a virtual clases, contenidos, programas de televisión yradio, tener que preguntarse cuáles eran los recursos y formatos. Al mismotiempo, la pandemia nos mostró que, aún o a pesar de los discursos sobre lacrisis de la educación, continúa vigente algo de la potencia como máquina culturalque dio cuenta Sarlo: si no está la tía Rosita para llamar al peluquero delbarrio y que corte el pelo a los alumnos y ponga cintas blancas y celestes enel cabellos de las chicas, las familias van a recortar el pelo de sus hijos/as,insistirán para que se bañen o prendan la cámara en una reunión virtual. O, retomandoa Pineau y su idea de la escuela como máquina de educar, aunque no se cumplauna de las piezas que ensamblaron para generar la escuela como el uso específico delespacio y el tiempo  que ?define ciertosmomentos, días y épocas como más aptos para la enseñanza, los dosifica en eltiempo y les señala ritmos y alternancias? (2001:32), el sistema sostuvo estavariante educativa que no es educación virtual. Este intento, que no es inocuo en cuanto a la disrupción detrayectorias, fue diferente de acuerdo a los niveles. También, por supuesto, enrelación a la posición social de cada quien. De hecho, cabría pensar si no esmomento de hacer una pausa y rediseñar estrategias para los próximos meses,alterar un calendario ya de por sí alterado, darse un tiempo sin obligacionespara docentes y estudiantes donde la política educativa elabore propuestas parapensar este tiempo que seguramente traerá más adelante un mayor esfuerzo parare enganchar a quienes fueron desconectándose de las clases, a quienes lasescuelas a pesar de todos los intentos no lograron llegar, a aquellos yaquellas que forman parte de los grupos más desaventajados.Durante la pandemia la incertidumbre, aspecto esencial decontemporaneidad, se incrementó notablemente. Este texto es un intento poraportar algunas reflexiones, sin pensar en recetas o soluciones mágicas, enrelación a los vínculos, las experiencias escolares juveniles y la escuelasecundaria y las distintas problemáticas y futuros escenarios que afrontamos. Estamos inmersos en una etapa en lacual desconocemos ?al menos en el momento en que escribo estas palabras- el final,una suerte de carrera sin meta. No sabemos cómo será ese regreso, pero aún así es válido el ejercicio. En este contexto quizás ayude a pensarnos comoartesanos tal como plantea Sennett (2008)m con un repertorio de procedimientosen permanente interrelación entre el conocimientotácito y reflexivo, pero donde no se trata de imitar sino de desarrollar lashabilidades e insistir incluso en la necesidad de respetar la lentitud delproceso artesanal en un tiempo trastocado. Existen experiencias en los países que paulatinamentevan saliendo de la cuarentena que incluyen regreso escalonado, encuentros sólopara recuperar la posibilidad de la sociabilidad, rediseño de los espacios, inclusoel aprovechamiento de otros lugares. ¿Cuánto se modificará el uso del tiempo y el espacio escolar? ¿Que ya no formemos al entrar? (aunquehay que reconocerle al normalismo su anticipación con eso de formar guardandodistancia) ¿Puede llegar amodificarse aquello que entendemos por "escuela"? El texto está organizado en cuatro apartados. En un primero momento presentoalgunos interrogantes para repensar la escuela secundaria, para luego planteartrestensiones relacionadas con las funciones de la escuela, el lugar de lastecnologías y en relación a lo que podemos llamar la vieja/nueva escuela. [1] Webinar ?LaEscuela: del fracaso a la catástrofe?, organizado por La Usina Social el10/6/2020. Link:  https://www.youtube.com/watch?v=mQRMMa0NmMg.