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El presente trabajo forma parte de una investigación más amplia que tiene por objetivo analizar y describir el desarrollo de los estudios filológicos en América Latina entre las décadas de 1930 y 1960. El protagonismo de Amado Alonso y de sus discípulos (Raimundo Lida, Ángel Rosenblat, etc.) en dicho proceso, ha llevado a que éste sea usualmente considerado como un mero episodio regional dentro de la historia general de la denominada Escuela Española, cuyo tronco común se remontaría a las obras y enseñanzas de Ramón Menéndez Pidal. Sin embargo, en el curso de nuestra investigación nos ha sido posible localizar una serie de características particulares y privativas de la práctica filológica en nuestro continente, derivadas de sus peculiares circunstancias lingüísticas, académicas y políticas, y que en ocasiones, además, se oponen a las peninsulares. Nos referimos, concretamente, a la distintiva alianza entre ciencia, norma estética y norma lingüística que establecen los filólogos americanos (cuya obra señera bien podría ser la monumental De la pronunciación medieval a la moderna en español (1955-1969) de Alonso), en contraste con las derivas irracionalistas impuestas por Dámaso Alonso en la crítica literaria española a partir de su muy difundido Poesía española. Ensayo de límites y métodos estilísticos (1950). Consecuentemente, este trabajo propone un primer acercamiento a la obra de Ángel Rosenblat, así como a su labor institucional de promotor de la filología en Venezuela, dentro del marco explicativo que habilita nuestra investigación, en la dirección de establecer las características y límites de lo que podría ser denominado una Escuela Americana de Filología. Para nuestra lectura, nos centraremos especialmente en las nociones de ?progreso lingüístico? y ?corrección literaria?, expresadas en varias de sus obras y conferencias.