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Este artículo analiza la correspondencia entre el delegado apostólico, Luigi Matera, y los obispos argentinos del período 1880-1883. El objetivo es reconstruir las posiciones y estrategias adoptadas por la jerarquía eclesiástica en vistas a la consolidación de la Iglesia argentina. Se pone especial atención a las diferencias entre los obispos y el delegado apostólico en puntos sensibles del gobierno eclesiástico y en las formas de actuar ante elpoder político. Se han escogido los años previos al conflicto que llevó a la expulsión de Matera en 1884 y la interrupción de relaciones diplomáticas entre Roma y Buenos Aires porque se intenta desmontar la interpretación clásica que leyó ese episodio como el desenlace previsible de un paulatino alejamiento entre el «Estado laicista» y las autoridades eclesiásticas, encolumnadas cada vez más decididamente en las posiciones ultramontanas de Roma. Se muestra que la intransigencia que manifestaba públicamente la Santa Sede fue muchas veces dejada de lado a la hora de tomar decisiones concretas en iglesias de tradición galicana como la argentina: se podían hacer concesiones a los fines de no perder privilegios otorgados por el Estado.