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El presente trabajo forma parte del proyecto ?Hacia un desarrollo sostenible: cultura, ambiente, entornos saludables y espacios vividos en el departamento de Maipú, Mendoza?, avalado y subsidiado por la Secretaría de Investigación, Internacionales y Posgrado de la Universidad Nacional de Cuyo (código 06/G075). En dicho proyecto se estudia el departamento de Maipú, que forma parte del oasis norte de la provincia de Mendoza. Se localiza a 15 kilómetros al sureste de la ciudad homónima, y constituye uno de los seis departamentos que conforman el Gran Mendoza desde hace unas tres décadas. Para considerar la identidad, es relevante tener en cuenta la historia de la ciudad, que es el legado que influye en las representaciones de sus habitantes: en su evolución, el municipio de Maipú tuvo cuatro etapas. La primera abarca la segunda mitad del siglo XIX, desde la fundación de la ?villa de las Mercedes? ?posteriormente villa de Maipú- el 31 de mayo de 1861. ?El núcleo histórico estaba diseñado sobre la base de un plano ortogonal de dieciséis manzanas, con una plaza central? (Prieto y Zamorano, 1999: 317). Dicha fundación se produjo aprovechando algunos asentamientos rurales aislados preexistentes desde 1578 y sobre un sitio privilegiado: a orillas del curso medio del río Mendoza, en una llanura con suelos fértiles, clima templado semiárido con alto coeficiente de heliofanía y un sistema de riego en ciernes (heredado de los huarpes). La segunda etapa comprende desde fines del siglo XIX hasta 1950 aproximadamente. La llegada del ferrocarril General San Martín -en 1885- propició la afluencia masiva de inmigrantes, mayormente de origen europeo, quienes contribuyeron al crecimiento de la vitivinicultura. De este modo, aumentaron notoriamente las tierras con viñedos y se crearon varias bodegas. En esta época, a medida que avanzaba el espacio agroindustrial, se expandía la villa cabecera y crecía su área de influencia, de tal modo que la ciudad de Maipú se convirtió en una ciudad satélite de la aglomeración de Mendoza. En la tercera etapa, desde 1950 hasta 1990, se produce un crecimiento netamente urbano, en desmedro de la disminución de las parcelas de uso agrícola. Como consecuencia de la creación del área industrial del carril Rodríguez Peña -eje oeste-este al sur de la ciudad de Mendoza y al norte del departamento de Maipú-, se produjo progresivamente la pérdida de pasajeros del ferrocarril y el acrecentamiento del tránsito carretero, a medida que crecía el número de caminos y se construían autopistas. Por consiguiente, la ciudad de Maipú y los distritos septentrionales del departamento homónimo pasaron a formar parte del Gran Mendoza, como un suburbio sureste de gran desarrollo. La cuarta etapa comprende desde 1990 hasta nuestros días. En ella se manifiestan los efectos de la concentración económica: se construyen centros comerciales cerca del centro urbano; se edifican barrios por iniciativa del gobierno provincial; se construyen barrios cerrados por iniciativa de empresas privadas. En suma, crece el espacio suburbano en perjuicio de la ocupación de tierras agrícolas. Sin embargo, desde la gestión municipal se valoran especialmente el patrimonio y el turismo. En este marco histórico, los habitantes de la ciudad de Maipú tienen conciencia de su identidad, que forjaron a lo largo de unos 100 años, durante las tres etapas en que la villa estuvo ?separada? del Gran Mendoza, ya sea como un núcleo menor o como ciudad satélite de éste. Por lo tanto, cabe preguntarse si los pobladores de esta ciudad en la actualidad se identifican como habitantes de Maipú o de la aglomeración mendocina. De este modo, se impone el estudio de la territorialidad, que se define como ?la relación evolutiva y cambiante y por ende temporal-, a la vez existencial, afectiva, ciudadana, económica y cultural, que un individuo o un colectivo construye con el territorio del cual se apropia, concretamente y/o simbólicamente? (Di Méo, 2017: 1). En nuestro caso, la territorialidad remite a una experiencia personal del espacio, a partir del cual el sujeto descubre sentimientos y argumentos que forjan su identidad. Por lo tanto, la identidad implica que el espacio de los pobladores de Maipú es un espacio vivido, en el cual los mismos individuos se vinculan con su entorno, su lugar de vida, su suelo, su tierra. Ese entorno está teñido de su cultura, en la cual el patrimonio es esencial para desentrañar su identidad y para fomentar el turismo en el departamento. El espacio vivido arranca desde el concepto de ?geograficidad?, acuñado por Eric Dardel (1952): es la cualidad según el cual el individuo tiene en su vida cotidiana una experiencia inmanente que lo vincula con su entorno, con su lugar. Es ?la relación existencial que se establece entre el hombre y su hábitat? (Marie-Claire Robic, 2004: 2). Es objeto de estudio de la Geografía humanista: las acciones de los hombres, imbuidas de significados, valores, objetivos y propósitos que tienen en su psiquis, les permiten vincularse con su entorno. De ese vínculo surgen las representaciones, que el individuo construye y reconstruye cotidianamente, y en ellas está presente el patrimonio cultural, que comprende bienes inmuebles de diverso tipo: arquitectónicos, urbanísticos, paisajísticos, con sus accesorios y entorno, que contribuyen en los procesos de desarrollo local (Raffa y Cirvini, 2010: 222). El patrimonio cultural, además de ser un concepto subjetivo y dinámico, depende también de los valores que la sociedad en general les atribuye a los objetos y bienes en cada momento de la historia y que definen cuáles se deben proteger y conservar en el futuro (Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, s./f.). Por otro lado, en la vivencia del patrimonio que tienen los habitantes, están presentes también los recursos turísticos de relevancia económica (Prats y Santana, 2011: 2). Dichos recursos son los atractivos o productos objeto de estudio del turismo cultural, en el cual la motivación esencial del visitante es aprender, descubrir, experimentar y consumir los productos culturales, materiales e inmateriales, de un destino turístico. Dichos atractivos o productos comprenden un conjunto de elementos materiales, intelectuales, espirituales y emocionales de la sociedad, entre los cuales está el patrimonio. Por todo lo dicho, el objetivo de este trabajo es caracterizar la identidad de los habitantes del departamento de Maipú, según sus vivencias, en relación con el patrimonio y el turismo.Se estudian aquí, por lo tanto, las representaciones de los habitantes de Maipú, cuyo análisis desglosamos en tres aspectos: sus actividades cotidianas, la relación dialéctica hombre-espacio, las redes de comunicaciones, con los elementos permanentes y los elementos cambiantes en la construcción de la identidad (Lindón, 2007: 6). En los tres ítems básicos se analiza la valoración del patrimonio como punto de partida para desarrollar el turismo en la ciudad de Maipú. Respecto de la metodología, se alternan los métodos inductivo e hipotético-deductivo, con manejo de datos cualitativos y cuantitativos. En la colecta de información, además de los documentos bibliográficos, estadísticos y cartográficos, se prioriza el trabajo de campo, a través del relevamiento de los bienes y sitios patrimoniales, combinando la observación directa del paisaje natural y cultural, las encuestas a los habitantes y las entrevistas a informantes calificados. En el tratamiento de datos, se seleccionan, se clasifican y se relacionan las variables consideradas y se confeccionan mapas de análisis. En la comunicación de los resultados se elabora la cartografía sintética para luego explicar los elementos antiguos y modernos de la identidad, el patrimonio y el turismo de la ciudad de Maipú. Entre los resultados, en las actividades cotidianas de los pobladores, se profundiza su manejo del espacio, teniendo en cuenta el barrio en el que habitan, con los hitos o puntos de referencia, los lugares patrimoniales, sus lugares de reunión, sus vínculos con los vecinos, sus apreciaciones afectivas sobre la ciudad, su valoración del ambiente natural y/o antrópico. Por otro lado, en la dialéctica espacio-sociedad, los símbolos materiales e inmateriales presentes en los individuos, relativos a su quehacer cotidiano, al patrimonio. Dichos bienes patrimoniales, según la forma en que se desarrollaron como espacio arquitectónico, nos permiten comprender e interpretar los procesos y los cambios culturales y sociales. Entonces podemos entender los modos y formas de vida de la época. Es importante destacar que la preocupación por la preservación del patrimonio no corresponda puramente a la gestión municipal, sino que debería ser un trabajo en conjunto con la provincia y el país, ya que actualmente quedan muchos sitios abandonados de los cuales el municipio solo no puede asumir el gasto. El departamento de Maipú se caracteriza por la presencia de una amplia variedad de bienes y sitios patrimoniales con declaratoria nacional, provincial y municipal. Sobre este aspecto, en el trabajo de Cirvini y Manzini (2016) se relevaron 1030 bienes del Gran Mendoza, de los cuales aproximadamente 25 % corresponde al departamento de Maipú. Estos bienes tangibles que lo representan están constituidos por iglesias, bodegas, viviendas, escuelas, teatros, plazas, parques, hitos. De este patrimonio cultural, presente en la identidad de los habitantes, se analizan sus características formales y funcionales que responden a las posibilidades del turismo cultural. Por último, al considerar los servicios y las redes de comunicaciones, se incluyen los servicios de los habitantes, las fortalezas y las debilidades de las redes técnicas y territoriales, y las posibilidades y desventajas para la actividad turística de la ciudad de Maipú.