INVESTIGADORES
CROSS Maria Cecilia
convenios, asesorías y/o servicios tecnológicos
Título:
Premio Banco de Ideas del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación
Autor/es:
CROSS, CECILIA; FREYTES FREY, ADA; GARCÍA ALLEGRONE, VERÓNICA
Fecha inicio:
2006-12-01
Fecha finalización:
2007-05-30
Naturaleza de la

Producción Tecnológica:
Social
Campo de Aplicación:
Des.Socioecon.y Serv.-Org.y Adm.del Desarro
Descripción:
TÍTULO DE LA PROPUESTA: El afianzamiento de las cadenas de valor en torno al proceso de reciclaje de RSU a partir de la instauración de un modelo de información municipal. Las cooperativas de trabajadores del reciclado como proveedores de la Pequeña y Mediana  Industria. EJE TEMÁTICO DE LA PROPUESTA: b) Propuestas de proyectos destinados al desarrollo de actividades socioproductivas con innovación tecnológica. SEUDÓNIMO: RECICLADORES URBANOS TIPO DE PRESENTACIÓN: Institucional RESUMEN: El manejo de los residuos sólidos urbanos (RSU) es uno de los principales problemas de las grandes ciudades como la zona metropolitana de Buenos Aires. En este sentido, en los últimos años ha aumentado la concientización acerca de la necesidad de avanzar en una gestión social de esta problemática, considerándola en forma integral. Observamos que para ello los municipios deben tener un papel activo, y nuestra propuesta avanza en este sentido. En efecto, últimamente los gobiernos locales han ocupado un papel marginal respecto a este asunto, a pesar de que los efectos sociales, económicos y ecológicos del actual sistema de gestión los afectan particularmente. El programa que presentamos contempla estos tres ejes, impulsando la participación municipal en la consolidación de la cadena de valor del reciclaje, a partir de la puesta en marcha de un sistema de información que permita profundizar el intercambio entre los trabajadores informales de la basura y la pequeña y mediana industria. Consideramos que la implementación de este sistema permitirá consolidar las estrategias de desarrollo local desde el punto de vista económico, ecológico y social. En primer lugar, porque permitirá reducir la importación de bienes intermedios aumentando la competitividad de la industria local. De esta forma, facilitará la creación de empleos y el mejoramiento de los ingresos de “trabajadores informales de la basura” activando la demanda local agregada y reduciendo la población a ser asistida a través de subsidios al desempleo y la pobreza. En relación al aspecto ambiental, en tanto permitirá disminuir el volumen de basura a ser enterrada en rellenos sanitarios y basurales clandestinos. Finalmente, en su componente social, porque permitirá una mejor inserción laboral y productiva de los trabajadores informales, estimulando el asociativismo entre sus organizaciones y disminuyendo las fuentes de conflicto y la incidencia de la indigencia y la pobreza en el territorio. INDICE DE CONTENIDO. 1.                 Presentación general del problema social a abordar. 2.                 Población beneficiaria. 3.                 Justificación del proyecto y su implementación. 4.                 Objetivos generales y específicos. 5.                 Metodología de trabajo. 6.                 Previsión del impacto del proyecto. 7.                 Área de aplicación. 8.                 Cronograma (tiempo de duración del proyecto). 9.                 Costos estimados de acuerdo al tipo de proyecto. 10.             Bibliografía citada. PROPUESTA. 1.                 Presentación general del problema social a abordar. La propuesta que presentamos parte del supuesto de que la futura administración de los RSU debiera dar especial preponderancia a las actividades de reciclaje dando lugar a lo que llamamos una “gestión social” en la que las organizaciones de trabajadores informales de la basura y la pequeña y mediana industria nacional sean los principales beneficiarios de las actividades de recuperación y puesta en valor de los residuos. Para facilitar esta interacción, proponemos la creación de un sistema de información en que se vuelque la oferta y demanda de materiales, gestionado por los municipios de la zona metropolitana de Buenos Aires. El actual sistema de administración de los RSU se basa en su disposición en rellenos sanitarios. Este sistema fue propuesto en reemplazo de la forma previa de tratamiento de la basura, la cuál consistía en la quema de residuos en usinas públicas y hornos privados. Ante el alto nivel de insalubridad de este dispositivo -generador de grandes cantidades de  gases tóxicos y hollín- ,  durante la última dictadura militar, se estructuró como alternativa un sistema de gestión de los residuos basado en el establecimiento de “rellenos sanitarios”. Para ello se creó, en el año 1977, el CEAMSE (Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado), empresa del Estado de carácter interjurisdiccional (tienen participación por partes iguales la Provincia de Buenos Aires y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires), a cargo de la implementación del nuevo sistema  (Prignano, 1998; Suárez, 1998). La fundación del CEAMSE implicó una centralización de la gestión de los RSU en la zona metropolitana de Buenos Aires. Previamente, los municipios de la Capital y sus alrededores eran los responsables de la actividad de recolección y tratamiento de los residuos, pero la Ley Provincial 9111/78 instituyó la obligatoriedad de que fueran enterrados exclusivamente en los rellenos sanitarios del CEAMSE. Asimismo, dicha ley prohibió la actividades de reciclaje y cualquier otra forma de tratamiento de los residuos (Gorbán, 2005). De esta forma, se instauró el monopolio del  CEAMSE en el tratamiento y disposición de la basura generada en el área metropolitana, relegando a los gobiernos locales. En efecto, desde sus inicios, el directorio de esta institución está compuesto en partes iguales por representantes de la Capital Federal[1] y la Provincia de Buenos Aires. En este contexto, los municipios del conurbano bonaerense carecen de cualquier tipo de representación y por tanto están ajenos al proceso de toma de decisiones en torno a esta problemática. No obstante, son responsables de la recolección domiciliaria de los residuos y su transporte, actividades que usualmente han transferido a empresas privadas (Suárez, 1998). Ahora bien, en la actualidad es posible observar que a 28 años de su implementación, esta política de tratamiento de los RSU se ha mostrado ineficaz para resolver muchos de los aspectos que pretendía atender, generando nuevos problemas y siendo inconsistente frente a los cambios operados en nuestra realidad económica y social. En efecto, por un lado, uno de los principales propósitos que animaron la creación del CEAMSE fue la erradicación de los basurales ilegales a cielo abierto. Estos suponen una alta contaminación visual y ambiental, que pone en serios riegos la salud de la población. La instauración de rellenos sanitarios pretendió evitar estos riesgos. Por el otro lado, otro objetivo explícitos de la creación del CEAMSE, fue finalizar con las actividades de “cartoneros” y “cirujas”. De hecho, esta política intentaba terminar con toda actividad informal de recolección, clasificación y venta de residuos. Efectivamente, aún cuando la cantidad de trabajadores que se dedican a estas actividades haya aumentado fuertemente en los últimos años, la venta de RSU ha sido históricamente una importante estrategia de subsistencia para muchas familias pobres del área metropolitana (Gorbán, 2005; Suárez, 1998; Schamber y Suárez, 2002). No obstante, en la actualidad, dichos objetivos distan de haber sido alcanzados. Por el contrario, se advierte la persistencia de serios problemas tanto ambientales como sociales. Estos aspectos se intersectan y complementan profunda y complejamente, como pasaremos a explicar. En primer lugar, el actual sistema no resulta sustentable ni desde el punto de vista sanitario, ni en relación a su capacidad de procesamiento del creciente volumen de basura generada en el área. Los vertederos ilegales de residuos no han podido ser erradicados. Una de las principales explicaciones que se ha ensayado al respecto son los altos costos de la recolección y el transporte de los residuos que deben afrontar los municipios, los cuales aumentan cada año (Suarez, 1998). En segundo lugar, el sistema de disposición en rellenos sanitarios –o basurales clandestinos- es altamente contaminante por sí mismo, afectando el agua, el aire y el paisaje. En este sentido, la emanación de gases tóxicos y el filtrado de lixiviados a las napas es un problema habitual de acuerdo a lo que manifiestan quienes viven en las inmediaciones de los rellenos, problema que también es crecientemente reconocido por las autoridades provinciales y de distintos municipios bonaerenses. A este respecto, es necesario recalcar que en los últimos años han proliferado los asentamientos y villas de emergencia que se han instalado en las inmediaciones de los rellenos sanitarios, y que la mayoría de sus habitantes son “quemeros”, es decir que dentro de sus recursos de subsistencia la venta de materiales obtenidos en los terrenos del CEAMSE suele tener un lugar preponderante. En tercer lugar, la extensión de las familias que subsisten a partir de la recolección de residuos desechados en los hogares e industrias, se ha incrementado en los últimos años, es decir que no se ha podido erradicar el “cirujeo” como actividad en estas casi tres décadas. Ciertamente, la intensificación de la actividad de “cirujas”, “quemeros” y “cartoneros” es un emergente de la crisis socioeconómica generada por la destrucción del empleo y el aumento de la pobreza derivadas de la implementación del modelo neoliberal en nuestro país, que comienza con la última dictadura militar. No casualmente, el marco en el cual se diseña la actual política de gestión y tratamiento de los residuos. Existen estudios que señalan que, hacia mediados de la década del ’90, cuando empezó a hacerse más evidente el impacto acumulativo de dicho modelo, numerosos trabajadores desocupados, desalentados en su participación en el mercado laboral formal ante los altos niveles de desempleo, se volcaron a la actividad de recuperación de residuos, constituyendo un “nuevo perfil de cirujas”, con mayor nivel educativo y experiencias previas de trabajo asalariado (Schamber y Suárez, 2002). Paralelamente, particularmente en el conurbano bonaerense, se fueron desarrollando diversas experiencias de organización de estos “trabajadores informales de la basura”, algunas de base territorial y otras de tipo cooperativo. Algunas de estas iniciativas contaron con el apoyo de ONGs nacionales y extranjeras, y de organismos públicos. Otro punto a tener en cuenta es que las actividades que desarrollan estos trabajadores informales se insertan en las primeras fases de la “cadena de valor del reciclado”: las etapas de recolección, selección, clasificación, acopio, lavado, picado y enfardado[2]. A medida que se avanza en la cadena, se mejoran las posibilidades de ganancias, pero también son necesarios una mayor organización y un mayor capital de trabajo. Esto es lo que han logrado, con mucho esfuerzo y un alto grado de precariedad, diversas organizaciones y cooperativas. No obstante, muchos “quemeros” y “cartoneros” se ocupan tan sólo de las actividades de recolección y selección, las cuales, si bien muy mal pagas, son fundamentales para el reciclado, porque es a partir de esta acción que el material desechado ingresa nuevamente en una cadena de valorización. En tal sentido, la función social del “cirujeo” adquiere nuevas connotaciones en el marco de una mayor conciencia acerca de la necesidad de, por un lado, incrementar la actividad industrial, pero por otro, hacerlo custodiando que el medio ambiente y las condiciones de vida en las ciudades no sean aún más deterioradas. En efecto, en un escenario en que el resguardo del medioambiente ha sido definido como una política de Estado, las actividades de reciclaje y puesta en valor de materiales anteriormente desechados resultan un eje central. Con mucha más razón si esto puede traer además beneficios importantes en términos de aumento de la competitividad de las pequeñas y medianas industrias, principales generadoras de empleo y de aumento de la demanda agregada en nuestra economía. En este sentido, el desecho de materiales tales como el plástico es incompatible con una estrategia de desarrollo basada en la industria. En nuestro país  los bienes intermedios –importados o producidos por grandes empresas- constituye uno de los rubros cuyo costo se ha incrementado más fuertemente en los últimos años, afectando seriamente la competitividad de la pequeña y mediana industria (Kulfas y Schorr, 2002). En este sentido, las actividades de reciclaje resultan un aspecto clave en términos de apuntalar y sostener el desarrollo de la industria nacional. Los cambios operados en la realidad social y económica junto con una mayor conciencia respecto a la necesidad de resguardar el medio ambiente, han sido fuente de inspiración de numerosas iniciativas que pretendieron reformular el actual sistema de gestión de los RSU. Los cambios operados en la realidad social y económica junto con una mayor conciencia respecto a la necesidad de resguardar el medio ambiente, han sido fuente de inspiración de numerosas iniciativas que pretendieron reformular el actual sistema de gestión de los RSU. En efecto, desde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y desde la Provincia se han desarrollado un conjunto de políticas dirigidas a modificar tanto el sistema de recolección como el de disposición final de los residuos sólidos. De esta forma, en la provincia de Buenos Aires se lanzó el programa “Sin desperdicio” con el objetivo de promover el tratamiento de residuos sólidos en todo el territorio bonaerense. Esta iniciativa, apoyada por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, promueve la instalación de plantas de clasificación y reciclado, brindando a su vez capacitación e infraestructura a cartoneros organizados. De esta forma a través de este plan se propone por un lado financiar la capacitación de la población relacionada con la separación de materiales reciclables y la recolección diferenciada en origen, y por el otro desarrollar acciones para reformular el manejo de los rellenos sanitarios. Por su parte, en el 2002 la Legislatura porteña comenzó la discusión de un proyecto de ley - Ley Nº 992- con el objetivo de regular la actividad de los cartoneros, incorporándolos como sujetos de derecho. Fue la primera vez que se comenzó a discutir el sistema de gestión de RSU desde su implementación durante la última dictadura. Como parte de la instrumentación de esta nueva ley se puso en marcha el Programa de Recuperadores Urbanos (PRU), el cual desarrolla, planifica y promociona una política socio-económica y ambiental dirigida a la actividad de los cartoneros o “Recuperadores Urbanos”. Además este programa se concibe dentro de una “Gestión Integral de los Residuos Sólidos” de la Ciudad, desde la cual se apunta a promover la separación en origen de los residuos, con el fin de abandonar su entierro indiscriminado en los rellenos sanitarios. Al mismo tiempo el PRU se propone llevar adelante una campaña de educación comunitaria y de capacitación, con los vecinos y los recuperadores. En este contexto, durante el año 2005 fue aprobada la ley “Basura cero”,  a través de ella la Ciudad de Buenos Aires adoptó un cronograma de abandono progresivo de la utilización de los rellenos sanitarios. El mismo implica una reducción progresiva de la cantidad de desechos a ser depositados en los rellenos sanitarios hasta alcanzar el 100% para el 2020. Más allá de las diversas iniciativas impulsadas en este sentido, observamos que la cantidad de material reciclado es mínima y la proliferación de fuentes de conflicto en torno a su utilización es permanente. En este sentido, los más ampliamente perjudicados son aquellos a quienes hemos llamado “trabajadores informales de la basura”, dado que llevan a cabo sus actividades en condiciones realmente adversas en relación a su integridad física y a los ingresos que obtienen por esta tarea. En este sentido, es que consideramos que la gestión social de los residuos es una alternativa económica, ecológica y socialmente sustentable al actual sistema de administración de la basura. En efecto, ésta supone un abordaje complejo del tema de la basura en los ámbitos urbanos y una fuerte participación de organizaciones de base y de las autoridades locales. El punto de partida propuesto, supone un cambio de magnitud respecto al actual sistema de gestión de los RSU. En efecto, como hemos visto, muchos de los problemas no resueltos (o creados) por el actual sistema de gestión de los residuos, se derivan de un sistema altamente centralizado pero a su vez costoso para las administraciones locales. Por otra parte, muchos de los objetivos que se propusieron con su implementación exigen ser revisados a la luz de la nueva coyuntura económica y política por la que atraviesa nuestro país. El fortalecimiento de la cadena de valor en torno a las actividades de recuperación y puesta en valor de los residuos, permitiría consolidar los efectos positivos de la actividad tanto desde el punto de vista económico, como social. En este sentido, consideramos que la gestión municipal debiera apuntalar aquellos aspectos que impiden una mayor incidencia de las actividades de reciclaje en relación al volumen de RSU generado. Por ello proponemos que los municipios sean el espacio de articulación y encuentro entre trabajadores informales y unidades productivas ubicados en distintas etapas de la cadena de valor del reciclado, a partir de la generación de un sistema de información que permita una mejor planificación de las actividades socio-productivas y una mejor coordinación entre ellos. 2.                 Población beneficiaria. La principal población beneficiaria son los “trabajadores informales de la basura” (“quemeros”, “cartoneros”, miembros de cooperativas de acopio y reciclado)  nucleados en organizaciones de base territorial en la zona metropolitana de Buenos Aires.  Esta cifra es coincidente con los resultados de un estudio realizado en dos municipios de este territorio –Malvinas Argentinas y José C. Paz-, en 1999 (Suárez, 2001). A partir de un censo efectuado en las empresas acopiadoras, el autor afirmaba que 1000 unidades familiares –esto es, alrededor de 5000 personas- vivían del “cirujeo”. La proyección de esta cifra a la zona metropolitana de Buenos Aires llevaba a estimar que en la misma unos 25.000 hogares tenían en esta actividad su principal fuente de ingresos. En un trabajo previo de investigación hemos podido observar que los trabajadores y trabajadoras que dependen de la recolección informal de basura están sometidos a condiciones sanitarias críticas y a numerosas fuentes de conflicto y violencia. Generalmente se trata de jóvenes sin ninguna experiencia de trabajo formal previa, y adultos mayores de 50 años, que atraviesan una situación de persistencia en el desempleo. Muchas veces, sobre todo en el caso de las mujeres, se ven obligados a realizar esta actividad acompañados por sus hijos menores de edad. Estos niños, entonces, suelen tener un tránsito errático por el sistema educativo, profundizando su situación de pobreza y deteriorando sus expectativas futuras de inserción laboral (Beccaria, 2002; López, 2002), además de verse sometidos a riesgos evidentes en relación a su salud y bienestar. Las actividades relacionadas con la recolección informal de basura se realiza bajo la forma de dos figuras prototípicas la de los “cartoneros” o “cirujas” y la de los “quemeros”. Dichas figuras califican actividades y no personas, dado que muchos de estos trabajadores conviven merced a una combinatoria de ambas, y llevan a cabo otras bajo la modalidad de “changas” o prestan servicios comunitarios a cambio de un “plan”. La actividad de los “cirujas” consiste en vender materiales que son recogidos por ellos mismos en la vía pública, abriendo las bolsas de residuos en frente de los domicilios o mediante la recolección pautada con ciertos “clientes”, es decir porteros, comerciantes o empleados de comercio, que realizan una preclasificación de materiales y se los entregan en mano (Gorbán, 2005; Gorbán y Wilkis, 2006).  En tanto, se autodenominan como “quemeros” aquellos que ingresan a los rellenos sanitarios para intentar conseguir materiales potencialmente reciclables. Es evidente que las condiciones de salubridad de dicha tarea son pésimas. La incidencia de gases tóxicos sobre estos trabajadores es directa y permanente, sobre todo porque muchos de ellos viven con sus familias en las inmediaciones de los rellenos sanitarios. A su vez, están sometidos a cortes, excoriaciones y lastimaduras en brazos, piernas y rostro producto de estar en contacto permanente con los residuos amontonados por los camiones que los transportan hasta el relleno sanitario. Por otra parte, estos trabajadores sufren discriminación y malos tratos casi cotidianamente. Es que la tarea que llevan a cabo es contradictoria con el sistema vigente de administración y gestión de los residuos. Esto los somete a enfrentamientos casi cotidianos entre sí (debido a que deben recoger el material más expuesto en el menor tiempo posible) y con los custodios del predio, quienes si bien a veces autorizan su entrada, en ocasiones también los reprimen y agreden física y verbalmente (Freytes Frey y otros, 2005; Cross y Freytes Frey, 2006). A estas dos figuras se agrega una tercera, la de trabajadores que, reunidos en cooperativas o microemprendimientos familiares, realizan las actividades intermedias de “puesta en valor” para la recuperación de los residuos como insumos industriales: re-clasificación, lavado, picado y enfardado. Una vez más, la diferencia con las actividades anteriores no es taxativa, porque estos emprendimientos pueden relacionarse con “quemeros” y “cartoneros” como proveedores “externos”, o bien incorporarlos a la misma organización, presentando así una mayor integración en relación al proceso de reciclado. En general, los ingresos que los trabajadores informales de la basura perciben por esta actividad son fluctuantes e inciertos. Más allá de las diferencias en las formas de llevar a cabo la recuperación de los residuos, un problema que afecta a unos y otros es la dificultad para poder conocer la demanda que existe para ciertos materiales, el mejor lugar en que venderlos, la mejor forma de contactarse con los compradores, etc.[3]. En razón de las situaciones consignadas, como se ha visto, los “trabajadores informales de la basura” -quienes originariamente realizaban sus tareas individualmente o en grupos reducidos-, han comenzado a organizarse. Sin embargo, su capacidad para acceder a la información acerca de cuáles son los productos demandados por las empresas es realmente reducida. Por otra parte, las dificultades para comunicarse entre sí y establecer estrategias más allá del corto plazo debido a su necesidad de obtener recursos diariamente, los vuelve a menudo vulnerables ante los acopiadores y actores intermedios de la cadena del reciclaje, quienes imponen sus precios y condiciones de compra. En el mismo sentido funciona la falta de articulación que se advierte frecuentemente entre las actividades de recolección y las cooperativas de reciclado. Tales dificultades de coordinación “hacia delante” y “hacia atrás” de la cadena de valor  impiden a estos emprendimientos avanzar más allá de las actividades más elementales del proceso de reciclaje, es decir la clasificación, el lavado o la compactación de materiales, al no poder incorporar el equipamiento necesario para realizar tareas de mayor valor agregado. Asimismo, el volumen de materiales que pueden procesar en estas condiciones es todavía muy reducido respecto al potencialmente aprovechable. Estos aspectos hacen que los impactos positivos que su actividad podría tener en relación a aumentar la competitividad de la industria local sea realmente marginal. De acuerdo a relevamientos realizados encontramos que dicha población presenta condiciones de alta vulnerabilidad social y escasa capacidad de inserción en circuitos de empleo formal. Respecto a esta última caracterización vale aclarar que las principales dificultades para acceder a un empleo no se derivan necesariamente de su falta de calificaciones para el trabajo, sino de su larga permanencia en el desempleo, el deterioro de su salud y los lugares en los que viven. Estos atributos los convierten en una población con “baja elegibilidad” de acuerdo con los criterios habitualmente utilizados por las empresas privadas y que difícilmente pueda atravesar con éxito los “informes ambientales” que usualmente realizan las medianas y grandes compañías en su proceso de selección de personal. Al mismo tiempo la actividad que realizan es considerada por ellos mismos como de bajo prestigio social y en este sentido es un “refugio” frente al desempleo. Nuestra propuesta pretende impulsar una estrategia de desarrollo local en la que estos trabajadores puedan movilizar su saber para obtener empleos genuinos y también para transferirlos a otros potenciales trabajadores. En este sentido, no sólo los actuales “trabajadores y trabajadoras informales de la basura” podrán beneficiarse a partir de la implementación del programa propuesto, sino muchos otros desocupados y desocupadas. Un segundo sector beneficiario está constituido por los pequeños y medianos empresarios de las localidades participantes y sus trabajadores. El abandono de la convertibilidad en 2002 trajo consigo, como hemos señalado, el aumento de insumos industriales estratégicos, tales como el plástico, el papel o el metal (Kulfas y Schorr, 2002; Schamber y Suárez, 2002). La posibilidad de identificar con claridad emprendimientos capaces de asegurar la provisión de estos materiales vía el reciclado permitiría a estas empresas abaratar costos. A la vez, la generación de vínculos fluidos y estables entre empresas y emprendimientos proveedores favorecería la adaptación de los insumos reciclados a las demandas específicas de las primeras, tanto en términos de cantidad como de calidad. En consecuencia, el proyecto apunta al mejoramiento de la competitividad de las pequeñas y medianas empresas locales y al fortalecimiento de su capacidad de generación de empleo para la población local.  Finalmente, la población en general del conurbano bonaerense sería beneficiaria indirecta del programa al poder habitar en un entorno más saludable, ver incrementada la demanda agregada local y los empleos ofrecidos por las cooperativas de reciclaje y la pequeña y mediana empresa de sus municipios. 3.                 Justificación del proyecto y su implementación. El proyecto que presentamos pretende, como fue dicho, contribuir a un nuevo modelo de gestión de los RSU que resulte económica, social y ecológicamente sustentable a partir de la consolidación de una cadena de valor en torno a las actividades de reciclaje que en su mayor parte se realizan informalmente y con escasa o nula coordinación y planificación. En este sentido se han observado una serie de problemas generados a partir de los objetivos no alcanzados por el modelo vigente y otros surgidos de su implementación. En relación a los primeros, hemos establecido claramente que el actual modelo es una fuente de contaminación visual, del terreno, y de las napas. Por otra parte, el sistema se encuentra al borde de su saturación debido a la gran cantidad de material que se ha enterrado en los últimos años y a la imposibilidad de encontrar terrenos en los que instalar nuevos rellenos sanitarios. Dicha imposibilidad es producto de la férrea oposición de los vecinos de las diversas localidades en los que se ha intentado emplazarlos -quienes son conscientes de los riesgos sanitarios que involucra este sistema de gestión de los RSU- a que en el área en que viven se inauguren nuevos rellenos. En este sentido, resulta indispensable que se reduzca inmediatamente el volumen de materiales a ser enterrados y se  re-defina el sistema de gestión de la basura. Observamos que la clave para avanzar en ambos sentidos se encuentra en impulsar el reciclado de los materiales actualmente desechados susceptibles de recuperación, tales como plástico, papel, cartón, vidrio y metales varios. La necesidad de este curso de acción es reconocida por el propio CEAMSE, que está impulsando actualmente la construcción, dentro de sus instalaciones, de plantas dedicadas a la clasificación y separación de RSU, como primer eslabón en el proceso de reciclado[4]. No obstante, las actividades de reciclaje no persiguen únicamente fines ambientalistas. Como hemos establecido, la recuperación de materiales que puedan utilizarse en la producción industrial es un aspecto clave para mejorar la competitividad de las pequeñas y medianas empresas, las que actualmente deben importar muchos de éstos o bien comprarlos a costo internacional a las grandes corporaciones En este sentido, la consolidación de una cadena valor en torno a la recuperación de RSU no sólo es aconsejable como estrategia de cuidado y protección del medioambiente, sino en razón de su rentabilidad económica y como forma de apoyar el desarrollo de la industria nacional. El impulso a las actividades de reciclaje y el fortalecimiento de una cadena de valor en torno a las mismas no puede, sin embargo, llevarse a cabo desconociendo a los actores sociales que actualmente subsisten a partir de la recolección y venta de los RSU, particularmente aquellos a los que hemos llamado “trabajadores informales de la basura”. Si bien, como hemos visto, para la mayoría de estos trabajadores las actividades que realizan son una fuente permanente de riesgos para su salud y su integridad física, y resultan contradictorios con el modelo actual de gestión de los RSU, privarlos de los ingresos obtenidos merced a estas actividades que son vitales para su reproducción resultaría una fuente de profundos conflictos sociales. A su vez, no recuperar el saber que estos trabajadores poseen en relación a los diversos tipos de materiales, sus propiedades y su forma adecuada de tratamiento significaría dilapidar un capital central que no sólo debe ser aprovechado socialmente sino que constituye el mayor sustento para su (re)inserción en empleos genuinos. La inexistencia de ámbitos adecuados para que estos conocimientos les permitan acceder a fuentes de empleo genuino y saludable es una deuda pendiente en relación a estos trabajadores. Por otra parte, la capacidad que han desarrollado para construir organizaciones horizontales y cooperativas que ellos mismos gestionan debiera ser capitalizada en tanto forma de transferir los valores del asociativismo y también los conocimientos adquiridos en relación al reciclado de materiales. De acuerdo a nuestra experiencia en el campo, observamos que el fortalecimiento de los incipientes encadenamientos productivos que han comenzado a generarse en torno al reciclaje de los RSU, debiera estructurarse en torno a facilitar la planificación de las actividades de reciclaje y la intensificación de los lazos asociativos entre cooperativas, para lo cuál hemos propuesto el diseño de una base de datos como punto de encuentro entre oferentes y demandantes de materiales reciclados. La implementación de este sistema favorecerá ampliamente ciertas innovaciones en el proceso de reciclado. En primer lugar, en relación a permitir una mejor planificación de las actividades a partir del establecimiento de una demanda conocida. En segundo lugar, en tanto al afianzarse los encadenamientos productivos se podría avanzar en la incorporación de valor agregado a los materiales obtenidos por parte de las cooperativas de recicladores, a la vez que se estimularía el fortalecimiento del asociativismo entre ellas generando mayor cantidad de empleos para quienes hoy se desempeñan como trabajadores informales de la basura. Por otra parte, en aquellos lugares donde se está impulsando la creación de plantas de separación de residuos la creación de esta base puede ser una herramienta estratégica de gestión que permitirá incrementar las oportunidades de consolidación de dichas plantas. Finalmente, porque al contar con una provisión estable de ciertos materiales reciclados las pequeñas y medianas empresas podrán incrementar su competitividad y generar mayores y mejores empleos para la población local. De esta forma, la puesta en marcha de una tecnología de gestión sencilla y de bajo costo, podría fortalecer el circuito virtuoso de generación de empleo y mejores condiciones de vida para la población en torno a la cadena de valor del reciclaje de RSU. Con el fin de que esta herramienta no se constituya en una nueva instancia de intermediación más en el proceso de reciclado, es que proponemos que sea administrada por las autoridades locales. En este sentido los municipios tienen un rol central a cumplir como facilitadores de la interacción comercial entre emprendimientos cooperativos de recicladores y la pequeña y mediana industria. Esta actividad les permitiría recuperar un espacio central en el proceso de gestión de la basura con impacto en varios aspectos del desarrollo local. Por un lado, mediante el impulso a las actividades de trabajo autogestionado que permitan insertar laboralmente al sector de la población más golpeado por el desempleo y la pobreza. De esta forma, no sólo se trabajaría en una de las áreas más sensibles desde el punto de vista local, sino que permitiría incrementar la demanda local agregada con el consiguiente impacto en términos económicos. De esta forma, recursos hoy destinados a subsidiar la pobreza y el desempleo podrían direccionarse con fines productivos afianzando un circuito virtuoso de generación de empleo acorde con los objetivos centrales de la política social en esta etapa. A su vez, la mejora en la competitividad de la industria reforzaría el desarrollo local en un sentido similar. Por otro lado, la disminución del volumen de material a ser enterrado permitiría reducir los costos de transporte y la cantidad de basurales clandestinos posibilitando el mejor aprovechamiento de los terrenos baldíos que se utilizan a tales fines. Estos resultados permitirían mejorar la calidad de vida en los distintos municipios, también desde el punto de vista ambiental. 4.                 OBJETIVOS GENERALES Y ESPECÍFICOS: El objetivo general de esta propuesta es contribuir al afianzamiento de un modelo de gestión social de los RSU que permita fortalecer la cadena de valor generada en torno al reciclaje como estrategia de desarrollo local, a partir de impulsar un sistema de información municipal que articule los materiales ofrecidos por las cooperativas de trabajadores del reciclado y los insumos demandados como bienes intermedios por parte de la pequeña y mediana industria. Objetivos específicos: 1.                 Identificar las características específicas de la demanda de materiales reciclados por parte de la pequeña y mediana industria local. 2.                 Relevar el circuito productivo y comercial implementado por los trabajadores informales de la basura y sus organizaciones. 3.                 Propiciar la creación de un sistema de información confiable a nivel municipal de las caracteríscas de la oferta y la demanda en cada etapa del proceso de reciclado (recolección y selección; acopio; lavado, molido y enfardado; reutilización en procesos industriales).